lo hizo Remy de Gourmont, con los decadentes y simbolistas,
a esa nueva generación que surgía del desastre, y que liará
de la España rígida como un teorema que han tiranizado los
inquisidores de la academia, una España más grande, más li
bre y más europea.
Vivimos en una época de revisión de los antiguos va
lores heredados. Hay que juzgar a los muertos con arreglo
a los vivos. Y seguramente de todos los escritores españoles,
comentados por Pagano, cuatro o cinco nombres surgirán en
la posteridad proyectando su paso por la tierra.
Otras de las fases interesantes de este autor, es el drama
turgo. En toda su producción dramática, lo que más pronto
se impone es esta afición a filosofar. Esta característica on
dula en todos sus escritos, y se manifiesta en reflexiones de
una excepcional penetración psicológica.
Este escritor, en verdad, más que un dramaturgo, es un
filósofo que dialoga.
Sin que esto suene a ditirambo, Pagano es en la hora
presente, una de las personalidades de más fuerte vigor
presentativo en la intelectualidad argentina.
Antonio Aita