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realidad presente. Frente a la muchedumbre de mercantilis- 
tas y versátiles hay que levantar el airón del patriotismo aus 
tero y encaminar el país por la senda del trabajo honesto y 
fecundo. 
Y en esta brega por nuestra regeneración social y políti 
ca, ha sido Ariosto D. González un luchador incansable. Des 
de su iniciación en las letras, ha venido sosteniendo nobles 
postulados y enseñando altos ideales. 
Sin vacilaciones y sin temores escribió en su sustancioso 
folleto “Emilio Zola”: “En nuestro país se ofrece a los ojos 
de todos un espectáculo desconsolador. Por todas partes ve 
mos hombres prosternados ante la fortuna adorando sus más 
livianos caprichos; jóvenes mezclados con todas las infamias 
en el torrente fangoso de las pasiones; conciencias tornadizas 
al menor soplo del viento, que no vacilan en arrojar todos los 
principios de la honradez y de la justicia; hombres incapaces 
de defender sus ideas, temerosos de una palabra de desdén o 
de una sonrisa de desprecio.” 
Y ahora, el joven adalid desarrolla las ideas sostenidas 
en sus publicaciones anteriores y hace el proceso de nuestra 
inorgánica vida democrática. Es la suya la más documentada 
y eficaz argumentación que hasta el momento se haya hecho 
contra nuestros anacrónicos bandos políticos y el más enérgico 
anatema que en los tiempos actuales se haya escrito contra 
esos inconscientes hombres de gobierno, sin seriedad y sin 
ideal, que ambicionan dirigir el país. 
La palabra austera de González condena, con irrefutable 
argumentación, los errores de nuestros gobernantes y hombres 
públicos, atribuyéndolos, en gran parte, a la falta de estudio 
serio, de carácter y de integridad moral. 
Luis F. PEREIRA. 
( Continuará.)