VIDA MONTEVIDEANA
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esplega, á todas horas del día, el traje ver-
l de as huries de Mahoma, bordado á tre-
c os por las notas chillonas de las amapolas
y margaritas silvestres.
u ' mos - nos equivocamos. Subimos á
vicr^k' 0 ’ 6 ! d ®la Guardia, desde cuya atalaya
silaban los coloniales españoles las inva-
° ae ? de indígenas bravios, de los minua-
a ’ de a ma indómnita y de músculos de
ro, con los que preparaban en gestación
& nosa la independencia del aduar; el
ua r, cimiento primordial de todas las
Patrias americanas.
n . °'° recordando la primera impresión que
re Produc e en la infancia las escenas pinto-
estilrf eneldon describe, con primoroso
nus J e , n , encan tadas islas griegas, es
tañp P ^ e< ^ ee es P ec tador, desde esta mon-
saip n arSe c . uen . ta de lo maravilloso del pai-
qup ^k 6 . Se d °mina con mirada de cóndor
aica mucho sol, en mucho azul...
DeH aserl ° °* anco de la pequeñuela ciudad
todns i entre arboledas, entre manchas de
mino “I, 1011 , 03 de Ia gama del verde; al tér-
rros m edl ? as ^ omas de piedra de los ce-
trificnr-f 1110 lnmensa majada de camellos pe-
rrerins ° a t 'P ocas prehistóricas en sus co-
desiprmtf 1Sn ? lcas P or e l desierto; por el
al atarrt eso Ittdo,encuyo horizonte opalino,
el hump’, 3penas se dibujaba, á lo lejos,
rrúas ™ azu , oscuro de las tolderías cha-
" Pampero de“osnte S l! SCS ^
sus esr’piti ^" ondo del paisage culebreando con
del Sant 'J 3 p atea d as el sol, el enorme boa
z arzalp<¡ a ■ UC ' a ’ se desenvuelve, buscando
' Para arrn„ ,Ul | C0S ' pa í as bravas Y flechillas,
a &uaqu e L ar , COn a canc i° n cristalina del
orillas v beS j í as terrosas escarpas de las
cada arul? U j i a etl cada beso un rosal, en
maro-arita 0 • corr iente un trébol, una
vina° caíft r ° como gotas de la sangre di-
púre'as Ha ? S0 - e e l césped, de las venas pur-
Ñ 0 co as a uroras orientales,
el vac„n^ mos ’ todavía, los que gastamos
ciudades | ar °l ad o sobre el asfalto de la
concluye ° S C l ue creemos que el horizont
Pueblito < C ° n e )'do ciudadano ó con e
n ° connp» eran ', e P° ó con la playa á la moda
as cender í 10 ® bien el placer alpinista, di
con las ni Se . vars e, de lleg a r á conversa
rosos á s es ’ a dominar horizontes anchu
cosas granH tlr ■ sensac i° n hermosa déla
por el^tub 6S,a a P re Pder á mirar la vida, ni
das inte - ^^ttSosto de nuestras convenien
gran veni-tvf ' S ’ ? lno . a contemplarlas por 1;
pació a k- Ua azu a bierta al infinito, al es
toda la lar t rt j desde donde se comprendí
L altura í, ud del pensamiento humano; i
sera rjpniV - Csdc donde se mira nuestra mí'
iriI nensa de^f 2 C f 0ÍSta ’ al ciel °’ á la re £ iÓ1
re uala n ' las a lmas, sereno el corazón, se
espíritu e lrada ’ ser ena la quietud plácida de
mente «o n i est , a b°ra crepuscular solemne
lQueh- dorosa -
esta de a j lenec b° ra higiene para él alma e
á los tida mirar l°s grandes espacios abierto:
las emn' 0ra i rrias de la tierra y de domina
P ar a escákf i ■ a J. turas i gradas de ciclope
tru endo= r e in bnito !... Lejos de la es
como se C ' Catarata de la vida traficante
ta, más k lent;e uno más bueno, más altruis-
d°r est(ir- ern ] ano de I hombre, más admira
Parias r, 1C ° - ^ a belleza, más lejos de la
ra za r lA^ e ^ u ^ a de los odios de secta, de
Si el m arUdo > de negocios.
° xi geno , ma tiene pulmones para aspirare
s°b re la C ° S buenos sentimientos, aqui
me ntesaríS ña ’ esdonde respira plena
inmune , lstec na ; contenta de poder sentirsi
egoisi-Af, f esa tisis del corazón que es e
La sal.m I a mezquina lucha por la vida.
,Q u Salud d el alma; ¡y la del cuerpo!
cia perdiH vu pL' e á los músculos su poten-
e nero-iA., a ’ fl u * en le vuelve al corazón la:
duras dpi^ aSladas ’ organismo, las abolla-
escudo de la fuerza vital, sufrida:
en el choque diario de las pasiones, del tra
bajo, de la premura nerviosa con que nos
consumimos en el taller ó en el estudio?
No se hallarían en este sitio todas las de
licias si junto á las bellezas del paisaje, no
nos encontráramos un santuario de la sa
lud-y de la higiene. Un hermoso y grandí
simo establecimiento Hidro-Magnético, crea
do entre estas cuchillas floridas, al potente:
ábrete sésamo! de un viejo filántropo, de un
liberal de alma altruista, el señor Luis Cur-
belo, el mago de la salud de estos contor
nos, que cura las enfermedades con solo im
poner sus manos impregnadas del agua
magnética de su fuente cristalina.
Bajamos á la montaña, en la hora que
atardece y el sol flequea sus últimos esplen
dores sobre las crestas pétreas de Verdun.
Penetramos en la casa de salud.
Las azucenas blancas nos dan la pajina
floral, en la que bordan su música chillona
las achiras y los pensamientos, vestidos de
colores heráldicos... ¡Qué precioso!... Una
glorieta de techo de totora nos convida á sen
tarnos bajo su sombra fresquisuna... El
sabiá que se posa en una rama flexible de
eucaliptus, nos recuerda el doliente gemido
de Abreu en los perfumados naranjales bra
sileros.
De pronto, un gallo inglés, de plumas tor
nasoladas. garifo y entonado, vibra su esten
tóreo canto, saludando al dia quese oculta ..
A lo lejos, en un ranchito de barro, perdido
en una loma cercana, canta una voz varonil
de cadencias luengas, sentidos versos en los
que vibran el alma inmensa del paisano
criollo :
Sé como el almendro,
Al sentir rigores.
Suelta á cada golpe
Tus más lindas florés.
Llega el señor Curbelo. Fisonomía franca,
abierta, jovial; poblado bigote cano, cráneo
de inteligente; simpático: color sano en el
cútis algo tostado por las brisas de las sie
rras. Al verlo, se, siente el golpe relámpago
de la simpatía,y uñóse deja llevar en la sua
ve corriente de su conversación amena, so
bre todo, altruista
Curbelo, detesta todos los vicios que de
generan la sociedad actual ; el aleo hol
padre del suicidio y la idiotez ; el tabaco que
oscurece la memoria... detesta los explo
tadores de la moral cristiana y pronto, halla
tema para desarrollar sus teorias gene
rosas, para mostrarnos una meta radiante
de bienestar, de progreso, de libertades.
Don Luis Curbelo, nos conduce á visitar
su sanatario. Es coqueto de veras! Las pie
zas para hombres, pequeñas, con ventanas
cubiertas de enredaderas perfumadas, con
vistas á panoramas espléndidos de campiña
ondulada, de montes, de laderas, entre cuyo
verde pastan los vacunos, mansamente...
Ahora el salón de baños, las duchas, las
bañeras de mármol de colores, las cubetas
para pl agua magnetizada; todo el sencillo
aparato que sirve para vehículo recreativo
de la salud, de la vida, de la alegria ; porque
no hemos visto sanatorio más alegre que
este, donde los enfermos de tisis al mes es
tán mejorados y los pacientes del tifus á los
ocho dias, como nuevos Lázaros bíblicos se
levantan y andan...donde acabamos de com
prender el esfuerzo inútil de la farmacopea
moderna para encontrar, entre sus venenos
violentos, el anhelado regenerador de vidas.
El departamento de señoras, con sus pie-
çitas coquetuelas, amuebladas como para
niñas mimosas; llenas de luz, de pájaros, de
flores; rodeadas del ambiente simpático que
se desprende de la familia Curbelo, de cuyo
lado se alejan los enfermos, ya curados, con
lágrimas de sentimiento en los ojos ! Atrac-
cción inmensa de las almas buenas !
— Don Luis, tiene mucha gente este año?
— Bastante. Pero, no tanta como fuera mi
deseo; porque, si por mi afan fuera, quisiera
tener dos ó tres mil enfermos por año y le
garanto que repetiria el milagro del Padre
Kneipp que les vuelve la salud á todos con
la hidroterapia.
— ¡ A todos !...
— A casi todos. Con la estadística de mi
casa en la mano, puedo probárselo : de cien
enfermos que entren aqui, le garanto que
noventa y nueve se curan y el otro se alivia
mucho con el agua magnetizada.
— Pero i uted no hace más que seguir las
huellas de Priesnitts y deMombrú, de Kneipp,
en la hidropatía, no?
— Y las de Mesmeren el magnetismo, pues
dice Puysegurque de cuantas magnetizacio
nes se conocen, la del agua esindudablemente
la que produce efectos más sorprendentes y
saludables.
— Me han dicho que Vd. es muy severo
en su réjimen.
— Debo serlo. Los alcoholes, el tabaco y
los estimulantes son las causas porque se
retarda en el progreso en el mundo ! los
hombres degenerados por esos vicios no
tienen enerjias para poder romper los despo
tismos políticos, relijiosos ó sociales que los
atan, casi siempre. El que quiera curarse con
migo ; no debe fumar ni beber más que el
agua de mi fuente.
— Ese sistema hará reir á los encenagados
en el vicio.
— Peor para ellos! Podrián reirse un año
ó diez, pero al fin el alcohol y el tabaco los
hará llorar, pero, ya demasiado tarde !
— Su método, entonces, - es muy sencillo?
— Sencillísimo ; vendajes, baños, ablucio
nes, agua, papel y duchas, magnetizadas...
—i Habrá tenido contratiempos, persecu-
siónes ?
—No faltaron; pero, en mi establecimiento
Hidromagnético, el doctor Majó formula las
dianósis...
— Y Vd. cura las enfermedades.
— Eso mismo. Aparte que muchos cono
cidos médicos de Montevideo, me mandan
sus enfermos... deshauciados...
Escuche ! Tocan el timbre llamándonos á
la mesa. Vamos.
Y pasamos al comedor, espacioso, irra
diando luz. alegrías, perfumes. Pronto lo
invadieron más de veinte personas. Rostros
francos, chispeando en los ojos la cordialidad,
una familiar franqueza encantadora, presidi
da por el señor Curbelo como el patriarca
venerable de esta gran familia. El apetito
devorador de todos no denuncia á los en
fermos; es que las brisas perfumadas de estas
sierras y el agua del Establecimiento son
unos aperitivos maravillosos.
Cuando salimos á pasear por el jardin la
noche habia cubierto el cielo con su azul
obscuro bordada de lentejuelas de estrellas.
El Crucero del Sud fulguraba radiante y al
poniente, la luna se elevaba detrás de los
cerros de Verdum bañando con su esplendo
rosa caricia blanca el paisaje... Cruzó la azul
esfera la lágrima de oro de un bólido. Pen
samos en los que amanos tanto; sentimos la
nostalgia de sus palabras, de sus rostros
queridos; el beso de la santa madre lejana
nos rozó la frente!
De entre las ramas salían arrullos de pá
jaros que sueñan. Un golpe de brisa nos
trajo, algunos versos del cantar melódico
que salia del rancho perdido, allá en la cer
cana loma, con bordoneos de guitarra geme
bunda:
Causa eléctrico embeleso,
Por que jentil y bizarra,
Se aproxima á la guitarra,
' Y á las cuerdas pone un beso!
Francisco C. ARATTA.
Montevideo, Agosto de 1!) 18J7.