Full text: 1.1881,29.Jan.=Nr. 4 (1881000104)

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el correo americano 
algas, el cual está tendido en medio de las flores. A la cabe 
cera, entre los cirios, cuya luz amarillenta inunda el rostro 
clel Salvador, se levanta un cepillo en el cual depositan su 
ubolo los creyentes que desfilan por la iglesia. Hay santua 
rios que instalan ese dia hasta treinta de estos Cristos, á los 
cuales paga su tributo la fe. 
La noche del Viernes Santo en Lima es por otra parte y 
como quiera que se mire, una de las cosas mas curiosas que 
puedan verse. Al salir de la Catedral, que ocupa uno de los 
costados de la plaza Mayor, se domina de lo alto de las gradas 
aquel inmenso cuadrado cubierto de gente. Toda Lima está 
en la Plaza de Armas, hombres y mugeres, con vestido y guan 
te negro. Las mugeres abandonan esa noche el manto para 
vestir la mantilla, velo de encajes que, prendido en la abun 
dante cabellera por un peine, verdadera diadema, encuadra 
admirablemente sus rostros encantadores. 
Lr.3 ventanas y las arcadas de las casas que rodean la plaza 
se destacan luminosas sobre el resto de las fachadas, que 
permanecen en la oscuridad. Siluetas negras, semejantes á 
sombras chinescas, se mueven soDre el fondo iluminado. A 
o aigo de la fachada de la iglesia, las negras venden diver 
sos platos de comida, cocida ó asada al fuego de algunos tro 
zos de leña. La llama roja alumbra sus caras sombrias. 
A los gritos roncos de estas vendedoras se mezcla el hervi-, 
clero de la muchedumbre compacta. Aquella noche la Plaza 
de Armas es un salón nacional, internacional por la fuerza de 
las cosas. Sobre el átrio de esta Catedral la iglesia dá cita á 
todos sus fieles, y nadie falta. Hay seguramente pocos sitios 
en la tierra donde la comedia y el drama humano y social se 
hayan representado con una fantasia mas diabólica, donde se 
haya bailado la cueca con mas entusiasmo, donde se haya 
peleado con una cólera mas sonriente, donde se haya muerto 
mas alegremente, y donde se hayan olvidado mas pronto y ma s 
por completo las enseñanzas de la víspera. 
_ Ciertamente no hay otro lugar en el mundo donde la igle 
sia, en sus dias de fiesta, pueda reunir como en Lima, á los 
descendientes de Sem, de Chain y .laphet, que conoce la Bi 
blia, y al mogol, el tártaro y el indio, que no conoce. En 
ninguna otra parte el europeo, el africano, el asiático y el 
americano, de sangre pura ó mezclada, se encuentran reuni 
dos sobre un espacio mas pequeño. En ninguna otra parte 
podría verse una galeria etnográfica igual, contando ejem, 
piares vivos de todas las razas, de sus variedades y de sus 
cruzas. 
La Europa dá sus españoles, sus italianos, sus ingleses, sus 
alemanes, sus franceses; e3 ella la que produce si criollo. E[ 
Africa suministra el negro, el mulato, fruto de la raza negra 
y la raza blanca, el cuarterón, que no cuenta mas de veinte y 
cinco por ciento de sangre negra; el requiuteron, con doce y 
medio por ciento; el indio, hijo de la América, que en su 
mezcla con la raza negra produce el zambo, y cruzado cou 
la raza blanca dá el cholo; el chino-cholo, fruto del zambo y 
de la chola.; el mestizo, hijo del cholo y de la blanca, no te 
niendo mas de veinte y cinco por ciento de sangre india; el 
dudoso, cuyas doce y media partes de sangre india no cons 
tituyen un tipo fácil de distinguir dol blanco puro. 
Al laclo de estos señores de la América, el Asia suministra 
el chino, que cuando se casa elijo preferentemente la chino- 
chola por compañera. El fruto de e3ta unión no tiene aún 
un nombre corriente en la familia social de Lima, cuyas ra 
mificaciones genealógicas envuelven el mundo como una vas 
ta red. 
Los antropologistas clasifican la humanidad de maneras 
bien diversas; pero en ninguna parte es mas fácil la clasifica 
ción que en este sitio, pues no hay museo alguno del mundo 
que ofrezca tan notables elementos de comparación. 
¡ Qué ele gradaciones entre los negros solamente, qué de va 
riedades de tintes oscuros, desde el negro mate del descen 
diente de Mozambique hasta el negro azulado del hijo de j 
las costas de Marfil! 
¡ Q 11 ® matices de sépia entre los mulatos y las mezclas ! 
colaterales que ellos han hecho nacer! El moreno de siena 
de los zambos se aclara en su descendencia; la sépia mezclada 
de siena con reflejos cobrizos que caracteriza al indio, pali 
dece en la linea mezclada con sangre blanca; los tonos mates 
de marfil viejo que caracterizan el color del chino, y los tonos 
á la vez pálidos y tostados que presenta la tez del europeo 
bajo los trópicos, forman nna escala de colores á la cual falta 
el tinte que no vuelve á encontrarse sino en la buena sociedad 
de nuestro mundo europeo: el rosado de ¡as mejillas y el rojo 
vivo de los lábios. 
En cuanto á los cabellos, de los que se preocupan mucho 
los sábios, conservan, aún en las cruzas mas complicadas, el 
sello imborrable de su origen ó de la ascendencia mas ó me 
nos directa. 
Los cabellos blondos, rojizos, castaños y negros, sedosog 
lacios o rizados, pertenecen á la raza blanca; el negro crespo, 
á los negros y sus mezclas, aún con el indio, que en sus otras 
alianzas produce cabelleras negras lacias y muy gruesas mas 
brillantes que las de los chinos. 
Y bajo estas cabelleras múltiples, qué de cráneos diversos, 
y en estos cráneos, qué de cerebros heterogéneos, que per 
tenecen todos, con escepcion de ioschinoq á electores ele 
gibles! 
Hay que notar que todos aspiran á grandezas, porque todos 
tienen su leyenda, su historia y su pasado. Ellos cuentan en 
las cuatro partes del mundo con antepasados de vieja nobleza 
y afinque republicanos, se empeñan en recordarlos y recor 
darlos á los demás. 
Los criollos hablan eon orgullo de sus padres, los conquis 
tadores; los negros, de los reyes africanos; los indios, de los 
Incas y desús familias de sangre imperial. 
Debido á estos vagos recuerdos históricos y á sus grandes 
aspiraciones políticas, todos son personalmente enemigos 
los unos de los otros, el hombre del Norte del que viene del 
Sud, el habitante de la costa del que viene de la sierra el 
serrano del oriundo de las vertientes orientales de los Andes 
(llamados la montaña), el mulato del negro, el indio del blan 
co, el blanco del chino. 
Sin embargo, todos se sienten peruanos, y á pesar de las 
injurias sangrientas que se dirijen de continuo, se sublevan 
contra toda crítica que viene del exterior. Al oírlos se diria 
que se aborrecen, porque se insultan en sus conversaciones y 
en sus diarios; se baten entre sí, pero ante todo enemigo es- 
Iraño se unen inmediatamente. Con escepcion de los asiáti 
cos, todos son aún realmente hermanos ante su Dios: la Santa 
"V irgen; los curas saben mantener su poder en medio de las 
peripecias gubernativas. Las luchas de los partidos se detie 
nen en las puertas de las iglesias, y no franquean jamás el 
dintel. 
Asi, qué ue acontecimientos ba visto esta Catedral de Lima, 
qué de guerras civiles han estallado á algunos pasos de ella! 
Y mientras en el antiguo palacio de los vireyes, que forma 
el segundo costado de la Plaza de Armas, los gobiernos caían 
y los señores sucesivos del país se ahogaban á menudo en 
mares de sangre, el cura de la iglesia asistía tranquilo á la 
tempestad que lo abatía todo en torno suyo sin alcanzarlo ja- 
más. 1 
Una vez sin embargo la guerra civil ha salvado la valla- 
De lo alto de las torres de la Catedral pendian no hace mucho 
los cuerpos de los dos hermanos Gutiérrez, usurpadores del 
poder después del asesinato del Presidente Balta. Sobre las 
gradas de esta iglesia han venido á caer como masa los cadá 
veres desprendidos de la horca gigantesca. Sobre este mis 
mo sitio donde la noche del Viernes Santo se vende carne 
asada, imágenes del patrón de Lima, crucifijos, cerveza de 
maíz y aguardiente, (chicha y pisco), en aquellos dias de re 
volución las negras viejas quemaban Ls miembros de los ca 
dáveres destrozados de los Gutiérrez, bailaban al rededor del 
fuego y vendían á todos los transeúntes puñados de cenizas 
humanas como recuerdo del fin sin igual de los tiranos ejecu 
tados por injusticia popular sobre la tierra peruana.
	        
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