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ciai » las ¡deas de Spencer, « dejando ...
las darwinistas ». ( Conflictos, 407). No
es sociólogo, aunque -:o pretende. Fue,
en Conflictos, filósofo de la historia, con
todas las interpretaciones caprichosas o in
teresadas a que la llamada filosofía de la
historia abre tan amplio margen.
No se asegura, por supuesto, que en
Facundo, y en Conflicto de razas las in
fluencias, respectivamente, de Buckle y
Spencer fueran exclusivas. Sarmiento fué
lector de varia y numerosa lectura toda
LETRAS
la vida, y a Tocqueville, por ejemplo,
lo leyó con provecho, como a otros mu
chos, Lo que se dice es que aquellas
influencias inglesas parecen ser las direc
toras.
Respecto a Buckle, es inútil insistir en
probar la luz del sol. Cuanto a Spencer,
el mismo Sarmiento reconoce lo que le
debe allí donde escribe: «Con Spencer
me entiendo porque andamos el mismo
camino ».
IV
La influencia del Libertador
Queda otra influencia por demostrar: la
de Bolívar.
La influencia de Bolívar, aunque Sar
miento la disimule, no fué, a partir de
cierto período, la menos imperativa y efi
caz en la formación de su espíritu. A
cada paso, en las obras de Sarmiento, apa
recen el recuerdo y la sombra del Liber
tador, ya bien, ya mal traídos, evocados
con lealtad o con despego. Aun cuando
menos lo mencione, se descubre patente
en el colosal espíritu de Sarmiento la co
losal huella de Bolívar.
A veces descúbrese hasta en el estilo
«Ercitla — escribe un día el pensador
argentino —, Ercilla hizo de Caupolican
un Agamenón, de Lautaro un Ayax, de
Rengo un Aquiles». — (Conflictos, ed.
de 1915; pág. 103).
Parece estar leyendo a Bolívar, cuando
se dirige a Olmedo y critica el famoso
Canto a Junin, del gran poeta ameri
cano:
«Usted abrasa la tierra con las ascuas
del eje y de las ruedas de un carro que
no rodó jamás en Junin. Usted se ha
ce dueño de todos los personajes: de mí
forma un Júpiter, de Sucre un Marte, de
La Mar un Agamenón y un Mene'.ao, de
Córdoba un Aquiles, de Necochea un Pa-
troclo y un Ayax, de Miller un Diome-
des, y de Lara un Ulises». — (Carta a
Olmedo: Cuzco, 27 de Junio de 1825).
La inspiración de Sarmiento en el Li
bertador es evidente. Pero dejemos tales
minucias. No se trata de letras, sino de
ideas.
«La España — escribió el Libertador —
deja de ser europea por su sangre afri
cana, por sus instituciones y por su ca
rácter». — Sarmiento también la califica
de africana hasta por su geología.—(Con
flictos, pág. 208).
Sarmiento nos aparece, como Bolívar,
entusiasta liberal, pero tibio demócrata.
La idea boliviana del Senado hereditario
tenía por objeto la creación, en un país
sin elementos de gobierno, de estos ele
mentos, y vincular el gobierno de la Re
pública en la descendencia de los hom
bres que habían contribuido a formarla.
A Sarmiento no debería desplacerle tal
proyecto, cuando indica y aplaude la in
fluencia en la libertad de los Estados Uni
dos, de « la clase aristocrática, con la lar
ga serie de presidentes virginianos, hidal
gos y caballeros». — (Conflictos, pág.
408).
De Bolívar tomó una de sus ideas: la
salud por la instrucción.
A tan generosa y exacta idea, exacta
sobre todo con relación a nuestra barbarie,
consagró Sarmiento su apostólica vida.
¿ Cuál es la idea central que campea
en los Conflictos de Sarmiento ? Que en
América existen, no diversidad, sino mes
colanza de razas inferiores, a lo que de
bemos atribuir los disturbios americanos;