90
proteo
El gusto
Siempre que nos detenemos en la contemplación de una
obra de arte, una tela, por ejemplo, hecha admirable por .el
poder misterioso que le ha dado al color l a mano firme v
avezada del maestro, sintiendo la belleza observada y refle
xionando sobre dicha belleza de una manera profunda, se
despierta en nosotros una facultad, el gusto estético que ha
biendo permanecido hasta entonces oculta y como inexistente
-solo se hace aparente por intermedio del común esfuerzo de
ese sentimiento y de esa reflexión.
Todo hombre que siente y gusta la belleza externa, expe
rimenta en su interior, una transformación que le dignifica
que le eleva en valor moral: se reconoce poseedor de toda la
be .eza sentida,- que lia descubierto, en'su intimidad, la sen
sación nueva, la sensación bella; y su espíritu asocia, a La
idea de descubrimiento, la de posesión.
Y es este reconocimiento de posesión de la belleza gus
tada, el que. estableciendo una perfecta armonía entre" la
cosa sentida y el espíritu que siente, convierte a este último
en un ser dual, a la vez espectador y actor de esa acción que
podríamos llamar «de arte».
TI gusto es la facultad por la cual llegamos al conoci
miento de lo bello y, por lo tanto, a la aptitud para la crea
ción bella. Todo hombre que quiera sobresalir con su labor
artística, de entre la multitud vulgar, ha de practicarse, an
tes de toda ejecución, - en el sentimiento, en el gusto de la
belleza.
I jS P or e ^° Q ue > cuando no tenemos la suficiente poten
cia espiritual para llegar a la perfecta distinción de la belle
za; cuando carecemos del gusto indispensable para armoni-