14
como un coro de sábado de gloria,
florecen de las vírgenes los nombres
en un vergel de celestiales rosas.
Van saliendo las vírgenes que ostentan
nombres de luz y risas melancólicas,
tienen el seno hinchado de fragancias
y en la pupila una visión remota.
Y la primera, con cendales albos,
al través de las islas harmoniosas,
canta la guerra que encendió Helena
bajo los muros de la vieja Troya..
Su palabra de ritmos eternales
en el humano corazón evoca
la música que oyó cuando vivía
el mundo nuevo su primera hora.
Síguela taciturna
su hermana, la demente tenebrosa
que a Prometeo encadenó, por Júpiter,
en la rispida roca.
Tras ellas, febricientes y angustiadas,
cantando himnos que el terror provocan,
las vírgenes de Job y de Isaías
llegan sobre Israel, y son las rosas
que florecen sus sienes como unas
flamígeras antorchas,
Así en larga teoría coruscante,
las unas tras las otras,
van surgiendo las vírgenes dementes
que hablaron al oído de sus cosas
a los mortales pálidos: a 1 hales
de Mileto, del ámbar que una ignota
atracción disimula en sus entrañas;
al ahijado de Delfos, del axioma
geométrico; a Platón, del dialogado
de las almas que se abren luminosas
sobre la gran negrura del misterio