COSMOS
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que su aislamiento le cuesta bien
caro, ya que no fue otra la causa
de la pérdida total de su poderío
colonial.
De haber existido, hace
veinte años, la alianza con
Francia e Inglaterra, otra
hubiera sido la suerte de
España en su conflicto
con los Estados Unidos.
No obstante la doloro
sa enseñanza, ni los polí
ticos, ni el pueblo, pare
cen conformes con la la
bor del Conde “de Romanones
La mayoría de los españoles
continúan creyendo en la nece
sidad del aislamiento; el resto
divide sus simpatías entre Ale
mania y Francia.
¿Quién tiene razón?
Nosotros que, como
vulgarmente se dice,
vemos los toros desde
la barrera, y esta
mos,por consiguien
te, exentos de toda
pasión, creemos
atinadísima la
obra consumada
por el Conde de
Romanones.
Prescindien
do de los inte
reses españo
les en Marrue
cos, poniéndo- *.
nos en el caso í;
de que nada
que no sea su
territorio ac
tual pudiera in
teresarle a 1 a
madre patria, está
geográficamente
colocada en tales
condiciones que su
aislamiento se hace poco
menos que imposible.
Hay en sus costas muchos
lugares estratégicos que en
caso de guerra europea codicia
rían las potencias contendientes,
y estos buenos señores tomarían
de grado o por fuerza lo que a
sus intereses conviniera, obli—
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tenga
sus
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Mme. Poincaré,
esposa del Presidente de la
República Francesa.
gando con ello r a;Es-
paña a salir de su
pasividad aunque
sólo fuera para
defenderse.
Descartada la
, necesidad, y a
que no la con
veniencia, de
una alianza, la
lógica aconseja
que sea con Fran
cia. Es su vecina, es
su natural aliada.
Entenderse con Ale
mania significa enemis
tarse con Francia. ¿Por
qué buscarse tan cerca al
enemigo?
Aliada con Alemania, a
los primeros síntomas de
guerra los soldados
franceses coronarían los
Pirineos.
Aliada con Francia
es más remota la
necesidad de que el
\ ejército español
' que medir
fuerzas con
el germano.
Es ley de
vida que de
bamos procu
rar la armo
nía con el ve'
ciño, para
disfrutar sin
zozobras d e
nuestra casa.
A sellar esa
amistad, que
nosotros de
seamos sea
duradera y
provechosa,
obedeció el viaje
del Presidente de la
República France
sa, Mr. Poincaré a Es
paña.
El pueblo español,
caballeresco y hospita
lario ante todo, reser
vóse sus impresiones
políticas para dar rien-