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Es preciso que madrugue para soltar el agua en la
P r ^ sa y <l ue > a las veces, la vigile por la noche, y que a
o as horas sus ojos avizores estén pendientes de aquella
inta que corre siempre, siempre, que brinca y se revuelve,
aseando las laderas y los tajos.
Claro es que sin amor a la tierra no se la riega bien,
quererla es.lo primero; haberla pisado en la infancia, labo-
acio en la juventud, hollado siempre...
Eos regadores de corazón, felices se sienten cuando
ras ar £° y fuerte bregar, al sol las espaldas rendidas de
ans^a y en a ? ua i° s pies, maculados por las asperezas
a tlerra , contemplan, tendiendo cerca y lejos su mirar,
egro el barbecho y esponjoso por la humedad, que ha
^papado la tierra toda con la bendita agua de la repro
el P asa do, Clara mía, las horas muertas mirando
ni r j^ ac 10 > con E>s ojos fijos en las aguas que llegan y se
g r , ® se van... Con razón Víctor Hugo decía que
„? as bellos entretenimientos eran ver jugar a los niños
y mirar correr el agua.
en f deraas ’ a 's° atávica aficióu muéveme a deleitarme
r es as cosas - Cuéntame que una mañana olvidó mi padre
gresai a comer a la hacienda, tan sólo por estar mirando
sus Peones regar la tierra.
Ileo-- ° in ° hipnotizado estaba, con la vista al suelo, cuando
no ^ ron , a buscarlo, temiendo una desgracia. En el campo
Padre 7 ab ° r mas hermosa que la del regadío, decía mi
tino i CS verc ^ a ^i Clara, pero me faltas tú, para mirar con-
pléndhf CC í Sas bellas, que la Naturaleza siéntese más es-
e ncant 3 S1 * as raanos ¿e la amada señalan los parajes de
os i y su acento caricioso los diviniza con sus elogios.
monte 6 anoro y te deseo, y hasta jurar podría que el
casa j mu . rmura tu nombre, el río lo canta, y esta vetusta
c e mis mayores presiente tu llegada.
“eso tu alma.
Isidro Fabkla