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PROTEO
de «Flor de un día». Y, como era lógico, accedimos gustosos ¡
a ese avenimiento.
Claro está que ahora no tratamos de justificar nuestra
actitud, ni ele negar que esa determinación acerca de un bien
ajeno haya sido incorrecta y todas las demás cosas feas que i
ello tiene necesariamente que parecer ia cualquier persona no
necesitada de «originales» valiosos. Pero, tampoco pretende
mos ser diferentes o mejores que los demás directores de re
vistas. Y también es verdad que esperamos que el autor con
cluya por perdonarnos la indiscreción, como seguramente lo
harán Dios y los lectores.
Tal lia última historia de la inédita estrofa. La primera,
la de las lloras galantes que le dieron origen, esa no la cono
cemos. Y acaso sea .mejor así... para que no se nos acuse de
mayores indiscreciones que la de esta publicación:
Del tiempo de «Flor de un. día»
«Tengo una estrella fatal!
Aléjate hermosa dama.
Mira que siempre fué el mal
El infalible final
De mi romántico drama.»