Full text: 1.1913,31.Jul.=Nr. 8 (1913000800)

Crónica 
159 
Bachelin acompañado de una griseta de 
nombre Magda con quien había tenido 
en París una aventura jocosa. 
El segundo acto en la misma fábrica. 
Llegan varios amigos de Octavio, jóve 
nes viveurs acompañados de graciosas 
actrices. 
En una fiesta, Octavio se declara á Eva 
y la invita á concurrir. Ella acepta vis 
tiéndose con un traje de Magda. 
Ya en el salón, Eva con su belleza, 
conquista admiración. Octavio derriba una 
estátua colocándola á ella sobre un pe 
destal después de adornarla con un co 
llar de perlas. 
Papá Larouse acude con varios obre 
ros pidiendo por Eva. Octavio confiesa 
que se quiere casar, logrando apaciguar 
á Larouse. Cuando éste abandonó la 
sala, Octavio dirigiéndose á Eva, le dice 
que todo es mentira, que él está enamo 
rado pero nó hasta el punto de casarse. 
La propone ser su amante. Eva in 
dignada arroja el collar y se vá. 
El tercer acto en París. Eva cansada 
de la vida de obrera huye á la gran 
capital. Se encuentra con el conde de 
Morny que le ofrece una amistad plató 
nica. Eva acepta. Después ... como to 
das las operetas. Llega Octavio v ... 
FOLLETIN DE “CKÓJNICA” 
J. BARBEY D’AUREVILLY. 
AMOR DE ESPAÑOLA 
—¡Ah! no te creo. ¿No he intentado 
cien veces librarme de tí? ¿No has pro 
bado tú también á romper ese lazo fu 
nesto? ¿Hemos podido alguna vez, Ry- 
no? Yo sufrí mucho por tu abandono, 
cuando me dejaste por mujeres más jó 
venes y más bellas, pero al fin me con 
solé. Amé también, ó al menos intenté 
amar cómo tú amabas. Pues bien; el 
lazo roto se volvió á atar siempre. ¿ Era 
capricho? ¿Era costumbre? Volvías ámí 
cuando te esperaba, como si hubiésemos 
adivinado yo tu vuelta á mis brazos, tú 
mi espera. Hoy te casas con una jo 
ven á la que amas. Yo estoy segura de 
que no te amo ya. Y sin embargo, ¡es 
tamos lo mismo que desde hace diez 
años! ¡ Razón tenía yo cuando dije al 
vizconde, antes de entrar tú, que no ha 
bía desenlace posible para esta fatal y 
triste... 
—Es preciso, sin embargo, que lo ha 
ya-dijo Marigny con el tono resuelto 
de un hombre que se reprochase á sí 
mismo una debilidad—. Si hemos deja 
do de amarnos, seguiremos siendo sin 
ceros. Esta noche he venido para darte 
un supremo y último adiós. 
—Te engañas, Rvno, si crees en los 
adioses eternos. ¡Volverás á mi lado! 
Te lo digo sin alegría, sin orgullo, sin 
celos: herirás el corazón de la joven con 
quien te vas á casar para volver á mi. 
¡No!, ¡no! Sé tu poder de seducción, 
pero amo á esa joven casta y encanta 
dora. No la haré sufrir. 
Está bien—dijo la Bellido—, es no 
ble y leal pensar así. Pero, ¿á cuántas 
mujeres has amado desde hace diez años? 
¿quién puede creer que durarán los mo 
vimientos ó impulsos más generosos de 
tu corazón? 
—¡ Ah!— respondió Marigny con exalta 
ción—, ¡Jamás amé á nadie como á ella, 
ni á tí, ni á tí misma! Los sentimien-, 
tos, la pasión que hacías hervir en mi
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.