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PROTEO
II
Pérez Petit les prueba todo lo contrario, les enseña como
hay tanta belleza para el que quiera ver, cómo las cosas le ha
blan cuando uno es artista de verdad, es decir, por dentro.
«Entre los pastos» es una novela fresca y campesina como
un manante de aguas cristalinas prontas a saciar la sed del
viajero. Si pasa el viento, es oxigenado y fragante con eflu
vios de flores silvestres y aromas selváticos. Si llueve, no es
la lluvia mansa de la canción de Verlaine, sino el torrencial
aguacero americano que se hunde en las entrañas de la tierra
como puñales de luz, y corre bullicioso sobre las asperezas de
las piedras del camino o llena las charcas de la pampa y la»
bruñe como espejos, cuyo marco natural le ponen los berros
tiernos. Ese ambiente de la pampa, ese frescor bucólico de les
amaneceres, ese agrio sollozo de luz que tiene el sol en los cre
púsculos al dorar oblicuamente las- copas de los «ombúes», esa
tristeza que tienen los «pagos» entre la niebla, o esa alegría
comunicativa cuando el sol les azota con el cendal luminoso
de su látigo, todo eso se siente como un aroma prolífico
acre, con aquella acritud con que sentimos el vaho de la tie
rra seca después de un diluvioso «chaparrón» de lluvia.
1 a través de la novela, la vida. La vida que palpita
como una arteria cargada de sangre; la vida que encorva y
se levanta corno nna convaleciente; la vida que nos azota las
espaldas sin piedad, pero que también es bálsamo reconfor
tante en los besos de la novia y las divinas caricias de la ma
dre ; pero que nosotros la queremos y mes agarramos de ella
como el crío que se cuelga del p-ezón materno, y esta vida de
América es la que canta en ese libro; esta vida llena de sol
que anima por dentro el bronce testado de nuestros criollos;
que se extiende en la verdura sin límites del llano donde pa
cen el buey fornido y trabajador, el novillo arisco y pendeu-
ciei'o, el potro indómito y bravio; que se vuelve impenetrable