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PROTEO
Anticipados en la acción, los Estados Unidos, a éstos te
nían que pertenecer el mérito o las responsabilidades de la
solución.
Los partidos mejicanos tuvieron la ceguedad, o la per
versión, de desoír las exigencias del patriotismo que les ha
brían impuesto el deber de la conciliación conjurando ©1 peli
gro ante la primera señal de la amenaza de la intervención
yankee.
Basta comparar las condiciones de propia libertad y dig
nidad nacional en que su paz interna se habría producido,
realizándola en un pacto puramente de familia en mayo o ju
nio de 1913, es decir, ante los primeros amagos de la interven
ción yankee, que la imponían forzosamente, y los torrentes de
sangre y de dinero, y las depresiones del carácter y de los fue
ros nacionales, con que se ha llegado al mismo resultado bajo
la niismia imposición extranjera, ocupado el suelo de la patria
por los ejércitos de la intervención norteamericana y con el
quebranto moral de las naciones de Sud América que la san
cionan por el acto mismo en que garantizan (!?) que ella será
retirada en tal o cual momento después de satisfechos por Mé
jico los términos de la reorganización interna impuestos en>
semejantes soluciones.
Nadie hay que no sea culpable en todo esto; (culpable
quiere decir, en la intención de estas frases, causante de su
propio detrimento).
Son los partidos mejicanos en las. terquedades de la gue
rra civil, por el empeño de un predominio que no puede esta
blecerse sino con el aniquilamiento de los unos o los otros, lo
que equivale a decir, con el fratricidio, con la furia de Car».
La paz, obra de la intervención extranjera que impondrá
el gobierno del partido que le inspira confianza, diferira ra
dicalmente de una pa z hecha por la reconciliación de los her
manos entre sí. En vez de la armonía del reciproco acuerdo,
resultará probablemente el sometimiento de los unos y la pie-