FRAY VERDADES
La moral del confesonario
CAPITULO III
EL CONFESONARIO ES LA SODOMIA
MODERNA
(Continuación)
Erales muy difícil, al sacerdote y á la
joven doncella, el encontrarse en este tete
a tete tan libremente como ambos desea
ban; pues eran demasiado los ojos que les
seguían la pista. Pero el confesor era un
hombre de recursos. El último día de la
Novena le dijo á su querida penitente;
«Voy á Montreal, pero dentro de tres días
tomaré el vapor para volver á Quebec. Ese
vapor suele detenerse aquí. Aguárdame
en el muelle, vestida de hombre. No re
veles tu secreto á nadie.. Te embarcarás
en el vapor, y ninguno te reconocerá si
tienes un poco de prudencia. Irás á Que
bec, donde el cura, de quien soy vicario,
te tomará como criado. Nadie sino yo,
conocerá tu sexo, y allí seremos felices
estando juntos».
Al quinto día después de ésto, grande
era la aflicción de su familia, porque ésta
había desaparecido repentinamente y su
ropa había sido hallada sobre la costa del
río San Lorenzo. En el ánimo de todos sus
parientes y amigos no cabía duda alguna
de que la confesión general le había tras
tornado completamente la cabeza, y que,
en un exceso de locura, se había arrojado
á las profundas y rápidas aguas del San
Lorenzo. Muchas pesquisas se hicieron
para dar con el cuerpo; pero todo fué en
vano. Muchas plegarias se dirigieron á
Dios, tanto en público como en privado,
para librarla de las llamas del Purgatorio,
donde podría ser condenada á sufrir por
años y años, y mucho dinero se le dió
al sacerdote para que cantase misas ma
yores, á fin de extinguir los fuegos de esa
prisión ardiente, donde todo católico ro
mano cree que tiene que ir para ser purifi
cado antes de entrar en las regiones de
la bienaventuranza eterna.
No voy á divulgar el nombre de la
doncella, aunque lo sé, por respeto á su
familia; la llamaré Genoveva.
Pues bien, mientras padre y madre, j
hermanos, hermanas y amigos derrama- i
han lágrimas por el triste fin de Geno- j
veva, ella se encontraba en la. opulenta
casa del cura de Quebec, bien pagada, I
alimentada y vestida, feliz y alegre con
su querido confesor. Era sumamente deli
cada en su manera de ser, muy servicial,
pronta para hacer, á la menor indicación,
lo que de ella se deseaba. Su nuevo nom
bre era José, por el que la llamaremos
desde ahora.
En muchas ocasiones he visto al activo
José en casa del cura de Quebec, admi
rándome de su urbanidad y de sus, moda
les tan finos; aunque á veces me parecía
que era muy afeminado y que se tomaba ,
demasiadas libertades con el rev. señor !
Dn., y también con el reverendísimo se
ñor M. Pero cada vez que me asaltaba
la duda de que José podría ser mujer, me
sentía indignado conmigo mismo. El gran
respeto que le tenía yo al obispo auxiliar
me impedía de pensar que él pudiera per
mitir que una hermosa doncella durmiese
en el cuarto contiguo al suyo propio, y
que le sirviese de día y de noche; pues el
dormitorio de José estaba inmediato al
del auxiliar, quien, á causa de varias do
lencias físicas, las cuales no eran un
secreto para nadie, frecuentemente nece
sitaba de la ayuda de su criado, tanto
por la noche como durante el día.
Todo le fué muy bien á José, por' es
pacio de dos ó tres años, en casa del
obispo auxiliar; pero al fin les pareció á
muchas personas de afuera, que José se
daba demasiados aires de familiaridad con
los jóvenes curas, y aún con el venerable
auxiliar. A varios de los ciudadanos de
Quebec que iban más á menudo que otros
á la casa del párroco, Ies causaba asom
bro y horror la intimidad de ese criado
con sus patrones. A veces mostrábase,
realmente, sino superior, á lo menos igual
á ellos.
(Continuará)
LA FOTOGRAFIA Y LA... SICALIPSIS
4
)
£
Fotógrafo—¡Por Dios!... Padre, procure
alegrar esa vista, ‘v£jbf
si quiere Vd. queyle haga una tarjeta
* ar t nouveau... ¡moderuista!
L.
M.
3
c.
„Tj
l'OióGRAFo ■—¡Oh, qué idea leliz! voy al momento
á cambiar la escultura,
y en cuanto que la vea, estoy seguro
que se ha de alegrar mu.ho el padre cura.
lis,
P
Fotógrafo—¡Bravo!... ¡bien!... esté quieto unos segundos.
que hallada ya la elíptica é
su tarjeta va á ser, si no me engaño,
¡místico.. ■ sicalíptica!i, ^ "
De todo un poeo
Por la salubridad!..
Con el loable propósito de evitar la
propagación de las enfermedades trasmi-
sibles, el director de la salubridad públi
ca de la provincia, celebró una conferencia
con el obispo doctor Terrero, á objeto de
cambiar el sistema de las pilas de agua
bendita, por el de receptáculos provistos
de canillas ó grifos que permitan salir
el agua por gotas.
El obispo encontró acertadas las indi
caciones del doctor Amenedo y prometió
dirigir una circular á los curas párrocos de
la provincia, en la que indicará la reforma,
coadyuvando así al éxito de la campaña
contra las enfermedades trasmisibles.
Mejor hubiera sido suprimirla,
porque el agua estancada
siempre fué semillero de microbios,
y tantos caben en una gota de agua/
que para infeccionar á un pueblo entero
con una gota basta 1
En cuanto á la desinfección de los tem
plos y capillas, tanto de la capital cuanto
de los partidos de la provincia, quedó
aplazada, á pedido del obispo, teniendo
en cuenta las próximas fiestas de semana
santa.
Pues no se debió dejar
tal «cosa», nunca aplazada,
por esa misma razón
de llegar «semana santa»
y «almacenarse» en los templos
la podredumbre cristiana.
Ignorancia
Si por Dios nuestro mundo no dió un
paso...—¿por qué los hombres á los dog
mas hacen caso?—Si no hay ni una
razón que tenga peso...—¿Por qué ha de
haber quien crea todo eso?—Si en todo
cuánto veo y cuánto piso hay misterio...
(que ni Dios aclarar quiso)—¿ Porqué á la
tal creencia que aquí poso —¿No he de
llamarla: ¿engaño monstruoso? — Si
existe Dios, y «El mismo se compuso...—
¿ Poi que todo /incluso 1/1) es tan con
fuso?...
J. D. y G.
Enfermedad papal
«El papa está resfriado,
¿quién lo derresfriará?
El derresfíiadbr qué ,1o, derresfriare,
buen derresf ¡ador será.» 1 'i, (
Comunican de Roma que la enfermedad
que aquejaba al papa, ha ido en aumento
desconsolador éstos días, al saber la gran
derrota del partido clerical en las eleccio
nes.
E, «Ítem más»; Se asegura que el «san
tísimo padre» quedó profundamente impre
sionado con la noticia, no resignándose
á creer que, no solo fueron derrotados
todos los. candidatos católicos, sino que
también el «honorable» Santini, cayó en
la «volteada».
¡Pues hombre I... que se convenza
al cabo, de esa verdad,
que acaba la «santidad»
donde empieza la vergüenza;
yen ésto, el pueblo romano
dando pruebas de su fé,
á las elecciones fué,
como liberal y humano.
Mas si tanto lo contrista
al papa, el cruel dolor,
¿porqué no llama á un doctor
del partido socialista?
Lo digo sin... «retintin»,
no son «consejos ajenos»... (!)
«¡todos los medies son buenos
si tienden al mismo finí»
Y decimos que no son «ajenos» esos
«consejos», por ser éste uno de los «prin
cipalísimos» de la «Compañía de Jesús».
•;í.
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