Full text: Año 3.1914=No. 27 (1914002700)

COSMOS 
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obscuridad; en cuanto a su compañero, 
brincó a un arbusto, quedando prendido 
a sus hojas; el escorpión trepó rápida 
mente por el tronco, pero a punto ya de 
echarle garra, el astuto insecto dió un 
nuevo salto yendo a caer entre la yerba, 
donde desapareció, siéndole imposible a 
su perseguidor encontrarlo. 
Después de haberse entregado duran 
te mucho tiempo a inútiles pesquisas, el 
chasqueado cazador continuó su hasta 
entonces, infructuosa batida. Abandonó 
el césped y empezó a caminar por un es 
pacio de terreno desprovisto de vegeta 
ción. 
El astro de la noche, libre ya de las 
nubes que lo habían ocultado, iluminaba 
el jardín hasta en sus menores detalles, 
y a su luz pudo contemplar el alacrán un 
curioso espectáculo: no lejos de allí ele 
vábase un árbol de hermoso follaje verde 
y, lustroso, un naranjo; pues bien, pare 
cía como si las hojas, cansadas de perma 
necer quietas en el sitio en que la natu 
raleza las había colocado, hubieran re 
suelto marcharse a correr mundo. Una 
hilera no interrumpida de ellas bajaba 
por el tronco dirigiéndose hacia un mon 
tículo situado como a ocho metros de 
distancia; a cada momento una hoja de 
las que aún estaban adheridas a las ra 
mas, se estremecía, se inclinaba sobre el 
tallo como saludando en señal de despe 
dida a sus compañeras, y tomaba el mis 
mo camino; bajo aquellas hojas móviles 
distinguíanse unos pequeños seres, espe 
cie de gnomos, de cuerpo diminuto y 
enorme cabeza de color rojizo, que mar 
chaban lentamente bamboleándose con 
su carga; otro cordón de aquellos anima* 
les ascendía hasta alcanzar las últimas 
ramas del pobre árbol, poco antes tan 
frondoso, y que estaba destinado a ama 
necer más escueto que si hubieran pasa 
do sobre él todas las rachas del invierno. 
La hormiga arriera, pues de ella se 
trata, es uno de los insectos más perju 
diciales para los jardines; sale de su 
guarida al caer la tarde y bástale una 
sola noche para despojar completamente 
a un árbol de todo su follaje. Es proba 
ble que, como lo hace la Hormiga Sauba, 
se sirva de las hojas que corta para tapi 
zar las galerias subterráneas del hormi 
guero, e impedir los desprendimientos de 
tierra que podrían obstruir los conductos. 
Lo mejor para librarse de las arrieras 
es la bomba que inyecta en el hormigue 
ro un gas asfixiante; pero los campesinos 
acostumbran quemarlas, paseando a lo 
largo del cordón que forman una antor 
cha de ocote, dándose a menudo el caso 
de que, enfurecidas, se precipiten en 
gran número sobre la llama, sofocándola 
bajo la masa de sus cuerpos. En cuanto 
a un cerillo, basta una sola de ellas para 
apagarlo, apresándole la cabeza entre 
sus vigorosas pinzas, y puede entonces 
verse chisporrotear el cuerpo de la hor 
miga, y a ésta apretar las tenazas con 
rabia, hasta extinguir la flama. ¿Cómo 
queda el decantado valor del león junto 
al de este insecto? 
El escorpión dió prudentemente un 
rodeo para no pasar cerca de aquellos 
activos acarreadores, cuyas formidables 
pinzas había aprendido a respetar. De 
pronto se le puso delante un insecto de 
pequeña talla, armado de punta en blan 
co, a semejanza de los antiguos barones 
feudales, y cuya bruñida coraza brillaba 
a la luz de la luna con resplandores me 
tálicos; era un coleóptero carnicero, de 
la familia de los carábicos, tan útiles a 
la Agricultura por la gran cantidad de 
larvas que destruyen. 
El alacrán permaneció un instante in 
deciso; después, tranquilizado por la pe- 
queñez de su adversario, se le echó en 
cima, pero el insecto, con la rapidez del 
relámpago, hizo una pirueta, oyóse una 
pequeña detonación, y el asaltante reci 
bió casi a boca de jarro una descarga de 
un vapor corrosivo y asfixiante que le 
causó varias quemaduras, dejándolo pri 
vado de sentido. Cuando volvió en su 
acuerdo, ya el artillero había desapare 
cido. (1) 
(1) «Muchos carábicos al sentirse cogidos, tra 
tan de defenderse arrojando un licor corrosivo; 
otros dejan escapar una detonación, acompa 
ñada de humo, por lo que se les ha dado el nom 
bre de bomberos.—Luciano Biart.—Avetdicras 
de un joven jtaturalista en México. 
«M. Léon Dufour ha dado a conocer [Mém. du 
Mus. d’Hist. nat.] las costumbres de la especie 
llamada por él Disflosor, la cual, como los Bra- 
chinus, tiene la facultad de producir una fuerte 
explosión; el humo es de un olor intenso, pareci 
do al del ácido nítrico; enrojece el papel azul y 
produce en la piel el efecto de una quemadura 
que se hace sentir durante varios días.—Castel- 
nau.—Histoire Naturelle des Insertes*.
	        
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