Full text: 2.1916=Nr. 3 (1916000203)

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LETRAS 
ba muy a menudo su editorial a las ga 
cetas, como un simple cagatinta. 
Obedecían ambos al afán de redimir por 
el pensamiento. ¡ Varones apostólicos ! 
* * * 
Sarmiento declara, sin tapujos femeniles 
y ridículos, que le faltó una cultura fun 
damental desde el principio de su carrera, 
«Si me hubiese preguntado' a mí mismo 
entonces (1840-1841) si sabía aligo de po 
lítica, de literatura, de economía y de crí 
tica, habría respondido francamente que 
no». Aunque, en rigor, lo que Sarmien 
to confiesa no es el ser ignorante, sino el 
haberlo^ sido. 
Pero aunque no dispusiésemos de esta 
sincera confesión de los Recuerdos, tam 
poco nos llamaríamos a engaño. El más 
superficial espíritu de comprensión basta 
ría para orientarnos. 
En una reciente biografía de cuarenta y 
ocho lincas, leo: «Nació en San Juan el 
15 de Febrero de 1811. Aprendió prime 
ras letras en la Escuela de la patria; en 
1821 no consiguió una beca para el Se 
minario de Loreto, de Córdoba; circuns 
tancias adversas impidiéronte con i.iuar sus 
estudios... En 1826 se dedicó a ense 
ñar ». Lo que vate decir, recordando al 
clásico': «Deja Fray Gerundio los estu 
dios y se mete a predicador». 
Sarmiento, como Fray Gerundio, aban 
dona los estudios para endocírinar a los 
demás. Toda su vida hará lo mismo. 
Pero, en resumen, ¿ fué ignorante Sar 
miento ? No; todo lo contrario: supo de 
masiadas cosas, como buen periodista. Pe 
ro a menudo aprendió a la carrera y mal, 
Su talento suplía las deficiencias y relle 
naba los vacíos con suposiciones, a veces 
felices. Tipo del criollo bien dotado, asi 
milador y brillante, su saber fué la ciencia 
del hispano-americano durante casi todo 
el siglo XIX: superficial, de relumbrón, 
ciencia que se asimila a maravilla la cul 
tura extranjera, sin crear una original cul 
tura propia. 
Sarmiento comprende, desde temprano, 
que español sólo, por único vehículo in 
telectual, no basta a su hambre de saber 
y a su curiosidad de espíritu. Y se pu 
so a aprender lenguas. 
Bien o mal estudia, no sólo francés pa 
ra leer, sino algo de inglés. Con seme 
jantes instrumentos de cultura en la ma 
no empieza a abrirse camino y a apacen 
tar su espíritu en fértiles lecturas. Lo va 
descubriendo todo con ingenuos ojos de 
niño; todo lo revela y lo comenta como 
si él solo estuviese en autos. Es verdad 
que discurría ante un público de animales: 
gauches cerriles, auraucanois de guayuco 
en el cerebro, bachilleres intonsos, ahitos 
de latín y de estupidez: la Argentina de 
la época, el Chile de ese tiempo, nuestra 
América pintoresca que no lia hecho hasta 
entonces, en letras, sino dormir la siesta 
y aprender demagogia o teología. 
Cuando va a los Estados Unidos, lee, 
si ya no lo conoce, a Tocqueville y a 
los políticos y pedagogos ang’o americanos. 
Se vuelve un yancófilo entusiasta. 
Los Estados Unidos fueron hasta la pri 
mera guerra de México un pueblo sin 
ambiciones militaristas ni imperialistas, el 
modelo y el hogar de la libertad civil. 
Toda la América del Sur los admiraba 
con el mismo fuego con que hoy los de 
testa por sus elecciones fraudulentas, por 
sus trusts, por su Tammany Hall, por su 
liviandad en las costumbres femeninas, por 
la mala fe de su comercio, por su ridículo 
y palabrero coronel Roosevelt, por su di 
plomacia en mangas de camisa, por sus 
profesores de Universidad que escriben 'so 
bre cosas de Hispano-América con supi 
na ignorancia, por su voladura del Mainc, 
por su secesión de Panamá, por su cap 
tación de las finanzas de Honduras, por 
su adueñamiento de las Aduanas de 'San 
to Domingo, por la sangre que vertieron 
y la independencia que anularon en Ni 
caragua, por las revoluciones que fomen 
tan en Méjico y su desembarco en Vc- 
racruz, por su reclamación de 81.5O0.OCO 
bolívares a Venezuela, cuando en reali 
dad no se les debía sino 2.182.253, que 
les reconoció un árbitro extranjero, por 
su reclamación Alsop a Chile, por su mal 
encubiertas miras sobre las islas Galápa 
gos del Ecuador y las islas Chinchas del 
Perú, por su afirmación diaria de que las
	        
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