Full text: Año 2.1914=No. 23 (1914002300)

I> 
BELLEZAS DE NUESTRO PAIS 
1369 
D. Antonio Morán, que fue plenipotenciario 
de Maximiliano para tratar negocios de la 
iglesia con Monseñor Meglia, nuncio apos 
tólico; el Lie. Manuel Lizardi, abogado; el 
Dr. José M. Luis Mora, historiador y diplo 
mático; D. Antonio Taboada, muerto heroi 
camente en la guerra de intervención; D. 
Manuel Doblado, diplomático muy distin 
guido, autor del convenio de la Soledad; el 
sabio jesuíta D. Pedro José Márquez; Doña 
Beatriz de Tapia, que cedió a los indios de 
Apaseo grandes extensiones de terrenos 
regados; los tres guerrilleros insurgentes 
Ortiz, Encarnación, Francisco y Matías; D. 
Ignacio Allende y D. Juan y D. Ignacio Al- 
dama; el general insurgente D. Tomás Mo 
reno; el general Florentino Antillón. Mu 
chos otros nombres podrían citarse, pues 
Guana] uato ha sido fecundo en personas no 
tables. 
CASTILLO DE 
GRANADITAS 
Hicimos alusión al prin 
cipio de este artículo del 
histórico castillo de Gra- 
naditas. Refiriéndose a 
este edificio dicen lo siguiente los autores 
que antes hemos mencionado: 
En este edificio construido en la ciudad 
de Guanajuato, se desarrollaron episodios 
muy interesantes durante los primeros tiem 
pos de la guerra de independencia. Fue to 
mado por las fuerzas de Hidalgo el 28 de 
Septiembre de 1810. Al acercarse Hidalgo, 
el intendente Riaño trató de hacer de la 
Alhóndiga uno de los puntos de defensa de 
la ciudad. Rechazada por Riaño la propuesj 
ta de rendición hecha por Hidalgo, comenzó 
el ataque. Los independientes rodearon com 
pletamente la fortaleza, a la que se llegaba 
por una empinada cuesta en la cual se ha 
bía improvisado una trinchera. Defendía 
esta trinchera Gilberto Riaño, el hijo del in 
tendente, en tanto que otra trinchera, en la 
calle de los Pocitos, estaba defendida por 
el capitán Pedro Telmo Primo. El intenden 
te, que se encontraba en la alhóndiga, vió 
que la trinchera de los Pocitos estaba en 
grave peligro y salió a reforzarla. Al regre 
sar a su puesto, recibió una bala en un ojo, 
que le causó la muerte. Este suceso intro 
dujo gran confusión y desconcierto entre 
los defensores de la fortaleza, pues algunos 
se disputaban el mando. Una gran multitud 
de independientes, desde las azoteas y cues 
tas vecinas arrojaban gran cantidad de pie 
dras sobre los defensores que se encontra 
ban en las azoteas de la alhóndiga. Por fin 
los defensores de las trincheras, agobiados 
por el número, se retiraron a la fortaleza, 
en la que se encerraron. Los defensores de 
esta hacían fuego nutridísimo sobre los asal 
tantes, quienes no cejaban, sin embargo. 
Por último, y tras diversas tentativas in 
fructuosas, un joven operario de la mina de 
Mellado llamado Mariano y a quien llama 
ban «el Pipila», se puso una losa en la es 
palda y llegó a la puerta del castillo, a la que 
puso fuego. Por allí se precipitaron las ma 
sas enfurecidas de insurgentes, y la matan 
za fué indescriptible. Esta matanza tuvo re 
petición poco después, cuando Calleja y Flon 
se apoderaron de Guanajuato, el 25 de No 
viembre de 1810. El castillo de Granaditas 
es también notable porque en sus cuatro 
ángulos fueron colocadas en jaulas de hie 
rro, las cabezas de Hidalgo, Allende, Alda- 
ma y Jiménez, y allí permanecieron hasta 
1821, en que fueron trasladadas a la ermita 
de San Sebastián.
	        
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