Vida montevideana
A mis amigos de infancia (1)
Batallo con las sombras ingratas del destino,
Y en esa lucha insólita contra mi propio sino,
Jamás hieren mi frente los rayos de una luz.
En cambio, cien Megeras de tétrica figura,
Diseñan en el fondo de mi visión futura,
Eas lineas proyectivas de una pesada cruz.
Sucumbo en el combate, sin fé, sin esperanza,
j n ver allá etilos cielos, siquiera en lontananza,
La aurora de mis glorias, los nimbos de mi paz.
Depongo en la pelea mis fuerzas,, abatido,
Dejando á sus rencores un corazón partido
Con lágrimas ardientes que ruedan por mi faz.
Mis lágrimas! acaso me sirvan de consuelo;
Con ellas cuántas veces soñé elevarme á un cielo
Donde aspirar las auras de un diáfano candor.
¡Mis lágrimas en medio de fiestas y alegrías
Ahogando los recuerdos de venturosos días
En que libaba el néctar del paternal amor!
Felices de vosotros que del dolor agenos
Mirais surcar, en medio de piélagos serenos,
La nave mensajera del sol de vuestro ser.
Felices de vosotros, amigos de mi infancia,
Que en las contiendas áulicas seguisteis con cons-
[tancia,
Y como yo en la senda marchasteis del deber.
Amigos, sí en mis cantos evoco ese pasado,
Cuando parlero y vivo gozaba á vuestro lado,
Parece que otros mundos contemplo en mi pesar.
Mas ¡ay! esos recuerdos que brotan de mi lira
No apagan de mí seno la devorante pira,
Ni endulzan á mi alma las brisas al pasar.. .
Callemos los lamentos, sigamos el camino
Con la intuición lejana que lleva al peregrino
Cruzando los desiertos en pos de su ideal.
Mis ayes lanzo al aire, son viento mis quejidos,
Y solo mis hermanos, en el dolor unidos,
Consuelan á mi espíritu con voz angelical...
La senda está trazada; quién sabe encuentre en
[ella
La luz de mis encantos, la celestial estrella,
La que alumbró los sueños de mi bendita fé.
Y entonces cuando surja su luz por el oriente
Marcando en sus destellos un porvenir sonriente,
Entonces con vosotros, amigos, gozaré.
NicorÁs N. PIAGGÍO.
Montevideo, Otubre 1.® de 1807.
Un rayo de luna
El clarín de la guerra ha cesado... á la
vez que sobre las prolongadas lomas de
nuestras históricas cuchillas, se elevarán
pobres crucecitas perdidas entre los cardales
que se extienden en simetría caprichosa,
hasta el límite del horizonte.
El pueblo en masa no puede sofocar la
inmensa dicha que trajo al alma el abrazo
de confraternidad y la calma bendecida que
dtó á todos, el verde gajo de olivo que la pá
tria llorosa y enlutada ofrecía á sus hijos.
<*ue jamás vuelva de nuevo á empañar el
•V Clel ° querido de nuestra patria, los horrores
¿ de la guerra civil. Que los lugares abando
nados que guardan los restos de los que
cayeron en esa lid, sean en realidad ejemplo
yvo que muestren á las generaciones veni
deras, el respeto sagrado á los que fueron,
arrancando sentida oración al corazón, pia
doso. Entonces es que hablando á solas el
alma, reconcentrada en si mismay aplastada
Por sus propias reflecciones, podrá conocer
cuanto vale, la libertad legitima y el derra
mamiento de sangre cuando se cree perdida
Y se muere por obtenerla. Solo por eso la
jaoche del 12 de Setiembre, la, población de
Montevideo apiñada en las calles, reía con
jubilo, cuando los cohetes y ruidosas bom
as estallaban en el aire. La luna de esa
i 1tsla rci-sffiíií que no es más que la expresión de un
nli.T ent0 intimo de eii alma, fue escrita y publicada hace
DnKii v S lnte auos - 0011 razias alteraciones en su forma, la
fUDlieo de nuevo.
noche pudo añadir al libro interesante de
su historia, una página, que sí bien gastada
para muchos, tiene todo el encanto, todos los
dulces perfumes que guardan las primeras
flores que se arrancan del jardín del alma,
abiertas á los primeros rayos que emanan
del amor primero...
Daban las ocho y Juan tuvo que abrirse
paso entre la muchachada bulliciosa, para
poder llegar hasta la casa donde lo reclama
un corazón, todo ternura y pureza y que
despierta á la vida del amor, entre ilusiones
bellas y esperanzas alhagadoras...
Entre tanto Elena, niña de seis años, es-
dama con alegria de ángel cada, vez que
partiendo el aire, se deshacen los cohetes
que llenan de viva luz todas las fachadas, y
de pasagera alegria las almas, que no guar
dando honda pena que pueda servir de valla
á la felicidad, se entregan siempre al pre
sente, para reir ó, llorar siempre con el ros
tro. Henos en el balcón, mostrando grata
curiosidad, al mismo tiempo que la luna
con su impertinencia disimulada, quiebra
alguno de sus rayos sobre unos ojos garzos,
que tímidos por falta de ensayo, no pueden
soportar todo el ardor apasionado de otros
ojos que buscan para posarse y leer en el
fondo del alma lo que aún los labios no han
aprendido á decir, las queridas pupilas que
bajas y veladas por largas pestañas oscuras,
Cayetano R. Mendoza
trémulas se detienen en su hermanita, bus
cando en su inocencia la fortaleza que cree
faltarle... La niña muy cerquita de su her
mana, interrumpe de vez en cuando el dulce
coloquio de la joven que ama con timidez y
bondad, peto desearía no ser sorprendida en
esas legítimas espansiones del alma, bro
tadas del corazón que ama con ese santo
misterio del amor primero. • •
Es la primera vez que casi entre las som
bras y solo á la luz de la luna, sin penas en
el alma y sin recuerdos en la mente, se ha
cia de la noche con todos sus misterios,
mundo testigo de un amor que brotado en
tre vivas simpatías, se ha dé llevar al tér
mino del ideal soñado, coronándolo con to
da la ternura que pueden dar dos almas que
engranándose, se funden en una, haciendo
desaparecer para siempre las junturas. Se
guía entre tanto elevándose la luna pálida,
con algo del color de los sepulcros, pues
como ella visita hasta las tumbas del alma,
trae en su ropaje mezcla de perfumes, vapor
de lágrimas, lamentos, blancura de mármol
y girones de luto. Nos hace soñar y sonreir
cuando viste nuestras ilusiones con el alegre
traje de la realidad, á la vez que lloramos
cuando derramando en nuestra alma sus
rayos plateados á la manera de finísimo
polvo de plata electrizada, dá vida á los re
cuerdos tristes, que duermen en el fondo.
Llevóse un rayo de luna de la noche del
12, el rubor encantador de unas mejillas que
se colorearon de intenso rojo, una dulce fra
se de amor sorprendida en los ojos garzos,
la alegria de Elena y un suspiro triste arran-
ca .d' D despertar de un recuerdo íntimo,
qué çsffemecióse en el fondo de un alma
cnfdrfha...
Laura PALUMBO.
Montevideo, Setiembre 30 de 1897.
i ALMA,.■ DESPIERTA !
Aurora, álzate ya sobre la cima,
de aquel lejano monte;
surge, y llena de luz y de cambiantes
aquel ancho horizonte.
Ave hermosa, despierta; bate el ala
porda región vacía
y canta el himno de tu amor salvaje,
que ya te espera el dia.
Flor cerrada, despliega ya tus hojas
y ábrete á los fulgores
de un sol que te promete con sus rayos
nuevo festín de amores.
Arboles de los bosques seculares,
recobrad nuevo aliento,
y entregaos á los besos voluptuosos
de la luz y del viento.
¡Alma mía! ¡despierta’! yen la vida
de la creación entera
palpita, sueña, rie, goza y vive,
agítate y espera!. ..
R. DOMINGUEZ,
¡Amor!
lie ahí un problema cuya incógnita está
aún por despejar, y que, no obstante, todos
creemos saber su resultado.
lie ahí un sentimiento que todos creemos
conocer á fondo, á pesar de ser insondable
como el abismo.
Todos pretendemos saber los límites de!
amor, cuando es él, infinito como el es
pacio.
Todos compadecemos á los que caen pre
sos en sus redes y sin embargo, todos nos
prestamos voluntariamente á ser sus cauti
vos.
Pero ¡ ah !/¡ cuán dulce es.ser cautivo del
amor! ¡Cuán delicioso es rendirse á sus
dulces halagos 1
Qué existe en el mundo que sea compa
rable.al amor? Nada,, absolutamente nada.
Todo es nimio, todo resulta pálido y sin
vida á su lado.
¡Qué sublime es amar! ¡Qué delicioso es
sentir vibrar el corazón á impulsos de esa
celeste llama que abrasa hasta" con sus mas
tenues resplandores !
¡ Qué feliz es el que ama con el alma y con
el corazón!
, De qué extraño é inefable goce disfruta
el que sabe que su corazón late á unísono’
con'el del ser que ama! Sí, porqué el amor,
regulariza los latidos da los corazones que
se aman, y confundiéndoles, hace que dos
cuerpos y dos almas se fundan en un solo
crisol, en un solo sér!
¡ Amor! Palabra que sintetiza el súmúin
de la felicidad y que encarna en sí, el senti
miento mas hermoso que vive en el humano
corazón!
¡Amor! Raudal eterno de divina ventura 1
¡Amor! Flor que embelesa con su delica
do aroma; único bien que no puede arrancar
nos nadie, pues el que lo inspira es el único 1
y absoluto poseedor!
¡ Amor! Fuente infinita de placeres! pe-