Full text: 2.1916=Nr. 3 (1916000203)

LETRAS 
127 
do la túnica, manchada en todos los fan 
gos de la tierra. ¿ Quién no la tiene cu 
bierta de las gruesas gotas de la charca ? 
¿ quién no ha ensuciado sus manos en la 
sangre y en la mugre de las luchas de 
la vida ? ¿ quién, por dentro, no es un 
mendigo de paz y de perdón ? 
«¿quién está cierto de no haber matado?* 
según la expresión del cristiano y divino 
cisne de Gutiérrez Nájera, el más grande 
lírico de América ? Esperad al centinela' 
perenne: el mago del suplicio invisible. 
No impunemente tendréis jamás malos pen 
samientos y proyectos siniestros. Ellas 
también hieren el alma, como el puñal 
asesino rasga la carne. También tienen 
su peso en la balanza de la inexorable 
justicia del mago del suplicio invisible, 
porque no hay dramas más espantosos ni 
más encantadores idilios que los que ti 
espíritu forja en un momento de silencio 
y soledad. ¿ Qué Shakespeare y qué Ra- 
cine han nacidoi que puedan describir las 
tragedias que en un instante inesperado 
deslumbran y se apoderan de nuestras in 
quietudes cuando- estábamos por dormir ? 
Un mal pensamiento' es una daga que, 
después de herir a un alma o a muchas 
almas, vuelve contra nosotros su punta 
envenenada. Las mismas leyes divinas 
que nos purifican por el dolor físico nos 
redimen también, y de modo más perdu 
rable, por el tormento moral. Meditad. 
«Cogen un día a Adoni - Bezec, y cúr 
tanle las extremidades de pies y manos, 
y confiesa él mismo que Dios hizo con 
él lo que él con setenta reyes»... Hay 
más. Achab reinaba en tiempos del pro 
feta Elias. Era un rey malo. Naboth, 
un pobre, un hijo de Dios, un elegido, 
fué despojado de su viña. Pero llegó 
un día en que Elias dijo a Achab: « Rey: 
W has matado y poseído'; pero escucha 
la palabra terrible del Señor. En el lu 
gar donde los perros han lamido la saa- 
gre de Naboith, lamerán también tu san 
gre ». Muerto por un flechazo, los pe 
rros lamieron la sangre de Achab. ¡ Ha 
bía llegado' la hora del suplicio invisible ! 
Hay en el Hitopadeza una fábula de 
liciosa, atribuida a un teólogo del Gan 
ges llamado- Narayana. El Hitopadeza no 
es más que una parte selecta dé los apó 
logos del Pantchatandra. La Fontaine 
se inspiró en él, indiscutiblemente, como 
en Bidpai, según sus propias confesiones. 
La fábula a que me refiero se titula El 
Tirano, y está escrita con la divina gra 
cia e ingenuidad de la tierra de los 
brahmanes. Oídla: «Era un rey bárba 
ro. Sus vasallos no podían ya tolerar 
sus calamidades. Y pedían a Indra que 
pronto le alejara del mundo. 
«Al volver de una cacería, el rey, por 
un cambio de conducta sorprendente, en 
vió heraldos que publicaran este bando 
en las plazas de la ciudad: Pueblo: mi 
insensibilidad ha sido hasta ahora un 
velo que me ha impedido ver el camino 
que debía seguir durante mi reinado, y 
mi crueldad me ha hecho hundir el pu 
ñal en el pecho de los inocentes. Ale- 
gráos; desde hoy me dedicaré a propor 
cionaros toda clase de felicidades y a 
haceros justicia fielmente como debo. 
«Aquella proclama proporcionó a todo 
el pueblo una alegría insuperable, los 
súbditos gozaron de un reposo que hasta 
entonces no habían conocido, y la justicia 
fué tan exactamente observada, mientras 
duró el gobierno de aquel rey, que lle 
garon a verse corderos alimentándose de 
la leche de las leonas, el halcón y la 
perdiz en el mismo nido y el ganso vo 
lando en compañía del águila. 
« Ese cambio pareció más admirable por 
que se ignoraba la causa que lo había 
producido. Un favorito del rey, en cier 
to día, le suplicó le permitiese preguntar 
le el motivo de aquella mudanza tan sor 
prendente. 
«—He aquí la razón — le dijo.—En la 
última cacería a que asistí, estando- per 
siguiendo a una liebre, vi un perro que 
se equivocó y siguió l,a pista de una zo 
rra. Cogió a la zorra de una pierna, y 
se la rompió: la zorra pudo escaparse y 
se escondió en un agujero. El perro la 
abandonó entonces, y corrió a buscar la 
liebre; pero- un transeunte que vió al pe 
rro atravesando su camino, le arrojó una 
piedra que le rompió una pata... Poco
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.