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¿ La geografía r Hay una cierta adap
tación de la corriente de los sucesos al me
dio geográfico, elemento estático, que se
gún se mire puede comprender casi todo
lo anterior, más la posición, la extensión,
el aspecto general, la configuración y los
dates arcifinios. La geografía orienta, im
prime rumbo a la corriente histórica co
mo el desnivel del suelo a la co
rriente del río, pero- ¿ cómo calcular
las curvas infinitas, caprichosas de la
onda móvil y fugaz ? No es posible me-
un compás, pero el hecho capital queda
ilustrado con ejemplos concluyentes: Cam
biando la geografía de una zona, se des
hace su historia para rehacerla de otro
modo, y si bien la montaña separa y el
río une, es también verdad que ciertos ríos
ponen fronteras al espíritu nacional.
¿ La raza, el tipo' hereditario, la unidad
étnica ? Cada grupo humano, aunque sea
resultado de cruzas sucesivas, cada variedad,
lleva en sí un impulso que estriba en sus
células y es el secreto* de su destino, una
energía incalculable que moverá a la uni
dad étnica con mayor o menor velocidad
a través de los siglos. La variedad imprime
al espíritu caracteres indelebles, mientras
no cambie de situación geográfica. El
francés de hoy es, en el fondo, el propio
galo que Estrabon y Julio César describían,
y con el inglés acontece igual, pero su des
cendiente cambia de carácter en las Indias
(Fouillé).
¿La historia, el arte? Hemos visto que
la patria es la historia de la patria. He
mos llamado la atención sobre el arte como
factor nacional. La emoción patriótica con
tenida en un poema, en la cadencia de un
himno amado, en el gesto de un héroe
que inmortalizó el pincel, suscita a su vez
el patriotismo y le aviva en el corazón
del pueblo. En cuántos héroes habrá evo
cado la idea y avivado* el sentimiento de
la independencia y de la unidad nacional,
en Italia, aquella creación de Miguel An
gel, la estátua de La Noche, bella mujer dor
mida, imágen de la patria, en el sueño
de su esclavitud, bajo el yugo de los
tiranos ! El arte superior forma una es
pecie de aureola al rededor de las banderas
victoriosas, dice Qroussac. Hasta la gloria
del sabio, un poco indiferente tal vez a su
bandera, proyecta sobre su patria un rayo
de su luz, y su nombre es motivo de or
gullo, integra la personalidad moral de su
nación.
Y si todas las causas naturales fueran
idénticas en todas partes, todavía ten
dríamos signos de nacionalidad que deri
varían de causas étnicas, y si todos los
pueblos estuvieran formados por una sola
raza puesta en las mismas condiciones na
turales, habría aún naciones con fisonomía
propia, mientras tuvieran costumbres, edu
cación e historia diferentes.
Y como epílogo sentamos que las princi
pales causas constitutivas de las naciones,
son la geografía, la raza y la historia, lo
cual no quita que el carácter nacional sea
—dando otra aplicación a una expresión
ajena—como aquel famoso metal que en
el incendio de Corinto se formó de la
mezcla de todos los metales.
Manuel DOMINGUEZ