Full text: Año 2.1914=No. 23 (1914002300)

Sí 
V-. 
/ • 
*3! 
os dos niños eran a cual más 
gracioso y hechicero. 
Luis llevaba a Carmen un 
año, y Carmen a Luis un dedo 
de estatura. Así que cuando Luis quería 
presumir de mayor, su hermana no se 
apuraba gran cosa, porque si él realmen 
te lo era, ella en cambio lo parecía: total 
igual, como decía la niña echando atrás 
con picaresco mohín su hermosa melena. 
Como digo, los dos eran muy guapos. 
El muchacho tenía los ojos grandes, osa 
dos, y negro también el pelo, el cual lle 
vaba rapado como un romano, en señal 
de austeridad y desprecio del mundo. La 
niña, puesta al sol, era rubia y le brilla 
ban como oro los ricillos de la frente y 
la parte alta de la melena: en la penum 
bra, su pelo castaño casi llegaba a negro, 
y al sol y a la sombra era una monada 
de chiquilla. 
El parecía, con aquella mirada altiva 
y aquel aire apuesto, querer mandar so 
bre todo un imperio, y así lo tenía pen 
sado para cuando fuera grande. Ella, 
para entonces, se contentaría con man 
dar en su casa, que es el más grande im 
perio del mundo. 
Cuandos los chiquillos se dirigían a pa 
(veciTo 
D€ fletes 
Por ENRIQUE MENENDEZ PELA YO 
seo, custodiados por la vieja criada que 
ya había zagaleado a su madre, pues mis 
dos personajes florecieron en un tiempo 
en que aún no había hayas, Luisito lle 
vaba un aire un poquillo pedante y Car 
men otro un poco meditabundo. Así ha 
bían de ser luego en la vida. 
Luis parecía un sabio; pero, bien mi 
rado, no lo era: ella sí que lo era, aun 
que no lo parecía. El trataba de humi 
llarla, y hacíala burla, porque en su 
colegio se daba una Geografía atroz de 
grande y la de la niña parecía un cate 
cismo. Carmen le cedía de buen grado 
todos los laureles reservados al saber, y 
se limitaba la pobre a imponerle su san 
tísima voluntad siempre que jugaban. 
El cómo sucedía esto no se sabe, pero lo 
cierto es que el gran geógrafo jugaba a 
las muñecas y a las casas, y dejaba dor 
mir en su lecho de cartón más de tres 
docenas de soldados de diferentes armas. 
La rubita, en fin, empezaba a mostrar 
aquel sexto sentido que un diputado an 
daluz echaba de menos en su señoría, y 
es el de hacerse cargo. 
Claro está que Luisito no sabía nada 
de estos misterios, pues de otro modo no 
se hubiera visto quizás en la ridicula si 
tuación que he de contar para afrenta del 
sexo. 
Era la víspera de los Reyes, Rezadas 
sus oraciones con toda la formalidad que 
podía exigirse en tal noche, dormían ya 
los niños, cuando un ligero ruido, que 
venía del gabinete inmediato, sacó a 
Luis de su sueño. Mas como, a par con 
el ruido, entraba por las junturas de la 
poriiére el resplandor de una luz, fuése 
aplacando el miedo que en un principio 
sintió y haciendo lugar a la curiosidad. 
Prestó, pues, atención, y, no bastán 
dole toda la que ponía, ni tampoco alar-
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.