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Crónica
¿Habéis amado mucho alguna vez?
Te ha correspondido la novia? ....
Pues, no os fiéis de las hermanas que
tenga, sobre todo de la mayor. Estas
comienzan por alentar á la novia
que enamore al joven «que está loco
por ella», por aconsejarla le envíe
recuerdos muy dulces y significati
vos; y, por último, acaban reprochán
dola por «haberle hecho caso». Estas
son de las tantas fases del carácter
voluble de las mujeres, en ocasiones
incomprensible.
Pero, pongamos un caso: el de Ro
dolfo por ejemplo, quien se fía de
alguna sonrisas halagadoras que le
hacen creer que el camino está alla
nado, que sólo falta declararse. . .
Así una vez que pasó frente á la
muralla dónde estaba asomada la
chica y después de haber cambiado
con ella miradas capaces de derretir
al corazoncito más tierno y azuca
rado, oyó que la hermana de aqué
lla la avisaba, tocándola con el codo:
—Ahí viene, ché, tu novio. ..
A lo que respondió ella, monísi-
mamente y ruborizándose, aunque
llena de alegiía que se dibujaba en
su semblante:
—¡Ay! qué suerte !.. .
Los amores de Rodolfo siguen por
un tiempo lo más bien. Sobreviene
sin embargo un periodo de crisis,
cuyas consecuencias se definen en
hostilidades hacia aquél. Pronto se
encargan de encontrarle delitos: Ro
dolfo «andaba hablando» de la fami
lia de ella (hay que advertir aquí que
lo mismo dá sea en sentido favorable
ó desfavorable: en el primero de los
casos, la charlatanería perjudica
más aún.) Esta se compone de la ma
dre, cuatro hijas y los demás com
plementos (los hijos pequeños) con el
indispensable novio de la mayor.
Rodolfo visita en cierta ocasión la
casa: aprovechan la coyuntura y le
lanzan, veladamente, algunas indi
rectas al respecto. Finge aquél no
comprender por rehuir penosas ex
plicaciones.
Anteriormente, enterado de todo
como un duende, hacía las pasadas
por frente á las murallas de la novia.
Ahora, las hermanas al ver á Rodolfo
acercarse, pues por lo regular están
asomadas tomando el fresco, descien
den y huyen presurosas hacia den
tro. . .
Contrariado Rodolfo por esto, vuel
ve sobre sus pasos. Todo el cúmulo de
derrotas sufridas le hace reflexionar
y resuelve, después de largas medi
taciones, no seguir perdiendo tan ne
ciamente el tiempo tras una engaño
sa esperanza. Decepcionado toma la
tarea de arrojar los amores y los re
cuerdos lejos de sí. . . Logra olvidar
lo todo y dirige un postrer adiós á
los sueños dorados que le arrullaron
en otra época, esos sueños que ya
fueron probablemente para no vol-
AMOR Y LIBERCAD
Jflpi 1 bardo ascendió por la ernpi-
Tpl[ nada cuesta y ya-en la cima
de la montaña, cantó.
Y cantó sin metro ni rima,
sin ligadura alguna; como cantan los
bardos libres.
El bardo dijo:
«Canto á los desheredados, canto
á los vencidos, canto á los dolientes,
á los rebeldes. Soy el poeta de la
rebeldia y del dolor.
«Canto á la hembra, esclavizada
por el prejuicio social y religioso;
ave sin luz, pájaro sin alas, que con
vive con el hombre á quien no ama