Full text: 1.1913,15.Aug.=Nr. 9 (1913000900)

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Crónica 
sombrío. Me perseguía la imagen de la 
mujer dormida. Su belleza reposada y 
solemne penetró en mi mente con la 
energía brutal de una cuchillada. 
Sentía una voluptuosidad intensa be 
sando su boca de piedra. Queriendo! des 
pertarla con mi aliento. Darla mi vida 
porque sonriera tan solo un instante. 
Murió mi padre. Meses después le 
siguió mi madre. Volví á Pisa, siempre 
melancólico y enfermo. Llevando en mi 
mente la fatal belleza de la estátua. 
En la C.ittá morta conocí á Costanza. 
Fué una tarde. Paseábame por el 
puente del Mezzo recreando mi espíritu 
en la contemplación del crepúsculo. En 
la semi-penumbra se destacaba el Cam- 
panile Pendente con su soberbia her 
mosura. 
Había en el ambiente una complicidad 
de perfumes y en mi corazón una nos 
talgia imprecisa. 
Pasó cerca de mí una mujer. Me es 
tremecí. Creí ver á La Noche. 
¡Costanza! ¡Costanza! 
¡Perdóname! Fin un loco. La funes 
ta belleza de la mujer dormida me llevó 
al crimen. 
Fué una tarde. En el jardín de mi 
casa ... Costanza suspiraba entre mis 
brazos. Y yo, pensando en Miguel Angel 
sonreí. 
Había perfumes y colores y n otas. Un 
banco de piedra perdido entre madresel 
vas y jazmines... ¡Oh! que criminal 
idea. 
Miré á Costanza. Era tan bella, tan 
ingenua, tan divina y tan triste. 
—Costanza—murmuré—¿ Por qué no te 
desnudas? 
—¿Quieres así? 
—Sí. ¡ Eres tan hermosa! 
--¿Pero qué tienes, Marco? 
—Nada, 
—Yo no sé qué hay en tu voz. 
— Nada. 
—Me das miedo. Bésame. Soy tan 
tonta. 
Costanza se despojó de sus vestidos. 
Adorablemente bella surgió su cuerpo 
en e 1 triunfo nacarado de su forma. 
La acosté en el banco. En la misma 
posición que la mujer de Miguel Angel. 
—Cierra los ojos Costanza. 
—¿Me vas á besar dormida? 
La contemplé en silencio. Ella frun 
ció su boca esperando la vibración de la 
mía. 
Fué una puñalada rápida. Certero par 
tí su corazón... Ni un grito. Sonrien 
do se durmió en la eternidad. 
Preparé mi lienzo. Febrilmente apri 
sioné sus formas. 
¡ Costanza! ¡ Costanza! 
¡Oh! ¡qué bella! Besé sus labios 
muertos. Enterré su cuerpo en un foso 
del jardín. Y recojiendo mi lienzo aban 
doné la casa. 
Vine al convento. Nadie sabe mi cri 
men. Esta noche me entierran. Ve á 
mi celda. Bajo mi jergón encontrarás 
el cuadro. Entiérralo conmigo». 
La sombra se desvaneció. Me quedé 
helado, temblando. La luz se apagó. 
La campana seguía llorando. 
Fui á la celda de Fray Angelo. Encon 
tré el cuadro. Miré ... ¡ Horror!... De 
su pecho manaba sangre. Sangre tibia 
que bañaba mis manos ... Mi cuerpo ... 
¡Sangre!... Oí un sollozo... La som 
bra de Fray Angelo ... ¡ Costanza! ¡ Cos 
tanza ! 
Leopoldo CENTURIÓN - 
cocíjeocíjeíjeíjeíjcoeíjeíjcíjcío’tiía 
Crónica CDundial 
OsiHlro cu Venezuela — 
El legendario y fantástico ex-presiden- 
te Castro se ha alzado en armas contra 
el gobierno de su país. 
Hasta la fecha, no se ha definido aún 
el triunfo á favor de bando determinado. 
Como quiera que sea, nosotros simpati 
zaremos siempre con todo movimiento 
que traiga como norma el desquite de una 
traición y tiente derribar los audaces go 
biernos, que se levantan sobre pedes 
tales efímeros y huecos.
	        
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