LITERATURA Y ARTE
175
En pocos días se arregló el volumino
so equipaje formado en su mayoría con
las chácharas compradas en el zoco de
Tetuán, y salimos para Santander donde
debíamos tomar el vapor de la Compa
ñía Trasatlántica Española.
En Madrid nos detuvimos una semana
y tuve ocasión de hablar con nuestro
amigo D. Manuel S. Cuesta, activo y
simpático periodista, que me presentó a
varios políticos influyentes de la situa
ción, con los que hablamos de México y
cuyos errores y falta de tacto no quiero
tratar por ahora.
En la Habana dejé a las Rosas con
y salen cada día. En el aserradero, en
el trapiche y en la casa de la hacienda,
no pasa un día sin que suenen las corne
tas de la tropa, y aunque afortunada
mente los rebeldes no han atacado hasta
ahora ninguna de las dependencias de la
hacienda, en los mismos linderos se han
tiroteado varias veces con los rurales y
las tropas del Gobierno.
El célebre Moisés, que según tengo
entendido anda por el estado de Morelos
con los zapatistas, me escribió hace tiem
po asegurándome que no será atacada
esta casa gracias a su influencia con los
hermanos Zapata. Su pobre mujer sigue
. ■
*,• S 'T.'.' '
• ■■
. .
•%-
k
m
1wSL.
■ -
m
fe A -1 -
5'/-.
Mil
r-
/
&
Habana, Cuba,—Palacio Presidencial.
José y hace un mes que llegué a este
rancho tan alegre hace dos años y hoy
solitario y tristón, como es natural, des
pués de tres años de lucha y miserias.
En verdad yo no he tenido que lamen-
tur atropellos ni de los revolucionarios
ui de las tropas federales, pero el estado
de inseguridad en que está el cantón, ha
hecho emigrar a la mayoría de los peones
y los campos están abandonados. Los
ruuestros del trapiche no quisieron reno
var sus contratos y se fueron al terminar
la última zafra.
Esto parece más que una hacienda un
tortín. Destacamentos de rurales llegan
aquí y no creo que tenga la menor noticia
del paradero de su marido. En la casa
del molino vive con lo que gana cosien
do para las pocas familias que quedan
aquí y cuidando la escuela y la ermita.
Esto es un desierto. A la escuela asis
ten muy pocos alumnos, como es natural,
pero el P. Rafael no deja un día de acu
dir a las clases y todavía en las tardes lo
veo, rodeado de los mayorcitos,bajar a la
vega a dar un paseo, mientras les expli
ca sobre el terreno los cultivos modernos,
la manera de curar ciertas enfermedades
de las plantas, ingertar, podar, etc.
Cuando alguna vez en estos paseos se