Full text: 1.1897,3.Okt.=Nr. 14 (1897000114)

Vida montevideana 
A mis amigos de infancia (1) 
Batallo con las sombras ingratas del destino, 
Y en esa lucha insólita contra mi propio sino, 
Jamás hieren mi frente los rayos de una luz. 
En cambio, cien Megeras de tétrica figura, 
Diseñan en el fondo de mi visión futura, 
Eas lineas proyectivas de una pesada cruz. 
Sucumbo en el combate, sin fé, sin esperanza, 
j n ver allá etilos cielos, siquiera en lontananza, 
La aurora de mis glorias, los nimbos de mi paz. 
Depongo en la pelea mis fuerzas,, abatido, 
Dejando á sus rencores un corazón partido 
Con lágrimas ardientes que ruedan por mi faz. 
Mis lágrimas! acaso me sirvan de consuelo; 
Con ellas cuántas veces soñé elevarme á un cielo 
Donde aspirar las auras de un diáfano candor. 
¡Mis lágrimas en medio de fiestas y alegrías 
Ahogando los recuerdos de venturosos días 
En que libaba el néctar del paternal amor! 
Felices de vosotros que del dolor agenos 
Mirais surcar, en medio de piélagos serenos, 
La nave mensajera del sol de vuestro ser. 
Felices de vosotros, amigos de mi infancia, 
Que en las contiendas áulicas seguisteis con cons- 
[tancia, 
Y como yo en la senda marchasteis del deber. 
Amigos, sí en mis cantos evoco ese pasado, 
Cuando parlero y vivo gozaba á vuestro lado, 
Parece que otros mundos contemplo en mi pesar. 
Mas ¡ay! esos recuerdos que brotan de mi lira 
No apagan de mí seno la devorante pira, 
Ni endulzan á mi alma las brisas al pasar.. . 
Callemos los lamentos, sigamos el camino 
Con la intuición lejana que lleva al peregrino 
Cruzando los desiertos en pos de su ideal. 
Mis ayes lanzo al aire, son viento mis quejidos, 
Y solo mis hermanos, en el dolor unidos, 
Consuelan á mi espíritu con voz angelical... 
La senda está trazada; quién sabe encuentre en 
[ella 
La luz de mis encantos, la celestial estrella, 
La que alumbró los sueños de mi bendita fé. 
Y entonces cuando surja su luz por el oriente 
Marcando en sus destellos un porvenir sonriente, 
Entonces con vosotros, amigos, gozaré. 
NicorÁs N. PIAGGÍO. 
Montevideo, Otubre 1.® de 1807. 
Un rayo de luna 
El clarín de la guerra ha cesado... á la 
vez que sobre las prolongadas lomas de 
nuestras históricas cuchillas, se elevarán 
pobres crucecitas perdidas entre los cardales 
que se extienden en simetría caprichosa, 
hasta el límite del horizonte. 
El pueblo en masa no puede sofocar la 
inmensa dicha que trajo al alma el abrazo 
de confraternidad y la calma bendecida que 
dtó á todos, el verde gajo de olivo que la pá 
tria llorosa y enlutada ofrecía á sus hijos. 
<*ue jamás vuelva de nuevo á empañar el 
•V Clel ° querido de nuestra patria, los horrores 
¿ de la guerra civil. Que los lugares abando 
nados que guardan los restos de los que 
cayeron en esa lid, sean en realidad ejemplo 
yvo que muestren á las generaciones veni 
deras, el respeto sagrado á los que fueron, 
arrancando sentida oración al corazón, pia 
doso. Entonces es que hablando á solas el 
alma, reconcentrada en si mismay aplastada 
Por sus propias reflecciones, podrá conocer 
cuanto vale, la libertad legitima y el derra 
mamiento de sangre cuando se cree perdida 
Y se muere por obtenerla. Solo por eso la 
jaoche del 12 de Setiembre, la, población de 
Montevideo apiñada en las calles, reía con 
jubilo, cuando los cohetes y ruidosas bom 
as estallaban en el aire. La luna de esa 
i 1tsla rci-sffiíií que no es más que la expresión de un 
nli.T ent0 intimo de eii alma, fue escrita y publicada hace 
DnKii v S lnte auos - 0011 razias alteraciones en su forma, la 
fUDlieo de nuevo. 
noche pudo añadir al libro interesante de 
su historia, una página, que sí bien gastada 
para muchos, tiene todo el encanto, todos los 
dulces perfumes que guardan las primeras 
flores que se arrancan del jardín del alma, 
abiertas á los primeros rayos que emanan 
del amor primero... 
Daban las ocho y Juan tuvo que abrirse 
paso entre la muchachada bulliciosa, para 
poder llegar hasta la casa donde lo reclama 
un corazón, todo ternura y pureza y que 
despierta á la vida del amor, entre ilusiones 
bellas y esperanzas alhagadoras... 
Entre tanto Elena, niña de seis años, es- 
dama con alegria de ángel cada, vez que 
partiendo el aire, se deshacen los cohetes 
que llenan de viva luz todas las fachadas, y 
de pasagera alegria las almas, que no guar 
dando honda pena que pueda servir de valla 
á la felicidad, se entregan siempre al pre 
sente, para reir ó, llorar siempre con el ros 
tro. Henos en el balcón, mostrando grata 
curiosidad, al mismo tiempo que la luna 
con su impertinencia disimulada, quiebra 
alguno de sus rayos sobre unos ojos garzos, 
que tímidos por falta de ensayo, no pueden 
soportar todo el ardor apasionado de otros 
ojos que buscan para posarse y leer en el 
fondo del alma lo que aún los labios no han 
aprendido á decir, las queridas pupilas que 
bajas y veladas por largas pestañas oscuras, 
Cayetano R. Mendoza 
trémulas se detienen en su hermanita, bus 
cando en su inocencia la fortaleza que cree 
faltarle... La niña muy cerquita de su her 
mana, interrumpe de vez en cuando el dulce 
coloquio de la joven que ama con timidez y 
bondad, peto desearía no ser sorprendida en 
esas legítimas espansiones del alma, bro 
tadas del corazón que ama con ese santo 
misterio del amor primero. • • 
Es la primera vez que casi entre las som 
bras y solo á la luz de la luna, sin penas en 
el alma y sin recuerdos en la mente, se ha 
cia de la noche con todos sus misterios, 
mundo testigo de un amor que brotado en 
tre vivas simpatías, se ha dé llevar al tér 
mino del ideal soñado, coronándolo con to 
da la ternura que pueden dar dos almas que 
engranándose, se funden en una, haciendo 
desaparecer para siempre las junturas. Se 
guía entre tanto elevándose la luna pálida, 
con algo del color de los sepulcros, pues 
como ella visita hasta las tumbas del alma, 
trae en su ropaje mezcla de perfumes, vapor 
de lágrimas, lamentos, blancura de mármol 
y girones de luto. Nos hace soñar y sonreir 
cuando viste nuestras ilusiones con el alegre 
traje de la realidad, á la vez que lloramos 
cuando derramando en nuestra alma sus 
rayos plateados á la manera de finísimo 
polvo de plata electrizada, dá vida á los re 
cuerdos tristes, que duermen en el fondo. 
Llevóse un rayo de luna de la noche del 
12, el rubor encantador de unas mejillas que 
se colorearon de intenso rojo, una dulce fra 
se de amor sorprendida en los ojos garzos, 
la alegria de Elena y un suspiro triste arran- 
ca .d' D despertar de un recuerdo íntimo, 
qué çsffemecióse en el fondo de un alma 
cnfdrfha... 
Laura PALUMBO. 
Montevideo, Setiembre 30 de 1897. 
i ALMA,.■ DESPIERTA ! 
Aurora, álzate ya sobre la cima, 
de aquel lejano monte; 
surge, y llena de luz y de cambiantes 
aquel ancho horizonte. 
Ave hermosa, despierta; bate el ala 
porda región vacía 
y canta el himno de tu amor salvaje, 
que ya te espera el dia. 
Flor cerrada, despliega ya tus hojas 
y ábrete á los fulgores 
de un sol que te promete con sus rayos 
nuevo festín de amores. 
Arboles de los bosques seculares, 
recobrad nuevo aliento, 
y entregaos á los besos voluptuosos 
de la luz y del viento. 
¡Alma mía! ¡despierta’! yen la vida 
de la creación entera 
palpita, sueña, rie, goza y vive, 
agítate y espera!. .. 
R. DOMINGUEZ, 
¡Amor! 
lie ahí un problema cuya incógnita está 
aún por despejar, y que, no obstante, todos 
creemos saber su resultado. 
lie ahí un sentimiento que todos creemos 
conocer á fondo, á pesar de ser insondable 
como el abismo. 
Todos pretendemos saber los límites de! 
amor, cuando es él, infinito como el es 
pacio. 
Todos compadecemos á los que caen pre 
sos en sus redes y sin embargo, todos nos 
prestamos voluntariamente á ser sus cauti 
vos. 
Pero ¡ ah !/¡ cuán dulce es.ser cautivo del 
amor! ¡Cuán delicioso es rendirse á sus 
dulces halagos 1 
Qué existe en el mundo que sea compa 
rable.al amor? Nada,, absolutamente nada. 
Todo es nimio, todo resulta pálido y sin 
vida á su lado. 
¡Qué sublime es amar! ¡Qué delicioso es 
sentir vibrar el corazón á impulsos de esa 
celeste llama que abrasa hasta" con sus mas 
tenues resplandores ! 
¡ Qué feliz es el que ama con el alma y con 
el corazón! 
, De qué extraño é inefable goce disfruta 
el que sabe que su corazón late á unísono’ 
con'el del ser que ama! Sí, porqué el amor, 
regulariza los latidos da los corazones que 
se aman, y confundiéndoles, hace que dos 
cuerpos y dos almas se fundan en un solo 
crisol, en un solo sér! 
¡ Amor! Palabra que sintetiza el súmúin 
de la felicidad y que encarna en sí, el senti 
miento mas hermoso que vive en el humano 
corazón! 
¡Amor! Raudal eterno de divina ventura 1 
¡Amor! Flor que embelesa con su delica 
do aroma; único bien que no puede arrancar 
nos nadie, pues el que lo inspira es el único 1 
y absoluto poseedor! 
¡ Amor! Fuente infinita de placeres! pe-
	        
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