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VIDA MONTE VIDE AN A
Y de horror sobrecogida
Observa que es onda herida
Un astro que vierte luz
GuzmáN PAPINI y zas.
Junio 1" de 1897.
mili
rrô
pg&g
%
E resuelto callar. En la
- [mirada
hallarás la pasión que te
[profeso :
en amor, ó se dice todo,
[ó nada ;
y en la mirada hoy luz,
[palabra y beso.
Daniei. MARTÍNEZ VIC1L.
■A'» i«a'* r *■
La
ikio
f ' lega una compañía teatral de
canto y música; cada artista
_ _ se acomoda del mejor modo.
#Aida Fosmllí seguirla cantante se
yloja en uno de los muchos hoteles
Existentes en el pueblo -
g Cierta noche al volver del coliseo,
cuando se despojaba de sús joyas, iba á
colocar la diadema en una balijilla con
juntamente con sus adornos; con estupor
notó la falta del mueble y dió dos. pasos
atras.
Llama al camarero. Nadie había
entrado. Resultado contrario dan las
pesquizas.
Determinase Aida á cambiar de domi
cilio; no desea ir á hotel, temiendo otro
hurlo.
Con apocado espíritu y rostro cub'erto
de rojos colores valvucea, Abelardo el
zapatero, habitante de la ve -ina casa,
que acudia alli sabiéndola rosybmféíí de
artístaA.^eí^pri.lg^-téngo dos habita
ciones disponibles; son de seguridad y
módico précio.
■—¿Donde?
— Lindando con esta casa.
— Cerca, muy cerca és. . . pero ...
— Señorita, garanto que no habrá
robo alguno, todos los hablantes son
honradas personas.
— Arreglado, corre por cuenta vues
tra el conducirme hoy mismo los
muebles.
— Muy bien señorita, el precio ya
trataremos.
Salió el viejo Abelardo haciendo
arrumacos.
Trasladados los muebles, la artista
ocupó su nuevo albergue; de tarde
Abelardo con risueña faz asomóse á
la puerta interrogando á la huéspeda:
¿que ópera canta hoy?
— Olí 1 buen anc : ano, porqué pregun-
tasesto?
— Me agradaria saberlo.
— ¿Nunca has estado en el teatro?
— Ut! cuantas y cuantas noches y
iun dias.
— Creí que era> lego en la materia.
— No señorita.
Con vuestro permiso señor, dijo un
joven .que penetró en la habitación.
Abelardo saludó yéndose.
Esa noche Abelardo el ?apatero
concurr o al paraiso del coliseo, tomó
asiento en la primer fila, cantóse
Guaraní; el público badó palmas en
grande, Abelardo no fué menos; desde
1 i. platea distingiase--.su cabeza El ín
teres con que observaba las escenas y
..sus vehementes aplausos, asemejábanle
á jefe de claque ó adalid de romanos.
Termina 'a la función apa remó el
anuncio: jueves 30 Trovador\ — Be
neficio de Aida Foscol/i.
La tarde anterior á la representad ón
Abelardo oyó cantar á Aida. Penetró à
la habitación entonando Di qiiella
yira. ■ ■
— ¿Sabes eso raro?
— Lágrimas me cuesta el sab irlo.
—¿Que te ha sucedido?
— Esto trae á mi memoria la feliz
época en que ya m: finadahijita cant ha
y yo iba á los ensayos.
— ¡ Padre de una cantarína!
— Cierto, cinco años había estudiado
y veinte representaciones tenia dadas;
be aprendi lo de memoria toda la ú! tima
ópera que ella cantó: El Ti orador.
— ¡Malograda!
— Hé perdido mi única ayuda, mis
pocos ahorros los consumí para ella.
— ¿Eres pobre?
— Mm líos dias hay que ayuno por
falta de recursos; otros n às felice 3 ,
cuando hago algún par de botas y pagan
ahorro para ir ai teatro, mi monomanía,
— Yen es‘a noche conmigo, 'gratis
será tú entrada, desérariado anebnv
Abelardo todo alborozado se retiró.
Juntos fueron aquella noche, hasta los
bastidores donde Aida le mandó esperar.
Poco 'Tempo después volvió: vé á mi
camarín hasta que concluya el acto.
Finalizada la función,gran numero de
dádivas fueron traídas para Aida y.,
acomodadas en un ángulo-dc i r píêzJ.
— | No-feay-rfrás? gritó Aida al por- 1
¡ tador, separando varias cosas.
— No.
— Bién ; después dirigiéndose á
Abelardo que era presa de asombro al
ver relumbrar tanta alhaja, le dijo:
lleva todo ésto á tu casa, deja eso otro,
véndelo en tú provecho y recuerda cjue
es el regalo que te ha hecho Aida
Foscolli, la noche de su beneficio, en
honor de tu finada hija.
Abelardo rompió á llorar.
Matías GONZ \LBZ CORONEL.
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HELÉNICAS
-jAj- ‘fifi i ieres, Obmpia, embriagar-
I pyfifi¡ [ me? No me escancies <1 vino
VI fi'A Ále bastan tus besos bu-
me !os.
Tibia y olorosa está el agua. en que
acabas de bañarte, Lesbia divina. El
amor la ha calentado con su antorcha,
y 1 is rosas de tu hermosura lian difun
dido allí su esencia voluptuosa.
Yo envidio á esas burbujas, de la
irisada espuma, que te miran á sola 3 ,
retlejan lo tii beldad en sus pupilas de
fuego.
¿Como dejas, SiLia inhumana, que
ajusti ien á ese pobre rapaz insano?
Hirióme, en verdad, el corazón su aleve
dardo; más fuiste tú quien le dijo:—
Asésía certero, pá te la entraña.
Por abi oigo que te buscan, que te
pregonan solícitos tus padres d lloridos
y tus amantes burlados. ¡ No salgas de
mi pmlio, Delia, no salgas!
¿Te maravilla, lio uñosa Cloe, que
las candoro as avecillas desciendan á
picar lo *. sazónalos racimos que ha
pintado Parrado, el divino pincel de
Efeso, rival de Xeuxis ?
M yor prodigio hiele on l is dioses
en tus ojo , pues los mios al mirarlos,
los tom ín por luceros.
Al ver que Amor desgarró su seno,
ízquierd-», acudí A 'só'c'of'fmla. chupé W
ró ea ,herida,, y ¡ quién lo creyera ! no
manaba sangre s : no miele 3 .
Del templo vengo, , á donde fui á
rogar á Vénus te haga propicia á mi
cariño; y al besar el pié de la diosa,
olióme á violetas. Por poco te sorpren
do, Mirra; era tu aliento !
Praxiteles y Scopas han recibido de
Júpiter el don de hacer vivir la p'cdra.
Ello 3 han go'pcado el recio Paros, y
Vé tus ha surgido palpitante y amorosa.
Yo soy un pob e anida á quien mal
dicen los dio 3 c ! . Yo toco, Alcibia, tu
cirne viva yeuÜLimte,- y-á-mi ccJTFIacto
ardieiLfír-íórnasc en rMri'nol.
Paco ha Irán Horma lo e;i racima á la
di!ce ninfa Esfafilea. Imaginándome
e.i sus brazos, yo apuro esta copa en
que rebosa el jugo ardiente de sus
besos. — ¡Copero! S¡ acude Lesbia, que
sepa que la engaño. Dile que
duermo.
N. BOLET PERAZA.
¡id:
u traje frescamente blanco, lleno
«|S|de encajes y cribos, dejaba ver
^lotra frescura más dulce, la fres-
¡§ cura rosa de su piel de... raso'. ..
¡ggjgg&flll ¡ no ! ... esas son palabras de los
hombres... de su piel de mujer, suave, con
coloraciones de corrientes de emoción.
Derpue; seguía su cuello, su cuellito de
cisne, eii el que estaba atada una corbatita
de raso guilloché, blanco, con un nudito