Full text: 2.1916=Nr. 3 (1916000203)

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ciai » las ¡deas de Spencer, « dejando ... 
las darwinistas ». ( Conflictos, 407). No 
es sociólogo, aunque -:o pretende. Fue, 
en Conflictos, filósofo de la historia, con 
todas las interpretaciones caprichosas o in 
teresadas a que la llamada filosofía de la 
historia abre tan amplio margen. 
No se asegura, por supuesto, que en 
Facundo, y en Conflicto de razas las in 
fluencias, respectivamente, de Buckle y 
Spencer fueran exclusivas. Sarmiento fué 
lector de varia y numerosa lectura toda 
LETRAS 
la vida, y a Tocqueville, por ejemplo, 
lo leyó con provecho, como a otros mu 
chos, Lo que se dice es que aquellas 
influencias inglesas parecen ser las direc 
toras. 
Respecto a Buckle, es inútil insistir en 
probar la luz del sol. Cuanto a Spencer, 
el mismo Sarmiento reconoce lo que le 
debe allí donde escribe: «Con Spencer 
me entiendo porque andamos el mismo 
camino ». 
IV 
La influencia del Libertador 
Queda otra influencia por demostrar: la 
de Bolívar. 
La influencia de Bolívar, aunque Sar 
miento la disimule, no fué, a partir de 
cierto período, la menos imperativa y efi 
caz en la formación de su espíritu. A 
cada paso, en las obras de Sarmiento, apa 
recen el recuerdo y la sombra del Liber 
tador, ya bien, ya mal traídos, evocados 
con lealtad o con despego. Aun cuando 
menos lo mencione, se descubre patente 
en el colosal espíritu de Sarmiento la co 
losal huella de Bolívar. 
A veces descúbrese hasta en el estilo 
«Ercitla — escribe un día el pensador 
argentino —, Ercilla hizo de Caupolican 
un Agamenón, de Lautaro un Ayax, de 
Rengo un Aquiles». — (Conflictos, ed. 
de 1915; pág. 103). 
Parece estar leyendo a Bolívar, cuando 
se dirige a Olmedo y critica el famoso 
Canto a Junin, del gran poeta ameri 
cano: 
«Usted abrasa la tierra con las ascuas 
del eje y de las ruedas de un carro que 
no rodó jamás en Junin. Usted se ha 
ce dueño de todos los personajes: de mí 
forma un Júpiter, de Sucre un Marte, de 
La Mar un Agamenón y un Mene'.ao, de 
Córdoba un Aquiles, de Necochea un Pa- 
troclo y un Ayax, de Miller un Diome- 
des, y de Lara un Ulises». — (Carta a 
Olmedo: Cuzco, 27 de Junio de 1825). 
La inspiración de Sarmiento en el Li 
bertador es evidente. Pero dejemos tales 
minucias. No se trata de letras, sino de 
ideas. 
«La España — escribió el Libertador — 
deja de ser europea por su sangre afri 
cana, por sus instituciones y por su ca 
rácter». — Sarmiento también la califica 
de africana hasta por su geología.—(Con 
flictos, pág. 208). 
Sarmiento nos aparece, como Bolívar, 
entusiasta liberal, pero tibio demócrata. 
La idea boliviana del Senado hereditario 
tenía por objeto la creación, en un país 
sin elementos de gobierno, de estos ele 
mentos, y vincular el gobierno de la Re 
pública en la descendencia de los hom 
bres que habían contribuido a formarla. 
A Sarmiento no debería desplacerle tal 
proyecto, cuando indica y aplaude la in 
fluencia en la libertad de los Estados Uni 
dos, de « la clase aristocrática, con la lar 
ga serie de presidentes virginianos, hidal 
gos y caballeros». — (Conflictos, pág. 
408). 
De Bolívar tomó una de sus ideas: la 
salud por la instrucción. 
A tan generosa y exacta idea, exacta 
sobre todo con relación a nuestra barbarie, 
consagró Sarmiento su apostólica vida. 
¿ Cuál es la idea central que campea 
en los Conflictos de Sarmiento ? Que en 
América existen, no diversidad, sino mes 
colanza de razas inferiores, a lo que de 
bemos atribuir los disturbios americanos;
	        
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