PROTEO
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pulos montan la guardia de honor, en tanto que se despierta
■el divino Proteo de las almas.»
Esta obra de Andrade Coellq tiene el tono y la unción
de un discurso sagrado. Es un fervoroso discípulo que dobla
las rodillas ante el maestro y escribe páginas hondas, sentidas,
rítmicas, bellas. Todo este libro es un canto al ideal, a la vida,
a la esperanza: «Cuantas veces cansados del bullicio de la
mundana sociedad, henchidas de la hiel que en áurea copa
nos brinda, ahitos del baile y del placer que nos innoeularon
murmuraciones y enervamientos; cuantas veces no hemos sus
pirado por una Tebaida espiritual, por un retiro misterioso
a donde no lleguen tentaciones ni dolores colectivos. Y ence
rrándonos a dar curso a nuestros pensamientos, sólo el ensue
ño desinteresado ha sido como un rocío para el estéril y már
tir corazón.
«El mejor consejo del maestro que educa es decirle al
nino que jamás, en el peregrinaje de la vida, se olvide,-aun
en las más tristes embriagueces materiales, de volver sus ojos
al ideal. La mejor obra del profesor es prender esta chispa
en las almas juveniles.»
Es necesario tener siempre ante los ojos un ideal; con
templarlo, estudiarlo, dejarse absorber por él; amarlo con pa
sión, con verdadera locura. Pero debe ser tan elevado que el
corazón enamorado de él, no se deje seducir por el espejismo
engañador de las ambiciones humanas. Debe ser superior al
dinero, y la pasión de las riquezas no .tendrá cabida en el
alma; debe ser más elevado que los placeres que seducen a la
mayor parte de los hombres, y entonces, a pesar de la tenta
ción, el espíritu podrá dilatarse, y nada lo apartará del ob
jeto que se haya propuesto.
En esta época en que tan numeroso es el ejército de los
desfallecidos y los desalentados y en que la marea creciente
del egoísmo entorpece y aniquila todos los esfuerzos, es abso
lutamente preciso el culto fervoroso del ideal.