Full text: 1.1881,29.Jan.=Nr. 4 (1881000104)

EL CORREO AMERICANO 
61 
pA CONSTITUCION INTERIOR DE LA 'J'lERRA. 
(Traducido para El Correo Americano) 
¿ En dónde estamos ? ¿ Sobre qué marchamos ? ¿ Cuál 03 
la naturaleza intima del globo al cual están confiados núes 
tros destinos humanos? ¿Cuál es la constitución de este 
plaaetn a cuyo alrededor la humanidad pulula como un hor 
miguero en torno de una bala gigantesca ? 
Es bien curioso considerar que mientras la ciencia humana 
ha llegado á medir las estrellas perdidas en la inmensidad, 
(á millones de millones de leguas de nuestra isla flotante); a 
pesar los sistemas de estrellas dobles que se balancean en e 
fondo de los cielos; á descubrir la constitución física y quími 
ca de estos soles lejanos; á determinar hasta las con íciones 
probables de la vida sobre los otros planetas de nuestro archi 
piélago, y aún á trazar la carta geográfica de un mundo ve 
cino, que gravita á quince millones de leguas de la órbita ter 
restre;—es bien curioso considerar, decimos, que esta cien 
’ «a, tan elocuente para lo inaccesible, permanezca todavia ca 
si muda cuando la interrogamos sobre el estado del p ane a 
misino que habitamos, y no pueda hacernos saber lo que exis 
te, lo que sucede á algunos kilómetros debajo de nuestros 
piés. 
Es que no vemos el interior del globo terrestre, y segura 
mente será siempre muy difícil descender hasta allí. Los vol 
canes parecen puertas abiertas por la naturaleza para sondar 
sus profundidades, pero nadie podría aventurarse en ellos 
con la esperanza de traer noticias útiles á la ciencia, porque, 
por una parte, el esplorador seria detenido á algunos cente 
nares de metros, y por la otra las indicaciones suministradas 
por estos pirómetros naturales sobre el aumento de la tempe 
ratura no representarían inas que anomalías, y no el estado 
normal de la superficie del globo. Después de Empédooles, 
del cual se dice que se arrojó al Etna, desesperado por no 
poder descubrir los profundos secretos de la naturaleza, nin- 
gun filósofo ha seguido este camino sin salida. 
La esplotacion de las minas ha hecho descender al hombre 
hasta 1,200 metros, (minas de Kuternberg, Bohemia). Allí, el 
calor terrestre, que aumenta, término medio, un grado poi 
cada 35 metros (mas ó menos según las localidades), alcanza 
á la temperatura de la saijgre humana, 37 grados centígra 
dos lo que disminuye la fuerza muscular é impide los traba 
jos Unto mas cuanto que el calor humano viene á agregarse, 
y que las ventilaciones artificiales no tienen ya sino un acceso 
difícil é insuficiente. 
Para medir la temperatura de las capas ambientes, se 
practican sondajes al través de las rocas, y se introduce el 
termómetro tan profundamente como es posible, interceptan 
do toda comunicación entre el sitio de la esperiencia y la at 
mósfera de la mina. Se han hecho esperpentos en la mayor 
parte de las minas, pero el que alcanzó mayor profundidad, 
el de Speremberg, en Prusia, no pasó de 1,271 metros. 
Los dos pozos de Gilly, en Bélgica, que descienden hasta 
863 metros, han sido unidos por una galeria subterránea, en 
la cual se ha cavado un nuevo pozo, que baja hasta 1,065 me 
tros, y en el fondo de este último se ha horadado aún una ta 
pia de 15 metros: profundidad total, 1,080 metros No ha 
biendo estos trabajos dado un resultado favorable á la esplo 
tacion mercantil, ellos se han detenido allí, volviéndose al 
primitivo nivel de 863 metros. 
Todos saben que en estos establecimientos industriales, 
construidos á 800, 900, 1,000 y 1,200 metros de profundidad, 
las delineacione3 se hacen por medio de la brújula tan bien 
como en la superficie de la tierra y á la luz del día, y que en 
estas ciudades nocturnas, desconocidas del sol, las calles y 
las plazas están alineadas y dirijidas sistemáticamente, de 
manera que se sabe siempre con exactitud á qué punto del 
suelo superior corresponde verticalmente cada metro cuadra 
do de la mina. 
En ciertas minas de Inglaterra, las galerias penetran muy 
! ejos bajo el mar, que hace rodar sus olas sobre la cabeza de 
los mineros, sepáralos á veces de ellas por un espacio de ai- 
cunos metros de espesor, de manera que se oye el murmullo 
del oleaje y de la marea que se lanza sobre la ribera, y en 
lo3 dias de violentas tempestades las iras de lo3 elementos 
desencadenados hacen temblar el suelo y parece que van á 
inundar la ciudad submarina. 
Pero el alma del minero está muy bien templada, ó mejor 
dicho penetrada de una indiferencia profunda por el peligro, 
pues: cuántas espantosas catástrofes no ha producido la infla 
mación del grisou, debido á la negligencia de uno de ellos ! 
Asi pues, el hombre no ha penetrado mas allá de 1,200 á 
1 300 metros en el interior de su planeta. Aún estamos 
muy lejos del pozo de que hablaba Voltaire al acusar á Mau- 
pertuis de haber querido horadar la tierra de parte á parte, 
de tal modo que hubiéramos podido ver á nuestros antípodas 
sin mas que inclinarnos sobre el bordo de esta maravilla. 
« Nadie negará, dice, que sea posible hacer descender gale 
rias de minas á profundidades de muchos kilómetros, cuando 
uno tiene á su disposición la elección del terreno, las dimen 
siones convenientes, y el tiempo sobre todo ! . . . Y bien ! 
lleguemos solamente á cuatro kilómetros bajo tierra, y despe 
jemos un espacio suficiente. Si los hombres no pueden so 
portar el calor, las máquinas no serán tan delicadas. Estare 
mos en posesión de un vasto local, cuyas paredes tendrán la 
temperatura de nuestros hornos y nuestras estufas.. Conduz 
camos allí un arroyo, un pequeño rio, y él volvera a salir mas 
caliente que el agua hirviendo, y será una verdadera mina de 
calor, como las preciosas capas de carbón de la Inglaterra y 
la Bélgica. » , 
Ya lio y el calor de las fuentes de Chaudes-Aiguos, cuya 
temperatura alcanza á 80 grados, y el de las fuentes do Dax, 
se utiliza por los habitantes para preparar sus alimentos, la 
var sus ropas y calentar sus habitaciones. Conductos de ma 
dera establecidos en las calles, alimentan, en el piso bajo de 
cada casa, un receptáculo que sirve de calorífero on los días 
frios, y permite suprimir los hogares y las chimeneas. 
En el verano, pequeñas esclusas, colocadas á la.entia a e 
cala caño de trasmisión, detienen las aguas calientes y las 
arrojan á los arroyos de los valles. 
Se ha calculado que el calor suministrado diariamente pol 
las fuentes, iguala al que produciría la combustión de mas de 
cuatro toneladas y media de hulla, lo que es bastante para 
dar una temperatura agradable al interior de las casas, y pa 
ra caleutar las calles mismas. 
Mientras no podemos penetrar mas profundamente en ej 
interior de la tierra, haremos notar que 1,2U0 metros, sobre 
12.732,396 que mide el diámetro del globo, no son sino, la 
10,611 a parte de la longitud total; es una picadura de un milí 
metro de profundidad sobre un globo de diez y medio metros 
de diámetro, ó un rasguño de dos milímetros hecho con una 
navaja sobre la cúpula del Panteón, para adivinar lo que 
existe en el interior. Hé aquí el estado de la geología, com 
parada con la astronomía. 
La constitución interior de la tierra es en realidad tan poco 
conocida, que han podido formularse las mas singulares con 
jeturas sobre estas regiones misteriosas, ya po.r espíritus ori 
ginales, ya por sabios muy positivistas. Asi, para csplicar 
las desviaciones anuales y seculares de las líneas magnéticas 
en la superficie del globo terrestre, el astrónomo Halley ha 
ido hasta admitir la existencia de cuan o polos y dos ejes de 
rotación; en esta hipótesis, el globo terrestre estaría com 
puesto do una cubierta sólida que giraría en veinte y cuatro 
horas alrededor de su eje de rotación, y de un núcleo interior 
igualmente sólido, animado de un movimiento de rotación in 
dependiente del primero, que en cierto modo se deslizaría, 
bajo esta cubierta, en una dirección diferente y siguiendo 
otro periodo. 
Las variaciones magnéticas son en efecto tan estrañas y 
tan complicadas, que en nuestro mismo siglo, esta hipótesis
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.