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GAO N A 
i ceceo andaluz, ni rui 
do de crótalos sonoros, 
ni siquiera un puntea 
do de guitarra, ni una 
fresca voz cañí, ni el 
taconeo rítmico y gra 
cioso y emocional, de un castizo y clási 
co «zapateado». Hablamos de un torero 
3' no podemos evocar la limpidez azul 
del cielo de Andalucía, ni su sol de fue 
go, ni su luz ígnea, ni el aire cálido y 
aromatizado por los azahares sevillanos, 
ni nada en fin que sea de la hermosa re 
gión española, cuna de moros guerreros 
y lidiadores de toros, porque el lidiador 
no nació allí, aunque del ambiente de 
España esté cargado su espíritu y tenga 
como mexicano contactos espirituales del 
patrio lar español donde triunfó, don 
de encontró acogida fraterna, 3’ donde se 
le proclamó artista supremo de la ele 
gancia en el valor, para que en México 
cotizara la ejecutoria. 
V 
A 
m 
Gaona contestando su correspondencia.