Full text: 2.1914,15.Aug.=Nr. 32/33 (1914003200)

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Crónica 
cabrilleó a la media luz de los? faro 
les con siniestra fulguración. 
La angustia saltó de corazón en 
corazón y crispó todos los rostros 
Las pupilas cambiaron de matices y 
la vida suspendió su carrera un ins 
tante para contemplar la crispadura 
de la pasión. 
—¡Alto ahí!—vibró una voz. 
Los hombres se apartaron. Las mu 
jer es que rodeaban a Margarita des 
vanecida y pálida como la batista 
crema de su vestido, volvieron sus 
rostros. 
Pedro se acercó arrogante, ¡remien 
do con orgullosa altanería su busto 
fuerte; miró con desprecio al puñal 
desnudo y volviéndose a José, or 
denó: 
-Ven. 
—¡Abuelo! 
— Ven—volvió a repetir. 
- Sea—murmuró José y siguió al 
viejo. Antes de salir miró a Rogelio 
y sonriendo le dijo: Hasta luego. 
Los dos hombres se perdieron en 
en la sombra. Caminaron mucho 
sin hablarse, sin buscar siquiera una 
palabra que desbaratase el terrible 
tejido del silencio que los envolvía 
desesperadamente. 
Pedro se detuvo. El joven preguntó. 
- ¿Por qué se empeña Vd. en con 
servarme esta ridicula osamenta que 
tanto me hace sufrir? Hable. 
—¿Por qué?—murmuró Pedro como 
si despertase.—¡Ah! Ya lo sabrás. 
Leopoldo CENTURIÓN. 
(Continuará). 
mflüRieiO fllflETERLIReK 
S e cuenta de Maeterlinck haber 
respondido a Coquelin cuando 
éste le insinuaba la conveniencia 
de adaptar El Pájaro Azul al gusto 
de la multitud: «Jamás; prefiero arro 
jar mis manuscritos al fuego.» Esta 
respuesta sustancial coincide exacta 
mente con la personalidad solitaria 
del poeta, cuyo instinto de elimina 
ción aristocrática es el fundamento 
de su obra mágica y serena, donde 
los fenómenos de la subconciencia 
alternan con la limpidez de los arre 
batos ideales. La superioridad de 
Maeterlinck sobre la labor de todos 
los autores meditativos consiste acaso 
en la familiaridad y simpleza conque 
su espíritu escruta los arcanos’ de la 
ciencia, y profundiza sin desencanto 
ni fatiga en el problema supremo de 
la vida atómica y universal. Un poe 
ta tan rico de imaginación y de ló 
gica. cuyo ademán inquisitivo tiene 
una evidencia penetrante que descon 
cierta, puede muy bien permitirse la 
gloria triste de estar solo, haciéndose 
dueño de su imperiosa mirada de 
todas las cosas que lo rodean. Jamás 
la reflección ha sido guiada con más 
encantador sigilo hacia el misterio 
de la vida como por la técnica fasci 
nadora de este escritor, que es un 
enigma y que parece haber puesto 
sus ojos en el rostro mismo de Isis.. 
Ante algunos de sus párrafos senti 
mos palpitar en nosotros una entraña 
secreta y desconocida, quizás una 
potencia oculta de adivinación que 
vibra al contacto de la verdad entre 
vista en la oscuridad. El es quien nos 
dice que no hay un gesto, ni un pen 
samiento, ni un pecado ni una lágri 
ma, ni un átomo de movimiento que 
se pierda en las profundidades de la 
tierra; que el alma ancestral se le 
vanta en el fondo de nosotros mis 
mos, como una evocación del pasado 
vivido; que todo el aire espiritual que
	        
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