LA POLITICA DEL DOLLAR
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con sus mejores industrias, y con la flor
y nata de su juventud, sacrificada en una
guerra fratricida, interminable, sólo por
la ayuda, unas veces franca y otras sola
pada, que presta á los revolucionarios el
Pueblo americano de la frontera, ó mejor
dicho sus autoridades, usando y abusan
do de la autonomía de que gozan por las
leyes americanas.
La verdad de los hechos es que como
consecuencia de la complicidad de las au
toridades americanas en la frontera, Mé
xico se está arruinando, desangrando y
Perdiendo la vitalidad que tenía en la
época del Centenario, vitalidad que asom
bró 4 los representantes extranjeros que
n os honraron con su visita en aquella fe
cha y que sin duda acabó por resolver al
gobierno de Washington á procurar indi-
netamente la destrucción del vecino que
Podía llegar á ser temible.
El resultado ha respondido á esta po
lítica maquiavélica. En 1910 un atrope
llo como el que acaba de cometerse en
Tucson, por un pelotón de borrachos, ul
trajando la bandera mexicana, hubiera
Provocado una explosión de indignación
e P el pueblo mexicano, que contaba con un
e ]ército, con recursos y con crédito, base
'leí respeto de los pueblos. Hoy, agotado
Su tesoro, divididos sus hijos en unague-
rr a injustificada, donde no se defienden ya
Principios sino personalidades, con un
contingente de mexicanos revoluciona
dos en los Estados Unidos, que todavía
n ° han protestado ó vengado el estúpi-
i° atentado, el Gobierno, la prensa y
°s más entusiastas patriotas aconsejan
a calma y la prudencia.
Sin embargo, no es el temor áunague-
rr a en la que el pueblo mexicano sabría
morir heróicamente, como lo ha hecho y
como lo está haciendo en los encuentros
't're tienen cada día pequeños destaca
mentos de tropas regulares con hordas de
Andidos ó núcleos revolucionarios nume
rosos y valientes, lo que lo contiene, en
estos momentos, es la duda sobre la ac-
‘tud que pudieran tomar los revolucio
naos del Norte, á los que se aplica con
msistencia el infamante epíteto de sepa-
listas.
A- pesar de la insistencia de los periódi-
c °s oficiosos, á pesar de la complicidad
manifiesta de los revolucionarios en
Luaymas y Matamoros, donde el coman
dante de los barcos americanos que ayudó
con sus proyectores á los rebeldes, seña'
lándoles las posiciones de las tropas fede
rales, y la rivalidad del cónsul que inter
vino en el conato de cohecho intentado con
los federales refugiados en territorio ame
ricano, no podemos creer en la traición de
lesa patria que se les reprocha á los revo
lucionarios porque eso significaría el cri
men más monstruoso de que haya ejem
plo en la historia.
Mientras esta apatía ó complicidad del
Gobierno de Washington hace intermina
ble ¡a guerra que aniquilad México, la
prensa jingoísta ayuda descaradamente á
los revolucionarios con sus mentiras y su
amarillismo.
Precisamente con motivo del inciden
te inexplicable de Guaymas la Prensa
Asociada, agencia de información tele
gráfica que para vergüenza de la pren
sa mexicana sirve todavía á algunos pe
riódicos mexicanos á pesar de las tendí-n-
cias hostiles á México que ha demostra
do en mil ocasiones, envió á The Mexi-
can Herald, órgano en México del Go
bierno de Washington, un telegrama en
el que se decía que los comandantes de
los buques de guerra mexicanos surtos
en aquella bahía se habían unido á los
pesqueiristas, absurda é insidiosa noti
cia que tuvo que ser desmentida oficial
mente por el Departamento de Marina y
que los hechos han demostrado que era
una villana calumnia.
La situación en la frontera es á nues
tro juicio muy semejante á la que tenía
Cuba durante la guerra con España, y
como un tributo de justicia al valiente y
honrado General de los insurrectos cuba
nos, Antonio Maceo, debemos recordar la
declaración que hizo muchas veces antes
de morir, de que si las tropas america
nas hubieran desembarcado en Cuba con
el pretexto de auxiliar á los cubanos en
su guerra contra España, él y los suyos
se hubieran opuesto hasta morir á resis
tir esta ayuda, que consideraba una hu
millación.
¿Por qué no hemos de creer lo mismo
de los rebeldes que combaten en el
Norte?
Las pasiones políticas pueden extra
viar por un momento los cerebros mejor
organizados, pero de eso á aceptar como
posible la felonía de aceptar una ayuda