EL CORREO AMERICANO
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pA CONSTITUCION INTERIOR DE LA 'J'lERRA.
(Traducido para El Correo Americano)
¿ En dónde estamos ? ¿ Sobre qué marchamos ? ¿ Cuál 03
la naturaleza intima del globo al cual están confiados núes
tros destinos humanos? ¿Cuál es la constitución de este
plaaetn a cuyo alrededor la humanidad pulula como un hor
miguero en torno de una bala gigantesca ?
Es bien curioso considerar que mientras la ciencia humana
ha llegado á medir las estrellas perdidas en la inmensidad,
(á millones de millones de leguas de nuestra isla flotante); a
pesar los sistemas de estrellas dobles que se balancean en e
fondo de los cielos; á descubrir la constitución física y quími
ca de estos soles lejanos; á determinar hasta las con íciones
probables de la vida sobre los otros planetas de nuestro archi
piélago, y aún á trazar la carta geográfica de un mundo ve
cino, que gravita á quince millones de leguas de la órbita ter
restre;—es bien curioso considerar, decimos, que esta cien
’ «a, tan elocuente para lo inaccesible, permanezca todavia ca
si muda cuando la interrogamos sobre el estado del p ane a
misino que habitamos, y no pueda hacernos saber lo que exis
te, lo que sucede á algunos kilómetros debajo de nuestros
piés.
Es que no vemos el interior del globo terrestre, y segura
mente será siempre muy difícil descender hasta allí. Los vol
canes parecen puertas abiertas por la naturaleza para sondar
sus profundidades, pero nadie podría aventurarse en ellos
con la esperanza de traer noticias útiles á la ciencia, porque,
por una parte, el esplorador seria detenido á algunos cente
nares de metros, y por la otra las indicaciones suministradas
por estos pirómetros naturales sobre el aumento de la tempe
ratura no representarían inas que anomalías, y no el estado
normal de la superficie del globo. Después de Empédooles,
del cual se dice que se arrojó al Etna, desesperado por no
poder descubrir los profundos secretos de la naturaleza, nin-
gun filósofo ha seguido este camino sin salida.
La esplotacion de las minas ha hecho descender al hombre
hasta 1,200 metros, (minas de Kuternberg, Bohemia). Allí, el
calor terrestre, que aumenta, término medio, un grado poi
cada 35 metros (mas ó menos según las localidades), alcanza
á la temperatura de la saijgre humana, 37 grados centígra
dos lo que disminuye la fuerza muscular é impide los traba
jos Unto mas cuanto que el calor humano viene á agregarse,
y que las ventilaciones artificiales no tienen ya sino un acceso
difícil é insuficiente.
Para medir la temperatura de las capas ambientes, se
practican sondajes al través de las rocas, y se introduce el
termómetro tan profundamente como es posible, interceptan
do toda comunicación entre el sitio de la esperiencia y la at
mósfera de la mina. Se han hecho esperpentos en la mayor
parte de las minas, pero el que alcanzó mayor profundidad,
el de Speremberg, en Prusia, no pasó de 1,271 metros.
Los dos pozos de Gilly, en Bélgica, que descienden hasta
863 metros, han sido unidos por una galeria subterránea, en
la cual se ha cavado un nuevo pozo, que baja hasta 1,065 me
tros, y en el fondo de este último se ha horadado aún una ta
pia de 15 metros: profundidad total, 1,080 metros No ha
biendo estos trabajos dado un resultado favorable á la esplo
tacion mercantil, ellos se han detenido allí, volviéndose al
primitivo nivel de 863 metros.
Todos saben que en estos establecimientos industriales,
construidos á 800, 900, 1,000 y 1,200 metros de profundidad,
las delineacione3 se hacen por medio de la brújula tan bien
como en la superficie de la tierra y á la luz del día, y que en
estas ciudades nocturnas, desconocidas del sol, las calles y
las plazas están alineadas y dirijidas sistemáticamente, de
manera que se sabe siempre con exactitud á qué punto del
suelo superior corresponde verticalmente cada metro cuadra
do de la mina.
En ciertas minas de Inglaterra, las galerias penetran muy
! ejos bajo el mar, que hace rodar sus olas sobre la cabeza de
los mineros, sepáralos á veces de ellas por un espacio de ai-
cunos metros de espesor, de manera que se oye el murmullo
del oleaje y de la marea que se lanza sobre la ribera, y en
lo3 dias de violentas tempestades las iras de lo3 elementos
desencadenados hacen temblar el suelo y parece que van á
inundar la ciudad submarina.
Pero el alma del minero está muy bien templada, ó mejor
dicho penetrada de una indiferencia profunda por el peligro,
pues: cuántas espantosas catástrofes no ha producido la infla
mación del grisou, debido á la negligencia de uno de ellos !
Asi pues, el hombre no ha penetrado mas allá de 1,200 á
1 300 metros en el interior de su planeta. Aún estamos
muy lejos del pozo de que hablaba Voltaire al acusar á Mau-
pertuis de haber querido horadar la tierra de parte á parte,
de tal modo que hubiéramos podido ver á nuestros antípodas
sin mas que inclinarnos sobre el bordo de esta maravilla.
« Nadie negará, dice, que sea posible hacer descender gale
rias de minas á profundidades de muchos kilómetros, cuando
uno tiene á su disposición la elección del terreno, las dimen
siones convenientes, y el tiempo sobre todo ! . . . Y bien !
lleguemos solamente á cuatro kilómetros bajo tierra, y despe
jemos un espacio suficiente. Si los hombres no pueden so
portar el calor, las máquinas no serán tan delicadas. Estare
mos en posesión de un vasto local, cuyas paredes tendrán la
temperatura de nuestros hornos y nuestras estufas.. Conduz
camos allí un arroyo, un pequeño rio, y él volvera a salir mas
caliente que el agua hirviendo, y será una verdadera mina de
calor, como las preciosas capas de carbón de la Inglaterra y
la Bélgica. » ,
Ya lio y el calor de las fuentes de Chaudes-Aiguos, cuya
temperatura alcanza á 80 grados, y el de las fuentes do Dax,
se utiliza por los habitantes para preparar sus alimentos, la
var sus ropas y calentar sus habitaciones. Conductos de ma
dera establecidos en las calles, alimentan, en el piso bajo de
cada casa, un receptáculo que sirve de calorífero on los días
frios, y permite suprimir los hogares y las chimeneas.
En el verano, pequeñas esclusas, colocadas á la.entia a e
cala caño de trasmisión, detienen las aguas calientes y las
arrojan á los arroyos de los valles.
Se ha calculado que el calor suministrado diariamente pol
las fuentes, iguala al que produciría la combustión de mas de
cuatro toneladas y media de hulla, lo que es bastante para
dar una temperatura agradable al interior de las casas, y pa
ra caleutar las calles mismas.
Mientras no podemos penetrar mas profundamente en ej
interior de la tierra, haremos notar que 1,2U0 metros, sobre
12.732,396 que mide el diámetro del globo, no son sino, la
10,611 a parte de la longitud total; es una picadura de un milí
metro de profundidad sobre un globo de diez y medio metros
de diámetro, ó un rasguño de dos milímetros hecho con una
navaja sobre la cúpula del Panteón, para adivinar lo que
existe en el interior. Hé aquí el estado de la geología, com
parada con la astronomía.
La constitución interior de la tierra es en realidad tan poco
conocida, que han podido formularse las mas singulares con
jeturas sobre estas regiones misteriosas, ya po.r espíritus ori
ginales, ya por sabios muy positivistas. Asi, para csplicar
las desviaciones anuales y seculares de las líneas magnéticas
en la superficie del globo terrestre, el astrónomo Halley ha
ido hasta admitir la existencia de cuan o polos y dos ejes de
rotación; en esta hipótesis, el globo terrestre estaría com
puesto do una cubierta sólida que giraría en veinte y cuatro
horas alrededor de su eje de rotación, y de un núcleo interior
igualmente sólido, animado de un movimiento de rotación in
dependiente del primero, que en cierto modo se deslizaría,
bajo esta cubierta, en una dirección diferente y siguiendo
otro periodo.
Las variaciones magnéticas son en efecto tan estrañas y
tan complicadas, que en nuestro mismo siglo, esta hipótesis