Plegaria
En la homérica lucha que te ha sido impuesta: ¡sé vic-
rios &, Francia...!
<IUo + 01 SUído bermoso > en donde nadie es extraño, por-
7; los los P ueblos tienen algo de tí. Por tus mujeres
del J 6S ’ las más g raei osas de la Tierra. Por tus soldados
por larne 7 dC Verdím > asombl '° de la Historia, y más aun
do aqU í l0S bravos cayeron al comenzar la lucha, cuan-
Se ? arecías condenada a sucumbir, y que, al decir de alguien,
derrT' 011 llevando en el alma la amargura inenarrable de la
0 a y en los ojos reflejada la visión de su nuevo desastre:
victoriosa, Francia... !
cah p ° r el mÍlagroso heroísra ° de Juana de Arco y el penacho
y * a ere,seo de Cyrano; por el genio rebelde del gran Hugo
tai a dulce tristeza de Musset; por la sonrisa irónica de Vol-
^ angustia incurable de Verlaine: ¡sé victoriosa,
‘ancia... 1
L Porque eres el corazón, el cerebro y el alma de la Raza
d e ? a ’ y eres la sonri sa de la Humanidad, que sin tí estaría
q () C Porque unes al genio que se impone, la belleza
seduce y la gracia que cautiva... Porque eres la fuente
flemosa de todos los grandes ideales, y al calor de tu seno
r ccen todos los amores: ¡sé victoriosa, Francia... !
^ I oi'que si nuestra América es libre, es porque nuestros
sinf 0reS abrevaron su se d de libertades en tu copa sacratí-
la ¡[' P ° rque eres para la Humanidad como el pelícano de
Phe ? y ^ nda: desgarras las entrañas para nutrirla, y no
hniv' if sucumb ' r sbl que tu derrota sea para ella vergonzosa
ulación: ¡sé victoriosa, Francia...!
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