LETRAS
la ¡dea de Bolívar, en suma: «nuestras
epidermis difieren visiblemente»; «no se
sabe a qué famil'a h m na pé fenecemos»;
«esto trae un reato de mucha importan
cia». Sarmenito comen'a les orígenes de
nuestros pueblos. Bolíva-, reíiriéndose a
las especiales cen.’i io .es étnicas de Amé
rica y a las mis 1 janas influencias atá
vicas y hereditarias, advertía: «erhando
una ojeada sobre el pasado veremos cuál
es la base de la República». «Fuerzas
irresistibles han dirigido h marcha de nues
tros sucesos ».
Todo e! plan de Conflictos y armonías
parece una glosa de las siguientes pala
bras de Bolívar:
«¿ Queréis descubrir les autores de los
acontecimientos pasados y del orden a o _
tual ? — Consultad les anales de E paña,
de América, de Venezuela; examinad las
Leyes de Indias, el régimen de los anti
guos mandatarios; la influencia de la ie-
ligión y del dominio extranjero; obser
vad los primeros actos del gobierno repu
blicano; h ferocidad de núes 1 ros enemigos
y el carácter nacional». — (Mensaje de
1819).
Ese fué el plan de Sarmiento, en sus
Conflictos y armenias, con respecto a h
América.
Pero hay más: semejante fuá también,
con respecto a Francia, el plain de Taime
en sus Orígenes de la Francia contem-
ooránea.
Tal anticipo de porvenir ctnsiuye una
de las facetas de ese diamante que nom
bramos genio. Con Bolívar coincidieron,
Taine, ignorando la coincidencia, y Sar
miento, ¡a sabiendas. As : , el Libertador
puede llamarse, por ese como por otros
respectos, el Precursor.
La analogía de las ideas de Sarmiento
con -el Libertador se aducen aquí, sólo
de paso, para probar que Bolívar fué uno
de los factores que contribuyeron, en cier
to modo, a formar el admirable espíritu
de Sarmiento. No es ahora la ocasión de
ahondar en ese punto, Pero terminad
recordando que otra idea fundamental de
Bolívar prohijó el grande hombre del Pla
ta, aunque por una "flaqueza de viejo gas
tado se presenta a si mismo o casi casi
Ibl
como generador de tal idea. Me refiero
al Arbitraje.
Creyendo, más de la cuenta, en la bar
barle rlopl tense, o imaginando acaso que
América ha perdido h conciencia de sí
y que él podía arrancar impune las más
claras páginas de la historia del Derecho
público americano-, Sarmiento no vaci a en
atribuirse la paternidad respecto a la idea
de hacer del Arbitraje el Instrumento ju
rídico obligatorio para dirimir diferencias
internacionales.
«Mace diez y seis años — escribe el
6 de Septiembre de 1883 - hace diez
y seis años, que habiendo sido Ministro
Plenipotenciario en Chile, duran.c la ten
tativa de reivindicación (por España) de
Chinchas, en el Perú, en la época del
Congreso Americano, y en Estados Uni
dos durante la gue:ra de Méjico, pude vei
la situación de los beligerantes, de donde
nació la idea de buscar .garantías en tra
tados permanentes de Arbitraje, no obs
tante rechazar este medio la Inglaterra»
(4). — (Conflictos, pág. 435).
Para Sarmiento, pues, no existieron Con
greso internacional de Panamá en 18.26,
ni documentos de Bolívar, ni doctrina bo
liviana del Arbitraje, según la cual debía
(4Í Para subrayar su paternidad, aunque no la confiesa
otundámente, agrega, 'dándose una nuporUncra que a
uantos estamos cu el secreto nos hace souien .
,, Solo los que ejercitamos como una herramienta las
acuítate de observación, estudiando la marcha de los
1,cosos o tic las ¡deas, sabemos cuanto material se pteide
n estas adivinaciones, anticipaciones o coincidencia de
stuciio y lie trabajo, sobre tierra poco agradecida por
alta de previo cultivo». (Conflictos, pag 435). ,
Los trascritos son párrafos de una carta a Sr Anstp-
mlo de Valle, donde se excusa de la sospecha de plagio
ü™ al yanqui Oreenlougb Scott. Sarmiento negó cono-
:er°la obra del yanqui. Sin embargo se vio constreñido
1 -fcuando terminaba mi libro, llegóme por intermedio
le The American, periódico muy sensato y de una doc-
Hmí elevada, de Filadélfia, conocimiento del libro de
, - Eben Oreenlougli Scott, titulado The developement
,f 'constitucional libcrty in the engltsh colomes of America.
The American, al dar cuenta del libro, lo presenta como
n a revolución en las ideas, luciendo surgir la constitu-
■ión norte-americana, no del traba|o mental de algunos
lombres públicos de la independencia, sino que Eben
Scott las lince venir desde los primeros tiempos de la
-olonizacir ii, formuladas por Guillermo Penn y adoptadas
-orno constitución del gobierno de Penstlvania...» etc , etc.
■ (Conflictos, pág. 425). ... ,
Fue lo mismo que asento Sarmiento en Conflictos, sin
•itar a Scott, atribuyéndose la idea. Fué por ello que lo
icusaron en Buenos Aires de coincidencia sospechosa.
Sarmiento, en 1883, negó conocer la obra. En 1884 con-
esó ¡por fin!, lo trascrito-, cuando ya el público argen-
iuo’había formado definitivamente su opinión.
El caso de Bolívar es semejante al de Mr, Scott, aun-
pie esta es la primera vez que se habla de ello. El que
lace un cesto, hace un ciento.