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ESTAMPAS VERNACULAS
La fraseología de don José Lino
Acaso no se verá más por las tortuosas
calles santiaguinas, tipo de más enjundio-
s ° palabreo, de más cáustica ironía y de
más aguda parla pintoresca, que aquel don
Je sé Lino.
Había para saborear largo su fraseólo-
S'a, sabrosa e inconfundible.
1 enfa su "cutulo” (caballo) y cargaba su
t-ocón”. Llama al café "esencita” y al
aceite “olivltos”. Dice "tortol” a la porto
■ "huachacay” al pisco, “loero” al orador
maestro” al que empina el codo, "mocosa 1
® la querida, "madrinero” al compinche
champa”... a las vellosidades íntimas.
Comercia en ají, coca, chancaca y jamo
lles - Su bodega, que él llama “chingana”
tlIV ° un tiempo éste rótulo que él dice “re
tillo”.
Hon More de Santiago, vende:
Coca con su “yapa” de cal.
Chancona de la buena con su puñao
de coca de resto.
Aji bien “romancao”.
Café que da buena esencita.
Jamones bien “jumeados”.
Para no “muermear’’ buscando la “chin
gan”, preguntar por don More, el salinero.
Una tarde a pleno aguacero apareció a
caballo por la calle “R1 Comercio”, un des
conocido, que resistía el chaparrón con un
poncho de 'jebe negro y una gorrita tejida
sin viscera. Ya por la media plaza lo avi
ta don José Lino, que endilgaba “huacha-
cay” en la tienda del compadre Manuel. Y
fue todo uno verlo y gritarle:
—Oye... Oye... Oye gorra e chiquillo...»
Ven pa cá...
K1 desconocido permaneció indiferente a
las primeras voces. Don José Lino insis
tió. Por curiosidad voltea la cara el desco
nocido y ve que el individuo que llamaba,
parecía rubricar sus gritos con ademanes
dirigidos a él. Sofrena el caballo y obser
va con atención. Se repiten los gritos y Igs
llamadas de mano. Convencido de que él