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V/DA MONTEVIDEANA
chos amores, figurándose ya, ver á Elena
convertida enlágrima, suelto el cabello, már
tir, implorar gracia de sus tiberianos padres,
que inflexibles, inconmovibles al llanto, á las
súplicas y al trágico dolor déla hija, sométenla
al cruento tormento de su inquisición pater
nal y prolongan mayor tiempo y hacen más
continuas las reclusiones... Después, fati
gado Rafael con tantos paseos por la vereda
y los plantones de esquina, se marcha á su
casa royéndose los puños con rabia, llorando
casi, y se tira en el lecho, desesperado como
el suicida de amor que se tira al rio; y sue
ña con su amada Elena, fabrica, en sus in
tensos y largos insomnios, mágniiicos pla
nes, dorados castillos de ventura y felicidad
sin igual, proyecta estudiarconfédecreyente,
con pasión de idólatra, con ardor y entusias
mo indescribibles, para seguir una carrera:
la de médico, abogado, ingeniero, ¡quién
sabe! para,realizar así aquellos locos anhe
los de su corazón, de su corazón tiernamen
te enamorado, con la vehemencia, con el
calor de sus quince años, su primera juven
tud; realizar, en fin aquellos sueños de oro,
su más grande aspiración en la vida, ¡casar
se con Elena!..,
Al presente son sus mutuas aspiraciones,
sencillas é inocentonas, propias de su flore
ciente juventud; verse todas las tardes, mirarse
fijamente con tiernísimo arrobamiento, con
celeste éxtasis, con sublime deliquio; son
reírse con amorosa alegría, con dulcísimo
placer, los dos á una vez; cambiar, cambios
de signos inocentes y juguetones, hechos en
el aire con presteza y reserva, para ser inad
vertidos, sin pensar que todo el mundo vé
aquellos sus infantiles idilios, prolongados
muchas veces hasta el toque de oración, que
tienen por medio, tardes espléndidas de pri
mavera, ambiente saturado como de perfu
mes de flores y espesado de encantos y pla
ceres, y cielo de un azul purísimo en el que
bórranse paulatinamente las huellas del día
y brota la luz titilante de alguna que otra
estrella!... Después de sus tiernos celoquíos,
de sus rápidos y simultáneos jugueteos de
ojos y de lábios y con los dedos, los preco
ces amantes, nerviosos é impresionados
fuertemente, sueñan despiertos y dormidos,
con las, manifestaciones hechas en aquellas
mudas pláticas, para ellos elocuentisimas,
fíeles expresiones de besos, abrazos, anhelos
de sus candorosos corazoncillos ?... Solo en
la iglesia, en las misas y novenas, las infor
tunadas criaturas, se compensan ¡dulcísima
recompensa! de latiraniapaterna, mirándose
continuamente, con el alma, con la vida, sig
nificando en sus ojos toda la ternura, el su
frimiento prematuro de sus jóvenescorazones
con tantos días de ausencia abrumadora, hasta
que concluye la novena ó misa y vuelven las
angustias, y la delincuente de amor presa,
retenida por la autoridad paterna en los mo
mentos preciosos de verse, no sale al balcón
un instante siquiera, para consuelo del afli
gido galán imberbe, que se desespera, é
imagina, lo que no. es dable imaginar, para
libertarse de la bochornosa dominación de
sus dobles fueros de adolescentes'ansiosos de
la libertad de su amor! Pero hay que.capi
tular y resignados ante la inexpugnable for
taleza paterna esperan á que luzca mejores
dias, viven entretanto con su dulce y recí
proco recuerdo, las mutuas ilusiones y es
peranzas de su edad, dichosa al fin, aunque,
ensombrecido á ratos el sol de esa felicidad
por las nubes negras de las contradicciones...
Por fin un panorama aurorai, lleno de en
cantos y harmonías, luces y alegrias, surge
esplendoroso en los primaverales amores de
los infantiles amantes!... Es la perspectiva
de un baile, el sueño dorado de Rafael,, que
enloquecido de contento, de impaciencia,
salta, chilla, baila; charla de aquel baile
hasta por los codos con sus compañeros, un
baile de máscaras para mayor soltura y con
fianza, el que le permitirá estar casi toda
una noche al lado de Elena, hablar con ella,
tocar su mano, oprimir su talle, aspirar su
aliento, decirle palabras de amor ! ¡ Oh ! di
cha felicidad, ventura grandísima! Y efecti
vamente esa noche baila con Elena, se es
trechan voluptuosamente sus manos, respi
ran sus alientos, hablan los dos, hablan sin
perder un segundo durante todo el tiempo
que están juntos; y, al retirarse á su casa,i
esa noche, y al día siguiente y subsiguientes,’
Rafael rabia, rabia como un lebrel, se tira
del pelo, se muerde los puños, patalea, grita
como un energúmeno, al pensar que no
pierde de bailar una pieza con Elena, que
pasan la noche entera de temporada fija,
que rien juntos, critican á dúo, se burlan de
todos, ambos á una; que ella le habla
de su dominó rosa; él de su traje de pierrot y
de su ridicula faz enharinada, que es la hila
ridad continua de su linda compañerita de
danza; bromean con las locuaces mascaritas
y mascarones ; charlotean de los bailes del
Club, del corso, de la batalla de flores, de
las seipentinas, del calor que hace, del tiem
po, de todo, de todo lo vulgar y nimio que
puede ocurrírsele á dos zotes, sin venírsele á
las mientes de Rafael decirle á Elena, una
sola palabra, de su primer amor, ¡de sus
amores de colegiales!
Pedro C. MIRANDA.
Montevideo, Setiembre 25 de 1897
@-o 0-3^ @-o <=-32> @-0 @0 @0 oJJ
A una niña muy joven
Niña querida, de la tez morena,
la de ios grandes ojos adorados,
escucha mis suspiro® prolongados,
escucha mis lamentos y mí pena.
¿ Qué decir del amorque me inspiraste,
de este cariño insólito y profundo
que llenara los ámbitos del mundo
con resonancias de viril contraste ?
¿ Qué decir de esta loca simpatía
que me arrastra hasta ti desesperado,
teniéndome por siempre atormentado
y hundiendo en el pesar al alma mía ?
¿ Esperar que me quieras ? ¡ Qué ocurrencia !
¿No encontrará la niña delicada
algún joven también de tez rosada
que juntara á la suya su inocencia ?
¿ Cómo esperar que el tímido capullo
se junte á añoso tronco secular,
y pueda sus fealdades adornar
con su sencillo y cándido murfinillo ?
No puede ser. La alondra temerosa
con ardor mi seno, tomé otras gotas que
ofreció á mis lábios y vi... que era veneno.
De veneno estaba lleno su siniestro co
razón.
¿Qué se han hecho las tiernas caricias de
esa madre que tanto adoramos?
Ya lo puro, lo grande y lo bello hace
tiempo que murió para mi.
'' Del mundo las farsas sonrisas, de la vida
los tristes destellos: esos sí que son para mi.
¿ Qué se han hecho esas horas tan bellas,
tan regaladas de amor y de delicias ? ‘ ’
La huella de tristes recuerdos; de lo falso,
lo innoble, lo, infame; de una maga los
males sin cuento; esos si que me restan ámi.
S. A..GONZALEZ. '
Buenos Aires, Septiembre de 1897-
Instantánea
Des qué ¡g
La vi
No sé
Por qué
La ame
Y andando el tiempo lento,
Maldije aquel momento
En que ¡ ay ,
De mi!
No sé
Por qué
La amç
Montevideo, Setiembre 25 de 1897.
Edo Bacía.
mames»
Así como la gota de rocio
Presta vida á la flor.
Asi un beso del ángel de mis sueños
Presta vida á -mi amor.
„■ ... * *
oí permitieras que en amante exceso
Mis labios te besaran,
Las penas que acibaran mi existencia
En dichas se trocaran!;..
Cayetano R. MENDOZA.
Montevideo, Setiembre'25 de 1S97.
CHEZ MARTINEZ
buscara su pareja entre los suyos
y asi le embeberá coinsus arrullos
trayéndole perfumes de las rosas.
Los años ya me arrojan de tu, lado.
Soy viejo para ti. Resignación,
i Qué tarde de latir se lian acordado
Uas locas fibras de mi corazón !
Vicente MAGALLANES.
Montevideo, Setiembre 23 de 1897.
fú uihPLui úhíufLQ utúi L-hDOYúiOLíuíuiáiAuQLáuQ ‘
RECUERDOS TRISTES
( PROSA POÉTICA)
rara mi hermano Manuel
Eu una tarde espléndida y serena, la her
mosa rubia de los azules ojos, se apoyó en
el alféizar de su ventana. — ¿ Recuerdas
nuestro amor? — me dijo con melancólica
sonrisa. Yo por el cielo le juré que. si.Tv Y
con alma enternecida y triste, me preguntó :
¿ Por qué dudaste de mí ?
Amor con flores ligaron nuestros brazos,
los míos le ofrecí lleno de alegría, pero
secáronse las flores; vi los lazos y vi qué
eran cadenas.
Con dulce copa, al parecersagrada, brindó
á mi alma su ilusión primera. Bebí, quemóse
Se nos pide la publicación de la siguiente
crónica:
En casa del caballero don José M. Mar
tínez se celebró la semana pasada una fiesta
intima con motivo del cumpleaños, de su
simpáticahijaZoraida. Porlanoche, añadien
do á tal acontecimiento que se celebraba,
el de la paz que también se festejaba en todo
Montevideo y de la cual es entusiasta parti
dario el se ;or Martínez, alguno de los con
currentes inició la idea dedar algunas «vuel
tas)) y el atento dueño de casa, que nunca
dice que nó, tratándose de complacer á los
amigos, accedió gustoso al pedid.o, impro
visándose una tertulia que resultó-animadí-
sima terminando a la una de la mañana en
medio del mayor entusiasmo, obligando á
todos la exquisita amabilidad v obsequiosa
solicitud con que el Sr. Martínez y su dis
tinguida esposa hicieron los honores de la
casa. Entre las muchas señoritas, que con
currieron, recordamos á las de Beracochca,
Piccardo, González, Freír», Gambarotta y
.otras que lamentamos no recordar. ,
Agradecemos al señor Martínez y su dis
tinguida familia las atenciones de que fui
mos pbjeto y hacemos votos para que no
transcurra mucho tiempo sin que los salones
del señor Martínez vuelvan ti ser abiertos
para rendir culto á Terpsicore,
Un concurrente.
Establecíniento gráfico á vapor. Convención 82.