Full text: Año 1.1913=No. 12 (1913001200)

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PARA Ml AMIGA MI MI. 
« o tengo una hija. Una 
muñeca graciosa como 
una porcelanita fran 
cesa; una muñeca cuyos 
enormes ojazos me fas 
cinan, por más que 
a Penas si han visto la vida durante cinco 
Primaveras. Mi hijita me parece hermo- 
¡ya lo creo! hermosa como un ensue- 
n °> fresca como una mañanita de abril. 
jLa quiero tanto que, muy á pesar 
n»o, su nombre adorable surge de mi bo- 
Ca como si fuera un verso! Así hable yo 
c pn un burgués de las necesarias tonte 
rías de la existencia, ó departa alegre 
mente sobre asuntos de belleza con un 
ar tista, el nombre de mi muñeca viene á 
mis labios como una obsesión dulcísima, 
Pero terca. Y no hay más remedio, colo 
cado yo en ese peligroso carril, hablo de 
ias hermosuras de aquel juguete mío, y 
mi interlocutor tiene que soportar el ete'r- 
n ° poema que levanta mi corazón en ho 
locausto de su ídolo. 
Pues bien, una tarde en que, juntos en 
su coqueta salita, mi buen hermano Pa 
co, su esposa y yo, charlábamos de cosas 
triviales, rodó la conversación sobre el 
sujeto que me satisfaría para esposo de 
mi muñeca. 
Apuraba yo la sexta taza de café, y mi 
Ve rba, espoleada por el obscuro licor de 
^ 0s sueños, se desbordó atrevida, buscan 
do lo más noble y lo más bueno para 
udornar al hombre que debiera ser el se 
ñor y amo de mi pequeña hija. 
Pero los príncipes rubios de los cuen 
tos infantiles, los graves caballeros de 
los tiempos medioevales, los pajes pica 
rescos de las antesalas del Rey-Sol. me 
parecieron poco, muy poco, para ser dig 
nos de recibir la mano de aquella chi 
quilla que forma el ideal de mi exis 
tencia. 
Por más que mi imaginación se des 
bocó como azorado corcel; por más que, 
ambicioso, mi corazón acumuló bondades 
y bondades sobre un hombre, no pude 
llegar á reunir en un solo caballero la 
suma de virtudes que mi anhelo idolá 
trico deseaba para mi muñeca. 
La tarde pasó entre las risas de mi 
cáustico amigo (un caricaturista genial), 
las sonrisas de su bella esposa (una al 
ma blanca), y las ansias hiperestesiadas 
de mi cariño, para formar el ideal que 
deseaba yo para yerno iy no pude 
formarlo á mi gusto! 
Llegada la noche, hube de despedirme 
de aquellos dos seres cariñosos, dos her 
manos de mi alma, y tomé melancólica 
mente el camino de mi hogar. 
Los cafés saboreados habían sobre 
excitado mi cerebro, y con mil dificulta 
des pude conciliar el descanso, con la 
eterna obsesión de formar «in mente» el 
tipo de mi futuro yerno. 
Quedé dormido; pero ¡con un sueño 
tan extraño! Estoy seguro que apenas sí 
había cerrado los ojos, cuando vi desfilar 
ante mi vista una especie de procesión 
de hombres extravagantes. 
Banqueros con el rostro redondo y ro 
zagante, hablando siempre de negocios y
	        
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