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Ven, hallemos el verde terciopelo
De la hermosa y feraz naturaleza;
El amor está aquí, jalma de mi alma!
Aquí vive la rubia primavera.
Ven, oigamos los trinos del jilguero,
El susurro del aire en la alameda,
El arrullo de la onda del riachuelo
Que entre alfombra de flores serpentea.
Yo te quiero contar cómo se adoran
Los lirios y las vírgenes violetas,
Y decirte el lenguaje con que se hablan
Las aves y las pálidas estrellas.
Y después de mirar tantas ternuras
En las flores en el rio y en la selva,
Confundidas por siempre nuestras almas
Y juntas nuestras lánguidas cabezas,
Que se acerquen tus labios á mis lábios
Y que se oiga una música más bella.
La música divina de los besos
Que no tiene rivales en la tierra.
WERTHER.
Prado de Montevideo, Marzo 5 de 1898.
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JL'IBI
ji|iL libro tiene siempre su objeto, su jn-
Hjfluencia, es el amigo discreto que se
lEi&nuDcia dulcemente en la casa y lue
go se impone en ella como un seductor.
Antes de retirarse de las bibliotecas y to
mar lugar al lado desús hermanos enve
jecidos ya, reina sobre las musitas de bam.
bú ó de bois de rose, en los salones.
Se le lleva consigo en viaje, bien aco-
jido por doquiera, dificilmente rechazado,
procura el olvido momentáneo de las pe
queñas tristezas.
En esta época, el libro se ha vuelto de
formato tan reducido, que estorba poco, á
pesar de su tropa de actores, de perso
najes agitados, y de su escenario decora
tivo brillante.
A más, os arranca á las esterilidades de
la vida diaria, á la prosa de la labor ma
terial, y os transporta a las regiones del
ensueño. En eso ^e encuentra su encanto
y á veces su peli°ro.
La novela tiene poder extraordinario
sobre ciertas naturalezas; arrastra y con
vierte. Como las flores, tiene sus perfume,,
penetrantes, embriagadores, que produ
cen vértigos, alucinaciones. Armarse con
tra esos efectos es siempre útil. Efecti
vamente, los que durante varios años han
ido á la escuela de la verdad, de lo po
sible, no tienen nada que temer, aquellos
que juzgan, sob-e todo la forma, la clari
dad del estilo, la solidez de ¡a trama, la
exactitud del hecho citado, del retrato di
bujado, no pueden menos de sentirse tran
quilamente conmovidos cuando hay lugar.
LA VIDA MONTEVIDEANA
Pero la juventud, sensitiva que no sabe
casi nada, perdería, quizás su felicicidad,
su paz inalterada, al leer demasiado tem
prano, libros inquietos, febriles, coleccio
nes de análisis profundos y de psicología
atormentada, que desconciertan á los sen
cillos.
Estoy lejos de criticar el libro de génio
huraño, sincero, leal, que, sin cuidarse de
las polémicas que sugiere, se impone »
las clases intelectuales con admirables
asperidades, lo aprecia, al contrario, pero
no está hecho para los jóvenes que aor-en-
deran, tarde ó temprano, «á costas suyas»,
que la vida no es lo que parece ser cuan
do se cuenta poca edad. La experiencia
viene para todos los que la naturaleza de
ja vivir y envejecer, no hay necesidad
de apresurarla, puesto que suele traer
con ella, demasiado à menudo, amarga de
cepción.
Existen muchos libros, que no pueden
leer los cándidos y los niños; pero nu
merosos autores han querido y quieren
todavía vivir con la juventud, por lo cual
amoldan sus escritos; apóstoles del bien,
de la virtud, son amables cantores de las
flores, de los cariños puros y de los sen ■
timientos elevados, que si no escriben se
gún las leyes de la cruel y despiadada ver
dad, predican y enseñan, al menos, lo jue
debería ser. La lectura de estos libros e s
sana para el alma y puede preceder la
plegaria sin disminuir el fervor de ella.
Se puede elegir un gran número de
lecturas provechosas: esta elección perte
nece á la madre, à la hermana mayor ó á
la intitutriz, si la madre no existe ya.
Si es útil fijarse bien en la índole del
libro abandonado á las tiernas inexpe
riencias, á las. imaginaciones adolescen
tes, no es menos necesario cuidar las ima
ginaciones mismas; pues si algunas no es
tán turbadas por el violento perfume de
las lilas y de las rosas púrpuras, otras
se embriagan y desfallecen al expirar el
exquisito perfume de las violetas de los
bosques. Es preciso que el carácter del
libro y el espíritu del lector sean susep-
tibles de entenderse, de ponerse.de acuer.
do, y que de este acuerdo no pueda re
sultar sino algo de bueno y provechoso.
Indudablemente, hay que cuidarse del
efecto del libro. Lo repito, tiene grandes
influencias, se haría un gran volúmen al
analizarlas y al desarrollarlas. El libro ha
hecho máximas, escuelas, revoluciones, di
nastias; es un soberano ásu manera; sabe
hacerse dueño del lugar que ocupa. Un
buen libro seduce, encanta, ilusiona, ha
ciendo creer que nu hay nada tan lucido
como la vida, que no bav nada mejor que
los hombres. De un rasgo bórralos peque
ños rencores, destruye las preocupaciones
morosas. Parece que el alma rejuvenece
en esta atmósfera.
Pienso que si se hiciera, á menudo, lec
turas sanas, se alcanzaría altos grados en
el perfeccionamiento humano.
M. D. V.
1TOTAS
Después de quince dias de suspensión
involuntariade este periódico y vencidas
las dificultades con que se tropezaba pa
ra editarlo en mejores condiciones artís
ticas y con la puntualidad debida, hoy
¡vuelve á aparecer nuevamente á la luz
pública.
Las mejoras artísticas ya tendrán oca
sión de observarlas muy en breve nuestros
protectores. Respecto á la puntualidad en
la aparición de cada número, essuficiente
garantía el hecho de haberse encargado de
la Administración el señor don José Vidal,
cuyo celo y actividad son bastante seguri
dad parala buena marcha de la revista.
De la Secretaria de Redacción se ha he
cho c u*go el joven poeta Eduardo Gandol-
fo, cuyas delicadas producciones han he
cho conocidísimo el seudónimo con que las
oculta y el que no revelamos por no herir
su modestia.
Dos poderosísimos factores ha recibido
La Vida Montevideana con el ingreso de
dichos señores.
. ★
* *
Llamamos la atención de nuestros Agen
tes y suscritores sobre la dirección del
nuevo locaJ, que en calidad de provisorio
ocupan actualmente laa oficinas de la re
vista.
*
Con el fin de evitar varios abusos de que
era victima la Administración de esta re
vista, publicando la pieza de música que re
gala mensualmente conjuntamente con el
primer numero, se ha resuelto que dicha
pieza de música se puVique con el último
numero de cada mes. Con esto no pier
den nada nuestros favorecedores y gana
mos nosotros.
«**
La Administración de este periódico
agradecerá á los señores Colaboradores;
Agentes, Avisadores y Suscritores se sir
van avisarle cualquiera irregularidad que
noten en el servicio del reparto del mis
mo, para subsanarlo de inmediato. Así
mLrao se atendem. 1 , todos los reclamos
que se reciban por fallas de ejemplares
atrasados.
Imp. La Nueva Central, 25 de Mayo 427