VIDA MONTEVIDEANA
SUMARIO
TEXTO: Comunicaciones—Chopin! por el doc l or José
F. Doni—¿ yutí es olvido i por Atarín H. Eab-
bia y Oribe—Dos esclavos DE SU palabra,
por Francisco de Asis Condomines—CREPUSCULA
RES. por (‘1 doctor Fernando -Ay alió Vidal—Trans
parente, por Ráfaga:—.Minucias, por Cayetano
H. Mendoza—Mar Aptera, por Tírala—AME
MOS ... por Luis Ferrara—Tinta Rosada, por
Luis Maesa—La Chuz Roja, por vi doctor Emi
liano G. Pajares— El ARTE EN MONTEVIDEO,
por llaul de Alcedo—Recuerdos, por Venancio
Paica— I’URIFIcazione, por ./. Doni— Caminito
DE LA PUENTE, por Dolores Larrosa— En EL ÀL-
RUM DE LA SEÑORITA TULA ltoVIRA, por F.
Cmdomines— La DICHA IMPOSÍRLE, por Catadle
Alendes, traducción de Armando Driep— TURF,
por Raiil—Rotas—Aviso.
GRABADO: Galería de bellezas Montevidkanas: Adeli-
ta Eastman, fotografía de F.tz Patrie!;, grnlvido de
Emilio A. Coll; v varios grabados intercalados
en el texto.
COMUNICACIONES
-—
Señores Director y Redactores de Vida Mon-
TEVIDEANA.
Señores:
Es en mi poder su grata de fecha 24 de
Mayo, por medio de la cual solicitan Vds.
mi humilde, cuanto insignificante concurso,
en pro de Vida Montkvioeaxa.
Sé que nada vale mi contingente, pero Vds,
lo solicitan en términos tan honrosos para
mi, que seria poco caballeresco, dár la ne
gativa por respuesta.— Asi, pues, siempre
que alguna de las nueve ingratas, en sus
caprichosos giros, venga á acariciar mi mente
con su hálito divino, trataré de hacerles y
remitirles, lo que la sublime canción de las
reinas del Parnaso, haga brotar de mi tosco
mimen.
Con ardientes felicitaciones por la feliz
iniciativa de dar á publicidad un periódico
que .sea el heraldo de-los ideales de la ju
ventud amante de las bellas letras, queda
de Vds, concarlñ), su afmo.
C. R. MiamzÁ.
Montevideo, Juiro i de 1807. .
Asociación de los Estudiantes,.Montevideo.
Montevideo, Julio 17 de tt-ii".
Señor Director de Vida Montevideana, Don
Rafael J. Eosalba.
Presente.
Aprectable amigo:
Habiendo sabido que acaba de aparecer
un periódico literario—artístico—social, titu
lado Vida Montevideana dignamente díri-
jido por Vd; he resuelto demandar de su
benevolencia un señalado servicio.
Confiado en los profundos sentimientos
de compañerismo que tan poderosamente le
animan, es que me atrevo á pedir de Vd se
sirva enviar gratuitamente, si no le es’gra
voso. tan interesante revista á la Asociación
de los Estudiantes.
De este modo, la juventud estudiosa que
favorece este centro con su concurrencia,
podrá embeberse en la lectura de un nuevo
órgano literario donde calaboran escritores
de indiscutible valer, y en el cual se encuen
tran enérgicamente impresos-ios rasgos de la
mas pura intelectualidad nacional.
Agradeciendo de antemano tan pondera-
ble favor, saludo á Vd, con mi mayor consi
deración y aprecio.
IÍMI1 10 Fri goni,
Bibliotecario.
Gentilíssimo Sig. Fosalba:
Tutto ció che nel campo morale ed intel-
lettuale ha per scopo ii progresso e il mi-
glioramento degli esseri, merita incoraggia-
mento e plauso grandíssimo, lo plaudo
adunque al suo ñobile intendimento di
arriochire questa splendida e cara ciitá
americana di una Revista letteraria che sará
come un campo aperto a tutte le in.telli-
genze.
Stia sicuro che la mia povera penna sará
ben licta sempre di offrirle il misero suo con
tributo: di piítacestti ora i miei auguri c le
mié felicitazioni.
Bravo!
Suo
D•->< tok J( sé Doni.
Montevideo, Junio 3de B9?.
(Escrito en italiano 'para Vida M jntevíd.: ana j
ESDE la„es.taacia vecina llegaban,
amortiguados por las pesadas
cortinas, los flébiles y armoniosos
sonidos del pianoforte. ¡Oh! qué
tumulto ele sentimientos, de con
mociones diversas, de turbaciones extrañas,
despertaban en el corazón de aquella mujer
las fantásticas armonías del divino Chopin!
Sentada sobre una poltrona, vestida para
el baile, hermosa con su traje verde de Nilo,
que en pliegues elegantes envolvía su deli
cada persona,- la marquesa lloraba!
Un la flor de los años, con una hija á la
que idolatraba {por qué llorar?... Oh! son
tantos los misterios de un corazón; y la envi
diada mujeraquella, tenia desde algúntiempo,
uno, tremendo para escrutarlo y vencerlo!
Y las divinas melodías que la mano de su
buena María arrancaba al pianoforte aumen
taban la tristeza de Ella, queveia en los í l
eos muebles de su estancia, en todo lo que la
circundaba, los funerales misteriosos de su
pobre amor!. . .
Era hermoso el salonci.to con sus muebles
antiguos, tapizados de punzó oscuro, apen ís
i.luminado por una sola lámpara, artistica
mente puesta sobre un antiguo trípode de
bronce: de los jarrones • se espundia volup
tuoso y acariciador el dulce perfume de las
violetas dobles y de los jacintos.
— El Duque de Monteverde!— anunció el
criado, engalanado con su larga librea, pre
sentándose en la puerta del fondo.
Un— ¡oh! — súbitamente reprimido, fué
la primera respuesta, que afortunadamente
el criado no oyó; un — adelante! — flébil,
pero seguro, se dejó oír y la puerta dejó pa
sar, conmovido, pero contento, al hermosí-
s'mo Duque. Se detuvo, como titubeando,
no viendo bien en aquella semi oscuridad,
procurando ver... incierto.
{Qué queria decir aquel silencio melancó
lico y severo, aquel perfumé que asaltaba,
lento, lentamente, el cerebro?...
Viola después de pronto, blanca fantasma
inmóvil sobre la poltrona, junto al fuego que
chispeaba en la vieja estufa, y adelantó.--
Ella no hallaba palabras, pero, mirándolo
con sus grandes ojos negros aterciopelados
— Sentaos! — di jóle y sollozó.
El Duque tomóle Una mano que colgaba
inerte á su costado y la cubrió de besos ar
dientes y apasionados; aquella mano era
tersa y blanca como un lirio, como una mag
nolia... Después con ternura inefable, ce
rrando los ojos como para saborear mejor la
voluptuosidad, de sus palabras:
— Os amo tanto —i se lamo —os adoro;
pero esto, así no puede durar; ó me arrojaij
de vuestro lad» ó sois mia. Marquesa, tened
compasión de mi!
— Oh! — esclamó ella, escondiéndose el
rostro entre las manos—no tenteis, hablad-
mecomo amigo, os lo suplico!
— Amigo?... Vos quereis burlaros!
Ella continuaba sollozando; él, con el alma
lacerada, los nervios exciládos, daba tormento
á sus bigotes rubios con la enguantada ma
no; su rostro bello, de una belleza altiva, se
le descomponía angustiosamente.
—{Quién toca el piano? -- preguntó él de
pronto.
— María.
— Oh! Marquesa, la hija de aquel hombre!
— De mi marido!--esclamó ella, secán
dose las lágrimas,
—Yo mataré á ese vuestro marido si no
cedeis á mi pasión... y me amais... es cier
to, no me lo negueis; no movais la linda
cabeza, me amais y no lo querríais; lucháis
en vano, Contra un afecto que es más poten
te que vos misma y que hará que me digais
al fin la májica palabra que hará siempre
mas hermosos vuestros labios.
—Oh! no me digais esto—murmuró la
pobre Marquesa, escuchando los sones del
piano que llegaban de la estancia vecina.
Maria, sin sabor nada, habla empezado á
tocar el duetó inmortal de Gounod en su
Fausto. No llegaban hasta el saloncito mas
que aquellas notas cargadas de pasión, pe
ro, á aquellos dos séres parecíales que escu
charan las palabras vehementes y apasiona
das del seduc.or de ¡Margarita. ,. !-Margarita,
que acababa de ceder al hechizo irresistible
de su amante!...
La Marquesa se levantó y corrió á cerrar
del todo la cortina de brocato que comunica
ba con la estancia de los sones melodiosos y
después volviéndose hacia él, que la miraba
y no comprendía:
—Si me amais de verdad, Duqu —rogó
ella—dejadme en, paz!
—No puedo; no puedo! ,
—OIU dejadme que permanezca digna de
aquel hombre que me traiciona, pero que
es mi marido;.dejadme que-permunezca dig
na de aquella hija, pobre criatura, que no
podría ya besar sin. rubor en el rostro.
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