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trincada red de ramas y gajos vestidos de nievo, dejando a
la vista frontispicios, pórticos y balcones. No bay zaguanes-
propiamente. Apenas se traspasa el umbral, ya se encuentra
la percha para el sombrero, el bastón o el paraguas, un buen
espejo para componerse la figura, y a más un aparato acceso
ria para descalzarse los zapatos de goma, lodo lugar es utu
zable y utilizado. No se pierde una pulgada de terreno; no en
tran sino muy poco los rayos de la estrella providente, P el
los caloríferos los reemplazan por doquiera en la época de •
fríos al punto de convertir las habitaciones en incubadora ,
según la frase de un andaluz naturalizado, al menos para !«•
que han nacido en las tierras del sol.
En 1904, su población no excedía de la de Montevideo, ‘
cientos sesenta mil almas, según datos de fuente fidedigna ;
pero como la ciudad marcha en sus progresos a pasos agig»
tados, en país donde ninguna actividad se detiene jamás, y < '*
que es cabeza como capital federal y centro de pensamiento,
la vez que como areópago de muy grandes decisiones contim'^
tales, a nadie puede sorprender que esa población se acrecen
en breves años en relación de su importancia.
La peculiaridad que la distingue de no ser emporio de ^
mercio ni de industrias, explica en cierto modo en ella la t» ‘
actual de esas aglomeraciones estupendas de muchas ciuc <• ^
de la Unión, cuyos enormes capitales y fortunas, fascinan ^
atraen la inmigración en una corriente continua, sólo semej ^
a la de los peces (pie por larga serie de lustros se dirigen t e ^
modo inflexible y fatal a los puntos que escogieron par»
deshove y la multiplicación de sus especies. , )j _
Los millones de dólares esparcidos sobre un territorio
menso, con ricos dones naturales y todos los climas del ma»
adunados al poder de iniciati va de sus pobladores y la api
ción constante de las ciencias y de las artes, en sus últimos .
gresos, al punto de que no haya nada oculto ni resista al a^^
lamiente y a la. absorción que operan a porfía fábricas ) u ^ )oS
en titánicas competencias, irradian hasta los más apai
confines del mundo un prestigio tan intenso y sugestivo, ^
los hombres emprendedores y fuertes creen en verdad
Eldorado existe, y vienen encandilados a él, anhelosos ‘ 1 ^
rar como unidades útiles en los prodigios del trabajo y