Full text: Año 3.1914=No. 27 (1914002700)

LITERATURA Y ARTE 
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ble canto. Sólo las hormigas, fiadas en 
su valor y su número, continuaron sus 
correrías, pero los demás merodeadores 
desaparecieron; y él seguía adelante, es 
parciendo el espanto en su derredor. 
De improviso cayó a su frente una 
sombra que le cerró el paso, era una ra 
ta. El alacrán soltó su presa y se puso 
a la defensiva; el roedor tiró 
le una dentellada recibiendo 
al mismo tiempo una picadura 
en el hocico....al sentir el 
aguijón dió un salto tremendo 
con el cual lanzó a su enemigo 
a cierta distancia, huyendo 
después a su agujero, donde 
es seguro que murió por los 
efectos del veneno que le hubo 
moculado su adversario. 
El escorpión permaneció un 
momento como atontado, des 
pués se puso a buscar su pre 
sa; distinguióla al cabo, pero 
'ah! ya no era suya! ¡las hor 
migas 'la habían descubierto 
Y se la llevaban!.. .. acercóse 
colérico, pero varias hormigas 
se abalanzaron a él abriendo 
las mandíbulas con aire ame 
nazador, visto lo cual decidió 
alejarse, y colándose por los 
mtersticios de una puerta, ca 
yó al jardín. 
Apenas desapareció, reanu 
dóse la algazara por todas 
Partes, como es fama que su 
cedía en los salones del Primer 
Imperio luego que se ausenta 
ba Napoleón. 
Dejemos por el pronto a 
nuestro héroe correr aventu 
ras en el jardín, y asistamos a 
°s honores póstumos tributa 
dos al infeliz autor, muerto en 
el apogeo de su fama. El en 
terro de la cucaracha era sun 
tuoso. Las hormigas, con su 
traje de riguroso luto, dispu 
tábanse el honor de cargar 
e l cuerpo del ilustre difunto con la mis- 
jrra solicitud que demuestran, entre 
os hombres, los herederos y amigos 
ue un muerto que fué rico e influyente, 
y con miras igualmente desinteresadas.... 
el cortejo fúnebre alcanzaba una longi 
tud de 20 centímetros aproximadamente; 
la concurrencia era innumerable. En 
ocasiones la comitiva suspendía su mar 
cha, y uno de los dolientes, encaramán 
dose sobre el cadáver, a falta de otro si 
tio más elevado, empinábase sobre sus 
patas traseras, y agitando las de adelante 
y los cuernecillos de su cabeza, gesticu 
laba como telégrafo aéreo: era el orador 
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La Manta devorando a su macho durante su apareamiento. 
Fabricando su nido. Cárabos dorados devorando una 
lombriz de tierra. 
fúnebre que hacía en versos improvisados 
el panegírico del difunto. Después el cor 
tejo proseguía su marcha. 
El entierro atravesó la estancia en to 
da su longitud y trató de ascender por 
la pared, aunque al principio infructuo 
samente. Cien veces vino al suelo encon-
	        
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