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COSMOS
do oblicuamente, y con los extremos en
punta. Este chaleco se confecciona con fa
lla ó con brocado. Pero no es prenda que
convenga, ni á las mujeres gruesas que
quieran parecer esbeltas, ni á las delgadas
que disimulan mejor su falta de forma con
vestidos flojos.
Este chaleco, que tuvo algún éxito en
las carreras, había hecho penshr en que
quizás adoptaríamos el smoking, del que se
habló mucho al comenzar la temporada.
Pero la cosa es poco probable, 'ya que las
tendencias de la moda son contrarias al ce
ñido. El smoking exige rigidez de figura,
cuello planchado poco airoso y un conjunto
desagradable, al que preferimos con mu
cho, los encantadores modelos que los mo
distos nos presentan.»
Ninguna otra novedad encontramos por
ahora en lo que se refiere á trajes.
Y podemos decir que ni aun en creacio
nes de sombreros hallamos nada nuevo.
Las revistas parisienses continúan haciendo
«reclame» al sombrerito pequeño, del que
he hablado ya demasiado en mis crónicas
anteriores.
Que el sombrero de forma reducida
ha triunfado en toda línea, es indiscutible.
No se ven ya sino formas pequeñas, que
ciertamente no favorecen á todas las ca
ras.
Precisamente la rapidez con que se ha
extendido esta forma, me induce á confir
mar lo que desde un principio he dicho. El
sombrero pequeño ha triunfado; pero su
triunfo será efímero, vivirá poco, y vol
verá pronto el dominio de los sombreros
de alas amplias y maejstuosas que han
dado siempre la nota de suprema ele
gancia.