Full text: 1.1915=Nr. 5 (1915000105)

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. LETRAS 
posa Americana pueden contarse: M. Jusse- 
rand, cuya esposa pertenece a la 'familia 
Richards; el Conde Bernstroff, Embajador 
de Alemania, cuya esposa llevaba de solte 
ra el apellido Luckemeyer; el Ministro Lou- 
don, de los Países Bajos, casado con Miss 
Eustis; el Ministro Riano y Gayangos, de 
España, casado con Miss Alicia Ward; el 
Conde Moltke, Ministro de Dinamarca, ca 
sado con Miss Thayer; el Ministro Have- 
nith, de Bélgica, casado con Miss Foulke; 
el Embajador Bakhmetoff, de Rusia, casa 
do con Miss Beale; a éstos puede agre 
garse el Visconde Chambrun, Attache Mi 
litar de la Embajada Francesa, casado con 
Miss Longwoeth; y el Encargado de Nego 
cios Mirza Ali Kuli Khan, de Persia, cuya 
esposa es Americana. 
Cuando los calurosos días de verano lle 
gan, la mayor parte de los diplomáticos van 
los carraos 
Desde el fondo de! mar subió buscando 
la tremenda ilusión que la acosara, 
hermosa como el sol, toda claveles; 
triste, muy triste, pero blanca, blanca ... 
Deslumbraba su faz. La cumbre altiva 
rugía de emoción bajo su planta; 
cantaron las alondras en el bosque, 
discurrieron irónicas las dríadas, 
tuvo celos la Tierra, y voluptuosos 
atisbaron los sátiros con ansias 
mientras, risueña y displicente, iba 
pulsando su arco la implacable Diana. 
La Ondina suspiró. Igual que el eco 
de acorde suave o música lejana, 
igual que el viento cuando sopla lúgubre 
trayendo crudo invierno a la comarca, 
igual que el son de cuerdas muy sensibles 
que una mano diabólica pulsara, 
igual que los rumores cuando tañen 
en la cúpula a duelo las campanas, 
igual fueron los ayes de su boca 
tendiendo en curva colosal las alas. 
Y el llanto resonó. Nunca otros ojos 
virtieron con dolor mejores lágrimas 
que al abismo corrieron despeñándose 
más puras que el cristal. Hilos de plata 
parecían más bien ¡ Rico torrente 
de cuántas desventuras y esperanzas ! 
Secas quedaron sus divinas órbitas; 
rígido el busto, parecía estatua 
esculpida por mano prodigiosa 
en el mármol mejor de la montaña. 
La engalanaron gasas de neblina, 
la perfumaron brisas de las faldas 
y ablandaron su torvo desconsuelo 
todos los silfos que en el aire vagan. 
Levantó entonces la turbada frente, 
mesó la cabellera fina y larga
	        
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