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Sonetos
El desprecio
Magnetizóme tu gentil encanto
hecho de luz y sugestión felina;
bajo de la presión de tu botina
se resignó mi orgullo como un manto!
Hubo armonías nuevas en mi canto,
en mi jardín una explosión divina,
en mi vida una aurora cristalina,
y todo, todo por amarte tanto!
Y no pagaste más que con desdenes...
No hubo para las ansias de mis sienes
la seda fina de tus dedos sabios;
ni hubo la compasión de tu mirada
ni una suave sonrisa dibujada
en el arco sangriento de tus labios!
El crimen
Junto al bruñido espejo de la onda
paseabas arrogante y despectiva
tu mirada enigmática y altiva
y el oro de tu cabellera blonda.
La luna con su risa de Gioconda
fijaba en tí su lumbre pensativa,
y tu desprecio de bacante esquiva
era en mi corazón la llaga honda!
Pero llegaron a su fin mis penas...
Cuando la luna derrotada, apenas
hundió en las olas su cabeza calva,
al no tener su luz, tu ángel custodio,
allí mismo en la sombra y a mansalva
te atravesé con el puñal del odio!