Full text: 2.1916=Nr. 5 (1916000205)

T.KTliAS 
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trada madre, con peligro de muerte. 
El progreso de la humanidad es resul 
tado de sangrientos choques. Persia, 
Grecia, Roma, Oartago, España, Ingla- 
rra, Alemania y Francia no han podi 
do prosperar sino conquistando, aba 
tiendo a naciones más débiles. La civi 
lización, en su avance incontrastable, 
necesita de víctimas expiatorias. La 
historia de la Humanidad es la historia 
de la guerra. La lucha es siempre la 
misma, sólo que el carcaj, la lanza y 
el yelmo han sido reemplazados por má 
quinas más poderosas y rápidas de 
destrucción. Se baten ahora en el mar, 
en el aire, en las profundidades de la 
corteza terrestre; el resultado, como de 
todas las contiendas, será un paso más 
hacia el progreso, porque a los gran 
des cataclismos, según la ley rítmica 
del filósofo, siguen la paz y el renaci 
miento. La libertad ha costado rauda 
les de sangre y no ha habido descu 
brimiento que no haya abatido varias 
existencias y acabado con muchas ilu 
siones. Matar es vivir. Demoler es edi 
ficar. «En esta lucha desigual el uni 
verso conjurado contra nosotros debe 
fatalmente vencer. La vida es una 
guerra sin tregua, una conquista siem 
pre disputada. No se puede vencer y 
descanzar sobre el triunfo, pues com 
batir y mantenerse un tiempo es vivir 
y morir es ser vencido». El labrador 
derriba bosques seculares para poner 
en su lugar la simiente que. venciendo 
la resistencia de la tierra, ha de bro 
tar pletórica en doradas mieses. Es 
necesario destruir el pasado para edi 
ficar sobre sus escombros el porvenir, 
porque el pasado y el porvenir no 
pueden coexistir. Dejemos, pues, seguir 
su curso a los. acontecimientos y no 
intentemos oponernos a sus designios. 
—Perdonad mi terquedad, maes 
tro mío. Insisto en que el choque 
violento, mortal, algún día desapare 
cerá. El crimen de Caín no puede per 
durar. Además, amado maestro, no 
acierto a comprender que haya miste 
rios vedados al pensamiento humano. 
Yo creo que a la voluntad persis 
tente y al vuelo de la inteligen 
cia, nada puede resistir. Mi audacia 
me lleva más allá todavía hasta 
derribar la Esfinge, que decís, custodia 
la entrada de los principios inviolables.* 
No. La mente humana no debe te 
ner valla que la detenga, ni límite co 
ma el espacio infinito. Quiero ver cara 
a cara el misterio e interrogarle. Amo 
a los grandes visionarios. Locura era 
cruzar el espacio como soberbio cóndor, 
y hoy el piloto lo somete a capricho 
voluntad. La esclavitud, que fué por si 
glos un derecho, y se creyó eterna e in 
violable, fué volteada por el terrible 89 
que derribó de un golpe, lo que el aqui 
lón del tiempo no ha logrado. Nada 
puede resistir al poder humano que 
tuerce el curso de los ríos y domina la 
naturaleza que se creyó invencible. Es 
mi convicción de que las luchas crue 
les deben desaparecer y ser reem 
plazadas por otra más humana y eficaz. 
Convengo en que demoler es edificar, 
pero habrá tiempo en que las razas 
abrazadas no tiendan sino hacia un 
ideal único y construyan todas un mis 
mo edificio para todos. Y, querido maes 
tro, yo sé que al perpetuo conflicto se 
opone el eterno equilibrio, a la destru- 
eión .mutua, la pacífica convivencia y 
la ayuda recíproca, condiciones también 
indispensables para el progreso. De las 
grandes guerras y formidables máqui 
nas de destrucción, no quedarán sino 
vestigios para horror de las generreio- 
nes del porvenir. No. La Humanidad 
tiene que avanzar mucho todavía para 
cumplir su destino. La guerra nació 
con el hombre y existe aún, pero no 
es razón para que haya siempre. Lo 
que no se pudo en siglos, se puede en 
un día. Lo que miles de generaciones 
no han logrado, puédelo un hombre. 
Vuelvo a insistir, maestro, que el feroz 
conflicto no puede ser eterno. 
—Crisóstomo respondió:—Te perdo 
no, amigo mió, porque eres joven y es 
tás en la edad de los sueños. Pero cuan 
do, como yo. hilos de plata blanquéen
	        
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