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LA VIDA MONTEVIDEANA
Venga mi lira, que cantarle quiero
de mi amor á la sacra soberana,
á la diosa divina que mi mente
adora con pasión inmaculada!
Venga mi lira, que cantar deseo
á la sublime reina de mi alma,
al ángel que incendió mi amante pedio
con un lampo de luz de su mirada!
Venga mi lira, la de suaves voces,
la de cuerdas de tenue filigrana,
la que al pulsarla blandamente gimo
y suspira cual virgen apenada...
Ricardo R. MENDOZA.
Montevideo, Marzo 12 de 1898.
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Para Cayetano R. Mendoza
El champagne había concluido por em
botar mis sentidos y el baho del alcohol
pesaba sobre mis párpados como si de
ellos pendieran grandes lingotes de plomo.
Estábamos à cubierto, pero por de fuera
se preparaba una tormenta horrible, quizá
tan tremenda como la que pugnaba por
desencadenarse en nuestras cabezas.
Apoyándome en los muebles, logré, tam
baleando, llegar á la ventana, y en sus
cristales apoyé mi frente ardiente.
En el horizonte negras fajas de nubes
se extendían, y en ocaso, el sol pricipitaba
su disco encendido entre montañas de to
pacios y girones de nubes rojizas que se
mejaban la hoguera fosforescente de la luz
que sobre los cráteres se levanta flamígera
y sublime.
El viento bramaba preñado de amenazas
y con su aliento proceloso barría la tierra,
extremecía la cima de los árboles y batía
el mar que rujia furioso y airado bajo una
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A poco quedé dormido. Dormí y soñé.
Soñé que el agua lo invadía todo, que iba
subiendo lenta, muy lenta, que casi me
cubría y que yo no me podía mover; que
ría gritar y mi lengua se me revelaba. Es
que las garras de la muerte me apretaban
la garganta.
No recuerdo más, sino que al dia si
guiente, un cuerpo casi desnudo flotaba
sobre las aguas, y ese cuerpo era el mío.
Y no sé si será porque era un sueño ó
porque los que mueren ven y oyen, pues
es el caso que yo vi cuando llegaron mis
amigos junto á mi cadáver frió y oí cuan •
do exclamaron: ¡Pobrel y oí cuando me
abandonaron, pero no oí que me dijeran
¡Adiós!
Después fui conducido en silencio al re
cinto donde se cumple la utopía de la igual
dad de los hombres. No oí que ninguno
suspirara por el que partía, ni tampoco vi
que fuera alguno conmigo á acompañarme.
El sepulturero cubrió mi sepultura con
algunas paladas de tierra. Entonces me
quejé, sentí frió, tuve miedo.... Presa de
cruel angustia quise gritar. Quise gritar
pero otra vez los férreos dedos de mi últi
ma y única desposada se hundieron en mi
garganta y en mis labios espiró un suspi
ro de desesperación.
Sentí que el aire me faltaba, y una lucha
en vano hacía todo mi cuerpo por destro
zar el sombrío féretro. Y en tanto los gu-
zanos devoraban mis rígidos miembros en
suntuoso festín
Llegó la noche y oí que la cigarra can
taba junto à mi tumba, y mis ojos escru
tadores de terror vieron abiertos los sar
cófagos y entre los inciertos fuegos fatuos
que brillaban en las sombras en fantásticos
colores, vi la danza macabra de los muer
tos ....
Pasaron muchas noches, pero sobre mi
frió lecho nadie lloró. ¿Para qué más llan
to que el húmedo rocío que se descolga
ba del ciprés que daba sombra á mi se-
ulero v én cuya copa
gerlo, cuando apareció, sin saberse por
donde, una visión vestida de blanco.
Era una mujer—¡Oh! era mi amor!—
que tomando entre sus manos mi calavera
la dió un beso en la frente descarnada y
entre sollozos dijo: «En otro mundo más
puro será nuestra unión eterna.»
Pero al llegar el divino timbre de su
voz á mis oídos, sentí que el corazón me
latía nuevamente y entonces volví al mun
do de los.... despiertos.
Me alcé y abrí los ojos. El cuarto daba
vueltas. Las copas del licor hervían sobre
los libros y mis amigos, unos estaban tum
bados en el suelo y otros bebían y cantaban
y reian en roncas carcajadas.
La tormenta ya se había disipado, y allí
en el cielo azul brillaba temblorosa la Cruz
del Sud con su palidez extraña.
WERTHER.
Montevideo, Marzo 12 de 1898.
Después de dos meses de descanso,
vuelve á inauguran hoy las reuniones
hípicas nuestro Hipódromo de Maroñas.
Notable bajo todos conceptos será, áno
dudar'o, el premio «Ensayo» disputado
por Cuaró con 53 kilos, Maravilla con 51,
Bebón con 53, Doña Estrella (ex-India)
con 51, Offembach con 53, Salto con 63,
César con 53, El Guerrillero con 53, Pro
cer con 53, Céres 51, Palmira 51, Rin
conera 51, y Mi Carta 51. Desde ahora
podemos adelantar que el hijo de Guerri
llero y Dinamita será el vencedor de este
mió.
as cinco pruebas que hoy se disputa-
i en Maroñas, constituirán un verda-
o éxito.
treémos que con un programa tan
jeresante, los palcos y la Tribuna se
pará de distinguida concurrencia.
J óos batallones cívicos formarán (telante
Hipódromo, donde se verificará un
ac.
Nuestros candidatos son:
1. a carrera Silvia.
» Doña Sol.
» El Guerrillero.
» Piloto.
» Tucapel.
Cn el próximo número publicaremos la
keña de la fiesta.
MITO.
Montevideo, Marzo 12 de 1898.
Imiliiiilimliiiiliiiiliiiilmiliiiiliiiiiiiii
Imp. La Nueva Central, 25 de Mayo 42?