Full text: 2.1916=Nr. 33 (1916003300)

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AflO II 
LIMA MAEZO 9 de 1016 
HUMEEO 33 
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Director: cáelos FEEEZ i canepa gerente aueelio J. maetin 
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Instantáneas 
Fué cl segundo día dc carnaval, de éste extraño carnaval que la gente 
festeja, y que es, para nosotros, una página desglosada dei eterno carnaval 
de la vida, ó lo que es igual', un gesto de sinceridad en los hombres que se re 
velan al cabo de tanta hipocresía y tanta farsa. Fué el segundo día de festa 
pagana y salvaje, ■ llamémosla tal como es, - cuando la ciudad cobraba alo 
cado movimiento y cuando el desfile de Picrrots y Colombinas vulgarizados 
matizaba el paisaje monótono de supremo colorido. Por una de esas calles 
nuestras, estrechas, que aún conservan el esplendor dc los dias virrcynales, iba 
una anciana camino del hogar. Viejita, enjuta, apenas podía seguir. Arras 
trando los pies, como buscando amparo, inclinándose en las paredes, avanza 
ba, avanzaba De los balcones y de las azoteas, el agua caía inclemente 
mente sobre los cuerpos húmedos de los jugadores y de los transeúntes. Y se 
sostenían alegres combates de globos, de serpentinas multicolores en medio de 
una algarabía entusiasta- Mas, mientras lodos se divertían, la anciana cruza 
ba su calle de Amargura, pues era objeto de burla y era blanco de los pro 
yectiles salvajemente carnavalescos Ante el paso de la ancianidad la car 
cajada de la juventud irrespetuosa era una revelación dc nuestra cultura ac 
tual. Y oíamos que de un grupo de cultísimos jóvenes expresaba una voz: 
—I Viva el carnaval! En carnavales no se respeta á nadie. Todos somos 
unos ¡La igualdad! ¡La tolerancia! ¡Lo inmoral! ¡La libertad! Yo 
quisiera que todo el año fuera carnaval 
No nos asombramos, por lo acostumbrados que estamos á oír necedades 
en gentes que visten á la moda. Pero si sentimos una sensación de dolor en 
nuestras almas, una pena infinita é inexplicable 
La anciana, pintarrajeada, empapada, vejada, ya no podía más. Cayó 
rendida á la vera del camino, con los ojos llorosos, el rostro pálidamente 
triste. Sin embargo, dc sus labios exangües no brotaban palabras dc cólera, 
frases de rebeldia. Una resignación acabada la hizo sólo exclamar, diri 
giendo los ojos al grupo de jóvenes cultos, y, levantándolos, luego, al cielo'- 
—Perdónalos, Señor, que aún no saben lo qué hacen 
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