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Letra»
duras para desenvolver la democracia,
mediante instituciones libres.
La emancipación sudamericana, favo
recida por el general descontento de
los criollos ante el desgobierno español
y por alguna infiltración de las doctri
nas de la Enciclopedia y la Revolución
Francesa, tuvo caracteres de improvi
sación y de sorpresa. Sólo era induda
ble el deseo de aprovechar una ocasión
propicia para sustituir la administración
española por una administración criolla.
La caida de Fernando VII despertó ini
ciativas similares en varios puntos de
la América española, sin que obraran
de concierto los colonos de las diversas
regiones. «Casualidad era sin duda que
llegase a Buenos Aires tan retardada la
noticia, al mismo tiempo que llegaba
igualmente retardada a Cartagena de
Indias; pero el intento de aprovechar
de la coyuntura, como la forma de ha
cerlo, sin estar los americanos de dis
tintos puntos entendidos entre sí, es el
indicio de que el movimiento era pro
ducido por ideas generales, independien
tes de circunstancias locales, y sólo ex
plicable por el sucesivo desarrollo de
ideas que parten de orígenes comunes,
históricos, lejanos...»
«Cada sección americana de las que
quedaron divididas en Estados después
de destruida la dominación española en
América, se forjó, desde luego, para dar
se aires de nación, una leyenda popular
que hace que sus abuelos, acaso sus
deudos, preparasen la revolución y aún
consertasen la manera de llevarla a
cabo.
«Con las tentativas frustradas en Char
cas, Méjico y otros puntos, la simulta
neidad del movimiento en lugares tan
distantes como Buenos Aires y Carta
gena, ciertos como estamos ahora de
que no hubo concierto, tenemos que
aceptar una causa más general, más in
dependiente de la voluntad de cada uno;
y debe añadirse que esa causa obraba
sin consideración a las ideas prevalen-
tes en los mismos pueblos que ejecuta
ban los hechos». La independencia es
taba en la atmósfera, como resultado
de la incapacidad política y administra
tiva del gobierno español; venía seña
lada en la cronología de los tiempos,
porque ya se había emancipado la del
Norte; la estimulaban o la apetecían las
minorías cultas de nativos que se con
sideraban capaces de sustituir con ven
taja a los funcionarios españoles en el
manejo de los nacientes intereses de la
población.
Pero, en verdad, nadie sabía con cer
teza cómo y cuándo convendría organi
zar nuevas nacionalidad es con la inorgá
nica población de las colonias españolas.
«Si la idea, pues, de la Independencia
venía por inducción y como corolario de
los Estados Unidos, los medios de obte
nerla, la forma de gobierno que habría de
suceder al de España, preocupaba poco
los ánimos de los que en cada goberna
ción se preocupaban de estas cosas que
debían venir necesariamente, porque el
éxito feliz de la emancipación de la
parte norte de la América, y la fácil ex
pulsión de los ingleses de Buenos Aires,
con sólo intentarlo, no obstante sus on
ce mil hombres, daban por sentado que
hacerse independientes era serlo, con
sólo quererlo.
«De ahí provenía que nadie, o pocos,
se apasionasen por la forma de gobier
no; no se profesaban doctrinas muy cla
ras sobre la división de poderes ni la
representación del pueblo, porque el
Cabildo abierto sólo admite los notables
de la ciudad, apartando al pueblo del
lugar de la reunión, como lo repiten las
actas de la época.. En el pueblo ven
drían indios, negros, mestizos y mula
tos, y no querían abandonar a números
tan heterogéneos la elección de los ma
gistrados, si estos habían de ser blancos,
de la clase burguesa y municipal».
Los elementos menos quietos, movi
dos por un ardoroso espíritu innovador,
chocaron desde el primer momento con
las personas de juicio maduro y senti
mientos conservadores. En todas par
tes un núcleo de jóvenes europeizantes
quiso repetir la Revolución Francesa,
mientras una sólida masa de hombres