LETRAS
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La mentira en la Historia
“Arnicas Plato sol magis
amica veritas ...”
No voy a tratar tic errores históricos;
Dios me libre de ello. Voy a hablar de
la historia de lo que no ha sucedido, pe
ro que pasa por historia que pudo su
ceder; voy a tratar de mentirillas histó
ricas y de fácil comprobación. ¿ Mentiras
en la historia ? dirán algunos. ¿ Y pue
de haberlas ? ¿ No es eso un verdadero
contrasentido ?
Lo es en realidad; pero sin embargo
ellas existen y campean sin ningún escrú
pulo por muchos libros de historia. ¡ E
pur si muove !, como no dijo Galileo.
¿ Qué es ta que hay de cierto, por
ejemplo, en la famosa lucha de Leónidas
y los trescientos espartanos en las Ter
mopilas ? El episodio tal como se le re
lata es conocido'; lo que no se conoce
bien es si el hecho sucedió o no. En
la introducción del «Viaje de Anachar-
sis el joven» se puede aprender algo so
bre esto. El abate Barthelemy, siguien
do a Diodoro, prueba que en lugar de
300 hombres eran 7.000 los que acompa
ñaban a Leónidas; y serían 12.000 si se
creyera a Pausanias. Leónidas no esta
ba tan solo, pues, en las Termopilas. Re
cuerdo aquí, de paso, que el poeta M:.-
tre en su «Hi'storia de Be'.grano», com
para a su biografiado: primero con Leó
nidas, cuando en los desfiladeros monta
ñosos de los esteros del Paraguay com
batió con Cabanas en Tacuarí; y con
Jenofonte después, cuando derrotado y
maltrecho pudo salvar los restos de su
expedición a raíz de un armisticio.
Alfredo Maury, en la «Revista de Fi
lología y Bibliografía», prueba que Cé
sar no le dijo ni le pudo decir al pi
loto que le conducía en medio de una
tempestad: ¿ Quid times ? ¡ Cesarem ve-
his ! (¿Por qué temes? ¡Tú Llevas a
César !).
Napoleón se reía de la ocurrencia. La
verdad es que en un trifenio, en medio
de una borrasca en que hasta el piloto
se asusta, por más que fuera el Cesar,
no se está para hacer frasecitas petu
lantes.
¿ Que Belisario, el gran general de Jus-
tiniano, cayó en desgracia después de sus
grandes hechos, que le sacaron los ojos
y que pedía limosna en una isla del
Egeo ? Mentirilla y de otro poeta tam
bién, pero que no escribió historia sino
sólo versos, de Tzetzes, de quien la to
maron luego los historiadores, según lo
demuestra Oriffet, y Fournier en «L’Es-
prit dans l’Histoire».
La historia de Porcia, mujer de Jumo
Bruto e hija de Catón de Utica, que ob
tuvo de su marido la confidencia de una
conjuración para quitarle la vida a César
y q ue lo denunció, y que luego de perder
a su marido se dió ella misma muerte
tragando' carbones encendidos, no es ni si
quiera fantasía: es simplemente grotesco.
Según Martial, Porcia se ahogó con ce
nizas: esto siquiera cabe en lo posible.
César Cantú, en el tomo 3", página
284 y siguientes de su «Historia Univer
sal», nos cuenta con lujo de detalles la
toma de Alejandría por Amru, lugarte
niente del califa Ornar, quien mandó que
mar los libros de su biblioteca entre los
4.000 baños de la ciudad, para calentar