Full text: Año 1.1913=No. 12 (1913001200)

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COSMOS 
•el valido, Coronel Djemal Bey, retenía de 
la parte que se les enviaba, el monto de 
sus impuestos atrasados. Las almas carita 
tivas de Turquía y Europa que enviaron 
sus socorros á Adana, gustarían sin duda 
de estar seguras de que el gobierno se 
abstiene de toda extracción de dinero por 
las dichas contibuciones. Tanto más cuanto 
que éste encontró buena, en esta época, 
mientras sus hermanos morían de hambre, 
la idea de sugerir á las damas armenias 
consagraran el producto de una fiesta de 
beneficencia á la compra de un objeto de 
arte para Mahmoud Chevket pachá. 
Es preciso pues esforzarse por devolver 
á estas comarcas, tomadas como ejemplos, 
al menos la prosperidad de que gozaban en 
otro tiempo. Y para esto basta abrir cana 
les de riego y hacer efectiva la seguridad 
pública. Los gastos ocasionados por estos 
trabajos serían insignificantes frente al pro 
greso que de ellos resultaría para la agri 
cultura, y la riqueza que producirían al 
país. Basta para convencerse considerar lo 
que ha sido y es Egipto, cuyo suelo no es 
más fértil. Estos trabajos de riego en Ada 
na y Mesopotamia podrían realizarse con el 
concurso del Banco Agrícola del Imperio, 
que adelantaría para esta empresa una par 
te de sus fondos de reserva y aún deman 
daría, al necesitarse, bajo su garantía, las 
sumas faltantes necesarias á establecimien 
tos financieros europeos. Pero el gobierno 
parece estar resuelto á desalentar estas 
buenas voluntades. 
Uno de los principales obstáculos para 
estas grandes empresas es el cambio cons 
tante de hombres de Estado, funcionarios 
y especialmente de validos. En Smirna, 
Beyrouth y otras ciudades importantes; se 
ha visto desfilar á una media docena de 
ellos después de la proclamación de la Cons 
titución. Y esto los priva de toda autoridad 
y de toda iniciativa. 
¿Cómo, en efecto, los funcionarios pue 
den enfrentarse con reformas serias y obras 
de gran esfuerzo, cuando están tan poco 
seguros del mañana, y, viviendo bajo un 
régimen de sospechas, se ven paralizados 
por el temor constante de desagradar á es 
ta ó aquella personalidad local, y á menudo 
á sus subordinados? 
El Jefe de Aidin, Nechet Bey, no habien 
do querido someterse á las exigencias del 
Club Unión y Progreso de su distrito, fué 
por orden del gobierno oculto destituido 
por Hilmi pachá. Este jefe, enérgico y ap 
to, se había hecho querer de la población y 
sobre todo había llegado, por severas y 
justas medidas, á tranquilizar su distrito, 
librándolo de bandoleros. Así los habitan 
tes organizaron una grandiosa manifesta 
ción para solicitar que siguiera en su pues 
to. 
En Constantinopla, donde causó gran 
irritación esta manifestación tan plausible, 
se ordenó al valido de Smirna enviara tro 
pas para dispersar á los manifestantes. Gha- 
lib Bey, valido de Smirna, antiguo Embaja 
dor en Teherán y Berlín, cuyo patriotismo 
y honorabilidad son generalmente aprecia 
dos, creyó que era su deber suministrar á 
sus jefes jerárquicos informes circunstan 
ciados sobre estos sucesos, solicitando per 
maneciera en su puesto el Jefe arbitraria 
mente destituido. Pero como Hilmi pachá, 
dócil á sus jefes ocultos, desmintió á Gha- 
lib Bey, éste presentó su dimisión. 
Por otra parte, en Constantinopla se 
muestran muy vacilantes, lentos, para todo 
lo que se relaciona con concesiones. Y 
cuando se deciden al fin á tratar un asunto, 
se imponen condiciones ridiculas, inacepta 
bles. 
Así, para las obras de riego de Meandro, 
en el distrito de Aidin, el Ministro de Tra 
bajos Públicos pretendía insertar entre los 
cargos una cláusula que permitiera al go 
bierno el rescate de la empresa en cualquier 
estado de los trabajos, reembolsando sim 
plemente, con interés, las sumas inverti 
das. ¿Qué sociedad, dicen los financieros, 
emprendería semejante labor aceptando que 
se le pudiese quitar en cualquier instante 
el fruto, sin ninguna remuneración? Los 
múltiples incidentes que han surgido en la 
reglamentación de la concesión del Eufra 
tes, se han debido en gran parte á este es 
tado de espíritu. 
En otros tiempos, dicen los viejos residen 
tes, cuando un funcionai io era probo y esta 
ba animado de buenas intenciones, podía ha 
cer mucho bien; siendo inepto y pillo, podía 
hacer mal, pero aun en este caso la situa 
ción no era peor que la de ahora, puesto 
que todas las malas prácticas de antes sub 
sisten actualmente. 
Entre estas malas prácticas conviene citar 
el bakchich. 
Raymundo Recouly, relatando un reciente 
viaje á Turquía, escribía que, como en 
otro tiempo, el primer hombre que lo re 
cibió en territorio turco fué un sucio 
aduanero, que se abstuvo cortesmente de 
registrar su equipaje, pero en cambio le 
tendió tranquilamente la mano para recibir 
su bakchich. 
Y este gesto del pobre aduanero es el 
gesto de la mayor parte de los funcionarios 
y aun de los Ministros. Es el gesto por el 
cual se saluda casi oficialmente á los ex 
tranjeros que desembarcan en nuestro sue 
lo, y con el cual se les acompaña oficial 
mente á través del imperio.
	        
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