Letras
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fiel Presidente de la República, refren
dado por el Secretario de Estado. Es
te Decreto se publica como un mes
antes de la fecha fijada, y viene a ser
como el balance resumido de los be
neficios dispensados por Dios a la Na
ción, y en virtud de los cuales se in
vita a ésta a expresar su gratitud.
Esta vez se fijó el día jueves 27 de
Noviembre próximo pasado para la ce
lebración de las solemnidades religio
sas. «El año <|ue acaba de pasar—di
ce el Presidente Wilson en uno de los
considerandos del memorable Decreto—
se lia señalado en grado particular
por las manifestaciones de la bondad
de Dios y la benéfica providencia. Nos
otros hemos gozado de paz, no sólo en
toda la extensión de nuestras fronte
ras y con las naciones del mundo, si
no que también la paz ha sido acen
tuada por constantes y múltibles ma
nifestaciones de una amistad genuina,
de mútua correspondencia y armonía
y de una, feliz operación de muchas
elevadas influencias, sea en lo ideal o
en lo práctico. La Nación ha sido, no
solamente próspera, sino que también
ha probado su capacidad para tomar
serenas determinaciones en medio del
lapido desenvolvimiento de los asuntos
y teniendo que atender a su propia
vida con un espíritu de integridad, rec
titud y cortesía». Como alma mater
de documento palpita un ideal de amor
a la paz considerada como el supre
mo beneficio que la Providencia puede
dispensar a los pueblos.
Como una deferencia a las naciones
Latino-Americanas y por iniciativa del
Chispo Win, T. Russell, Rector de la
Iglesia Católica de San Patricio, desde
el primer año de la presidencia de
"r. Taft—hace 5 años—la solemnidad
Religiosa se efectúa en la mencionada
iglesia. Desde entonces liase converti
do en festividad de carácter interna
cional, anualmente celebrada con el tí
tulo de Misa Pan Americana.
La Iglesia de San Patricio hallába
se espléndidamente iluminada y ador
nada con flores naturales, gallardetes,
banderas y escudos de las naciones
americanas, con sencillez y elegancia.
Todos sus picos eléctricos encendidos,
sus altares y araña resplandecientes,
la armonía de la orquesta y un coro
de niñas cantando trozos de música
sagrada, la presencia de lo más dis
tinguido de la sociedad Washingtoniana,
todo ese conjunto de belleza y distin
ción—el oro, la seda, las perlas, dia
mantes brillando por doquier—impri
mía al acto una solemnidad extraor
dinaria. Se respiraba un dulce embria
gador ambiente de felicidad. Lo mejor
y más aristocrático de Washington es
taba allí, en un templo católico, pies-
tigiando la ceremonia con su presencia
y elevando sus preces al cielo por la
paz y prosperidad de las naciones de
América. El acceso a la iglesia era
imposible sin las tarjetas de entrada
previamente distribuidas con las invi
taciones. No habia un asiento que no
estuviese ocupado.
Las banderas nacionales de las 21
Repúblicas Americanas, con un letrero
indicando los nombres de los respecti
vos países, señalaban, en la nave cen
tral, los escaños reservados a los Mi
nistros Diplomáticos con sus Secreta
rios, esposas o hijas. El asiento de
honor, ejerciendo el Decanato del Cuer
po Diplomático Latino-Americano, pol
la superioridad de su rango, lo ocu
paba el Embajador de los Estados
Unidos del Brasil.
Las columnas de mármoles de color,
o granito marmolizado, del interior de
la iglesia, estaban adornadas con las
banderas y escudos entrelazados de las
distintas naciones del Continente. No
se veían más que luces, banderas, es
cudos, flores naturales artísticamente
colocadas en el altar mayor y en los
laterales, asiento del cardenal bajo un
palio de seda escarlata, etc., etc. En
la bóveda del púlpito, todo hecho de
mármol blanco, sobre la cabeza del
orador, destacábase la figura simbólica,
dorada a oro, del Espíritu Santo, y
casi al nivel del borde, - sirviendo de