Full text: 1.1897,1.Aug.=Nr. 5 (1897000105)

VIDA MONTEVIDEANA 
SUMARIO 
TEXTO: Comunicaciones—Chopin! por el doc l or José 
F. Doni—¿ yutí es olvido i por Atarín H. Eab- 
bia y Oribe—Dos esclavos DE SU palabra, 
por Francisco de Asis Condomines—CREPUSCULA 
RES. por (‘1 doctor Fernando -Ay alió Vidal—Trans 
parente, por Ráfaga:—.Minucias, por Cayetano 
H. Mendoza—Mar Aptera, por Tírala—AME 
MOS ... por Luis Ferrara—Tinta Rosada, por 
Luis Maesa—La Chuz Roja, por vi doctor Emi 
liano G. Pajares— El ARTE EN MONTEVIDEO, 
por llaul de Alcedo—Recuerdos, por Venancio 
Paica— I’URIFIcazione, por ./. Doni— Caminito 
DE LA PUENTE, por Dolores Larrosa— En EL ÀL- 
RUM DE LA SEÑORITA TULA ltoVIRA, por F. 
Cmdomines— La DICHA IMPOSÍRLE, por Catadle 
Alendes, traducción de Armando Driep— TURF, 
por Raiil—Rotas—Aviso. 
GRABADO: Galería de bellezas Montevidkanas: Adeli- 
ta Eastman, fotografía de F.tz Patrie!;, grnlvido de 
Emilio A. Coll; v varios grabados intercalados 
en el texto. 
COMUNICACIONES 
-— 
Señores Director y Redactores de Vida Mon- 
TEVIDEANA. 
Señores: 
Es en mi poder su grata de fecha 24 de 
Mayo, por medio de la cual solicitan Vds. 
mi humilde, cuanto insignificante concurso, 
en pro de Vida Montkvioeaxa. 
Sé que nada vale mi contingente, pero Vds, 
lo solicitan en términos tan honrosos para 
mi, que seria poco caballeresco, dár la ne 
gativa por respuesta.— Asi, pues, siempre 
que alguna de las nueve ingratas, en sus 
caprichosos giros, venga á acariciar mi mente 
con su hálito divino, trataré de hacerles y 
remitirles, lo que la sublime canción de las 
reinas del Parnaso, haga brotar de mi tosco 
mimen. 
Con ardientes felicitaciones por la feliz 
iniciativa de dar á publicidad un periódico 
que .sea el heraldo de-los ideales de la ju 
ventud amante de las bellas letras, queda 
de Vds, concarlñ), su afmo. 
C. R. MiamzÁ. 
Montevideo, Juiro i de 1807. . 
Asociación de los Estudiantes,.Montevideo. 
Montevideo, Julio 17 de tt-ii". 
Señor Director de Vida Montevideana, Don 
Rafael J. Eosalba. 
Presente. 
Aprectable amigo: 
Habiendo sabido que acaba de aparecer 
un periódico literario—artístico—social, titu 
lado Vida Montevideana dignamente díri- 
jido por Vd; he resuelto demandar de su 
benevolencia un señalado servicio. 
Confiado en los profundos sentimientos 
de compañerismo que tan poderosamente le 
animan, es que me atrevo á pedir de Vd se 
sirva enviar gratuitamente, si no le es’gra 
voso. tan interesante revista á la Asociación 
de los Estudiantes. 
De este modo, la juventud estudiosa que 
favorece este centro con su concurrencia, 
podrá embeberse en la lectura de un nuevo 
órgano literario donde calaboran escritores 
de indiscutible valer, y en el cual se encuen 
tran enérgicamente impresos-ios rasgos de la 
mas pura intelectualidad nacional. 
Agradeciendo de antemano tan pondera- 
ble favor, saludo á Vd, con mi mayor consi 
deración y aprecio. 
IÍMI1 10 Fri goni, 
Bibliotecario. 
Gentilíssimo Sig. Fosalba: 
Tutto ció che nel campo morale ed intel- 
lettuale ha per scopo ii progresso e il mi- 
glioramento degli esseri, merita incoraggia- 
mento e plauso grandíssimo, lo plaudo 
adunque al suo ñobile intendimento di 
arriochire questa splendida e cara ciitá 
americana di una Revista letteraria che sará 
come un campo aperto a tutte le in.telli- 
genze. 
Stia sicuro che la mia povera penna sará 
ben licta sempre di offrirle il misero suo con 
tributo: di piítacestti ora i miei auguri c le 
mié felicitazioni. 
Bravo! 
Suo 
D•->< tok J( sé Doni. 
Montevideo, Junio 3de B9?. 
(Escrito en italiano 'para Vida M jntevíd.: ana j 
ESDE la„es.taacia vecina llegaban, 
amortiguados por las pesadas 
cortinas, los flébiles y armoniosos 
sonidos del pianoforte. ¡Oh! qué 
tumulto ele sentimientos, de con 
mociones diversas, de turbaciones extrañas, 
despertaban en el corazón de aquella mujer 
las fantásticas armonías del divino Chopin! 
Sentada sobre una poltrona, vestida para 
el baile, hermosa con su traje verde de Nilo, 
que en pliegues elegantes envolvía su deli 
cada persona,- la marquesa lloraba! 
Un la flor de los años, con una hija á la 
que idolatraba {por qué llorar?... Oh! son 
tantos los misterios de un corazón; y la envi 
diada mujeraquella, tenia desde algúntiempo, 
uno, tremendo para escrutarlo y vencerlo! 
Y las divinas melodías que la mano de su 
buena María arrancaba al pianoforte aumen 
taban la tristeza de Ella, queveia en los í l 
eos muebles de su estancia, en todo lo que la 
circundaba, los funerales misteriosos de su 
pobre amor!. . . 
Era hermoso el salonci.to con sus muebles 
antiguos, tapizados de punzó oscuro, apen ís 
i.luminado por una sola lámpara, artistica 
mente puesta sobre un antiguo trípode de 
bronce: de los jarrones • se espundia volup 
tuoso y acariciador el dulce perfume de las 
violetas dobles y de los jacintos. 
— El Duque de Monteverde!— anunció el 
criado, engalanado con su larga librea, pre 
sentándose en la puerta del fondo. 
Un— ¡oh! — súbitamente reprimido, fué 
la primera respuesta, que afortunadamente 
el criado no oyó; un — adelante! — flébil, 
pero seguro, se dejó oír y la puerta dejó pa 
sar, conmovido, pero contento, al hermosí- 
s'mo Duque. Se detuvo, como titubeando, 
no viendo bien en aquella semi oscuridad, 
procurando ver... incierto. 
{Qué queria decir aquel silencio melancó 
lico y severo, aquel perfumé que asaltaba, 
lento, lentamente, el cerebro?... 
Viola después de pronto, blanca fantasma 
inmóvil sobre la poltrona, junto al fuego que 
chispeaba en la vieja estufa, y adelantó.-- 
Ella no hallaba palabras, pero, mirándolo 
con sus grandes ojos negros aterciopelados 
— Sentaos! — di jóle y sollozó. 
El Duque tomóle Una mano que colgaba 
inerte á su costado y la cubrió de besos ar 
dientes y apasionados; aquella mano era 
tersa y blanca como un lirio, como una mag 
nolia... Después con ternura inefable, ce 
rrando los ojos como para saborear mejor la 
voluptuosidad, de sus palabras: 
— Os amo tanto —i se lamo —os adoro; 
pero esto, así no puede durar; ó me arrojaij 
de vuestro lad» ó sois mia. Marquesa, tened 
compasión de mi! 
— Oh! — esclamó ella, escondiéndose el 
rostro entre las manos—no tenteis, hablad- 
mecomo amigo, os lo suplico! 
— Amigo?... Vos quereis burlaros! 
Ella continuaba sollozando; él, con el alma 
lacerada, los nervios exciládos, daba tormento 
á sus bigotes rubios con la enguantada ma 
no; su rostro bello, de una belleza altiva, se 
le descomponía angustiosamente. 
—{Quién toca el piano? -- preguntó él de 
pronto. 
— María. 
— Oh! Marquesa, la hija de aquel hombre! 
— De mi marido!--esclamó ella, secán 
dose las lágrimas, 
—Yo mataré á ese vuestro marido si no 
cedeis á mi pasión... y me amais... es cier 
to, no me lo negueis; no movais la linda 
cabeza, me amais y no lo querríais; lucháis 
en vano, Contra un afecto que es más poten 
te que vos misma y que hará que me digais 
al fin la májica palabra que hará siempre 
mas hermosos vuestros labios. 
—Oh! no me digais esto—murmuró la 
pobre Marquesa, escuchando los sones del 
piano que llegaban de la estancia vecina. 
Maria, sin sabor nada, habla empezado á 
tocar el duetó inmortal de Gounod en su 
Fausto. No llegaban hasta el saloncito mas 
que aquellas notas cargadas de pasión, pe 
ro, á aquellos dos séres parecíales que escu 
charan las palabras vehementes y apasiona 
das del seduc.or de ¡Margarita. ,. !-Margarita, 
que acababa de ceder al hechizo irresistible 
de su amante!... 
La Marquesa se levantó y corrió á cerrar 
del todo la cortina de brocato que comunica 
ba con la estancia de los sones melodiosos y 
después volviéndose hacia él, que la miraba 
y no comprendía: 
—Si me amais de verdad, Duqu —rogó 
ella—dejadme en, paz! 
—No puedo; no puedo! , 
—OIU dejadme que permanezca digna de 
aquel hombre que me traiciona, pero que 
es mi marido;.dejadme que-permunezca dig 
na de aquella hija, pobre criatura, que no 
podría ya besar sin. rubor en el rostro. 
i
	        
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