VIDA MONTEVIDEANA
bastante árdua, que, desde hace muchos
años, me he echado sobre los hombros; esta
es la misión que creo cumplir plenamente;
abrir al hombre nuevos horizontes de li
bertad donde el alma pueda espaciarse en
plena luz de ideales, y dar á su cuerpo la
harmonía de las formas para equilibrar así
al sér humano, para perfeccionarlo en esta
eterna ascención al cielo de la dicha.
La salud física atrae, como imantándola,
á la salud moral, porque el organismo hu
mano es un cuadro de tan maravillosos co
lores, y de tan perfecto dibujo, que, al
observarlo tan solo, puede deducirse el ca
rácter, el temperamento, la inteligencia,
hasta las tendencias morales Yo sé que
el bilioso, el malhumorado, tiene el rostro
de un verde pálido, enjuto de carnes y en
fermo; yo seque el hipócrita inclina la vista,
y plega la cabeza á un lado como si gan
goseara letanías místicas; que el cráneo
del idiota tiene un ángulo facial agudo;
que el rostro del criminal tiene cierta estruc
tura felina; que el inteligente, tiene la frente
amplia y despejada, la 1 mirada vivaz, el
color sano, el ángulo facial que se acerca
á los noventa grados, las manos delicadas,
las uñas redondas....
Pero, desgraciadamente, debido á la mala
organisación de cierta parte de la sociedad
actual, debido á los deseos de lucrar sobre
la miseria agena, debido á los vicios engen
drados por una mala é incompleta educación
del individuo, debido al alcoholismo, al
tabaco, á las drogas de botica y de almacén,
debido á los trabajos penosos porque pasa
la mayor parte de la humanidad para enri
quecer y engordar á la parte explotadora,
debido á las agüerias y supersticiones que
engendra el estúpido temor de los castigos
de ultra tumba—es que falta el equilibrio
natural entre las funciones de la vida y las
funciones del espiritu...
Asi es que vemos á los enfermos morales,
los malos, los inicuos, los explotadores del
pueblo, los que con el. cencerro de una idea
van flecando tras de sí la majada de los
vicios... Asi es que vemos los enfermos del
cuerpo, pulular los hospitales, ir errantes
de consultorio en consultorio, de templo en
templo, de santuario en santuario, pidiéndole
á su Dios vengativo una salud y una paz de
alma que no pudieron darles ni los médicos
titulados, ni los doctores religiosos, impo
tentes ambos, haciendo vida común con la
mentira de día y con la farsa de noche.
Porque nos llena de sentimiento el
corazón, ese estado de desventura, en que
esta sumida media humanidad, es que hoy
venimos á la tribuna pública del libro, para
continuar la hermosa tarea de curar los
cuerpos, y libertar las conciencias. En un
lenguaje claro, como hay que hablarle al
que sufre, al que ama, al que espera días
mejores en su azarosa vida.
Dijimos que la salud es la belleza, y ma
dama Stael refuerza nuestras ideas cuando
dice que la salud es la base de nuestra hermo
sura y nuestros hechizos. Ante esas reflexio
nes, un célebre escritor alemán, pregunta:
¿Es la salud otra cosa que la belleza en las
funciones de la vida?
Pues, á eso tendemos: á armonizar la
higiene física, con la higiene moral. A ha
cer de cada individuo un conjunto de belle-
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Dirección de nuestra Revista, nos acaba
remitir desde Centro-América, especial-
Jente para Vida Montevideana, algunas
pesias inéditas de los más inspirados poe-
■s centroamericanos, colombianos y vene-
llanos, las que iremos publicando en
imeros sucesivos.
[Nos promete mandarnos en breve un tra
ijo suyo, estudio sobre la literatura de
entro América, y varias composiciones,
Imbién inéditas, de notables literatos me
canos v antillanos.
iDe las que henms recibido ya, publicamos
el número de hoy, las muy vibrantes
[resias: Estrofas, de julio Floies; ¡Tarde!
Isaías Gamboa, y El Coro da los Tipov
Fidel Cano.
[Al agradecer grandemente al. señor Cés-
fcdes su valiosísimo concurso y el poderoso
[ntingente literario que aporta á nuestra
rblicación, ofrecemos como un obsequio
Jos preciosos trabajos á nuestros lectores,
je sabrán apreciarlos como se merecen.
tablecimiento grafico á vapor. Convención